Los que consiguen subir hasta ella recomiendan, sobre todo, chubasquero y buenas botas: nunca se sabe cuándo puede empezar a llover. Esta zona se caracteriza por unas precipitaciones repentinas que pueden calarte hasta los huesos… ¡eso si no graniza! Algo más que habitual en la región.
Por otra parte, para llegar, los turistas advierten de son unas tres horas de caminata, aunque al principio de la ruta ofrecen alquiler de caballos para quien no tenga la suficiente preparación física. Además, aconsejan llevar al menos una botella de agua, pues el ascenso es aproximadamente sobre los 3.900 metros y se llega hasta los 5.100.
Con todo, por mucho que cueste subir y por mucha lluvia que haya, todos los turistas coinciden en una cosa: merece (y mucho) la pena. Y no es de extrañar, las imágenes hablan por sí solas.