Científicos desmienten que haya relación entre las vacunas y la esclerosis múltiple

  • Un estudio concluye que los pacientes de EM habían recibido menos vacunas que el resto de grupos de población

Desde hace muchos años existen teorías que mencionan a las vacunas como posibles desencadenantes de la esclerosis múltiple (EM), una enfermedad crónica, autoinmune y neurodegenerativa en la que el sistema inmune ataca el cerebro y la médula espinal y que sufren 47.000 personas en España. Sin embargo, un estudio de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania) ha concluido que no existe ninguna correlación entre las vacunas y el desarrollo de EM.

El profesor Bernhard Hemmer, director del Departamento de Neurología del hospital muniqués, se unió a científicos del Departamento Médico y de la Asociación Bávara de Médicos de Seguro Médico Estatutario para analizar un gran conjunto de datos representativos de la población general. Los datos abarcaban a más de 200.000 personas, incluidos más de 12.000 pacientes con EM.

Los investigadores encontraron que cinco años antes de ser diagnosticados, los individuos que desarrollaron EM habían recibido menos vacunas que los que no desarrollaron EM. Esto se aplicó a todas las vacunas investigadas: contra el neumococo, el meningococo, las paperas, el sarampión, la rubéola, la varicela, el virus del papiloma humano (VPH), la hepatitis A y B, la encefalitis transmitida por garrapatas y la gripe. El efecto fue particularmente pronunciado en los tres últimos casos: el grupo de control había recibido significativamente más vacunas que los individuos que posteriormente desarrollaron EM.

"Las causas siguen siendo un misterio. Puede ser que las personas perciban la enfermedad mucho antes de que se les diagnostique y, por lo tanto, eviten poner estrés adicional en su sistema inmunológico. O quizás las vacunas tienen un efecto protector que evita que el sistema inmune ataque al sistema nervioso. En cualquier caso, dado el gran volumen de datos analizados, podemos afirmar de forma concluyente que no hay pruebas de que la vacunación aumente la probabilidad de EM o el inicio de un episodio inicial de la enfermedad", explica el autor principal del estudio, Alexander Hapfelmeier.

Los investigadores también querían descartar la posibilidad de que los resultados pudieran ser un efecto subyacente de las enfermedades crónicas en general. Por lo tanto, analizaron datos de otros dos grupos: pacientes con enfermedad de Crohn, un trastorno intestinal inflamatorio, y pacientes con psoriasis, una enfermedad crónica de la piel. Las vacunas de estos pacientes también se habían registrado cinco años antes de su diagnóstico. Sin embargo, esos pacientes habían recibido tantas vacunas como el grupo de control sano.

"Por lo tanto, los resultados no se deben únicamente a la presencia de una enfermedad inflamatoria crónica, sino a un comportamiento específico de la EM. Ya sabemos por otros estudios que los enfermos de EM muestran un comportamiento atípico y antecedentes médicos mucho antes de que se les diagnostique. Por ejemplo, son más propensos a las enfermedades mentales y también tienden a tener menos hijos. Todo esto indica claramente que la EM se percibe mucho antes de que aparezcan síntomas neurológicos", concluye el científico.