¿Qué necesitamos para construir una Europa diferente?

Ana Belén Sánchez* | EQUO 26/02/2016 18:00

Desde EQUO apostamos por una nueva Europa que reconozca también la crisis ecológica en la que estamos todos inmersos. Que reconozca el enorme impacto de nuestro modelo de desarrollo en el medioambiente, nuestra responsabilidad en el cambio climático, un problema cada vez más visible en Europa y con efectos devastadores tanto en nuestro país como en los países más pobres. Que acabe con el problema de la contaminación del aire –se calcula que el 95% de la población española respira aire contaminado cada día-, del agua y de los suelos y de la pérdida de biodiversidad de la que nosotros, nuestras economías y nuestras sociedades dependen -más del 83% de los espacios naturales de Europa están degradados-. Una Europa, en definitiva, que termine con el uso exacerbado de recursos naturales, propios y de otros, con los dramáticos impactos sociales en terceros países.

La urgencia de cambio es clara, especialmente para España

En España, al igual que la mayor parte de los países del Sur de Europa, el cambio climático impedirá en el medio plazo, alrededor de 2050, continuar con tres de los principales sectores económicos: agricultura, turismo y pesca destruyendo miles de empleos y acabando con la economía de muchas de nuestras regiones.

El nuevo Plan B para Europa debe apostar por una forma de consumir y de producir diferente, más racional, mucho más respetuosa con el medioambiente y con las personas, que apueste por lo colectivo, reestructurando nuestras economías desde lo local, y por la creación de empleo de calidad y sostenible. Que ponga en valor el medio rural y aborde de manera efectiva las desigualdades de género, asegurando que esta nueva Europa no repite los mismos errores del pasado.

Hablamos de una Europa que produzca su energía de forma más limpia y más democrática, poniendo al alcance de todos nuestras fuentes de energía renovable -sol, aire, agua, biomasa-, poniendo fin a la época del carbón y del petróleo. Algo absolutamente imprescindible en el actual escenario de cambio climático creciente, un futuro de seguridad climática pasa por mantener enterrados el 80% del carbón y el 50% del gas y un tercio de las reservas del petróleo. Los modelos de producción energética a través de cooperativas energéticas renovables han demostrados ser una buena solución en esta dirección. Hablamos de una Europa que relocalice su producción -evitando así la necesidad de transporte - y de que ésta se desarrolle con los criterios de sostenibilidad social y ambiental.

En conclusión, el nuevo Plan B para Europa debe ser también un nuevo plan en lo ambiental y tomar en igual consideración el estado de emergencia ambiental en el que Europa está inmersa. Debe entender y dar respuesta a los profundos vínculos con las crisis económica y social que estamos viviendo, algo de lo que la burbuja inmobiliaria española es un ejemplo. Apostemos en resumen, por una Europa de futuro.

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* Ana Belén Sánchez es miembro del grupo de sostenibilidad de EQUO