Los amaneceres de tres 'soles' existen

Celia Molina I FOTO: REUTERS, Flickr 18/01/2016 09:38

Parhelio es una palabra griega que proviene de ‘Para’ (similar) y Helio (Sol), por lo que este término no debe traducirse como ‘dos soles’ sino como ‘similares al sol’ (en China, en el año 2014, llegaron a verse hasta cinco réplicas del astro rey). Igual que ocurre con el halo de la Luna, el parhelio tiene lugar cuando el Sol está rodeado por cirros (nubes fragmentadas y plumosas a más de 6.000 metros de altura) que tienen muy poca densidad pero que están compuestas por cristales de hielo que reflejan la luz a modo de prisma y la desvían.

Los cristales de hielo pueden provocar varios efectos ópticos mucho más conocidos, como los halos o las coronas, pero justo cuando reflejan la luz solar a una distancia angular de 22º provocan la aparición de estos falsos soles, que en Inglaterra se conocen como ‘Los perros del sol’ (por su fiel compañía) o ‘Los fantasmas del sol’. Suelen pintarse a la izquierda y a la derecha del astro (y a su misma altura), aunque todo depende de si los cirros se encuentran en ambos lados del mismo o sólo en uno.

Son comunes al amanecer o al atardecer (aunque mucho más al alba) y en las temporadas de frío intenso. Al igual que el halo de la Luna, los agricultores lo consideraban como una señal de la llegada del mal tiempo, pues los cirros se forman sólo las jornadas previas a la aparición de las tormentas. Suelen darse en latitudes altas (son muy típicos en el Ártico y en el Antártico) pero esto no significa que no puedan manifestarse en las latitudes bajas; de hecho, se han registrado en España, como muestra esta foto de Santiago de Compostela.

No estamos acostumbrados a ver parhelios porque duran unos pocos minutos: van desapareciendo a medida que el Sol se eleva. Por eso, su avistamiento ha sido noticia en Rusia, en China (donde la población se asustó muchísimo pesando que era una señal del fin de nuestra galaxia) y en Canadá, donde se han llegado a ver hasta dobles parhelios (falsos soles a los lados y por encima del verdadero sol). Sin duda, es un espectáculo único y mágico que nada tiene que envidiarle a la religión.