'Síndrome de flotación': la afección tras ingerir plástico que está matando a las tortugas

  • El síndrome de flotación es causado por la acumulación de gas en el cuerpo de la tortuga

  • Surge al ingerir muchos desechos como el plástico

  • Las tortugas con esta afección no pueden sumergirse para buscar alimento y son vulnerables a depredadores

Un vídeo grabado en la costa de Nueva Gales del Sur, Australia, está causando bastante conmoción en las redes sociales. En él se ve el momento desgarrador en que un pescador descubre a una tortuga con problemas para adentrarse en el agua, de lo cual depende para obtener comida, entre otras cosas. Padece lo que ha sido apodado como ‘síndrome de flotación', que impide sumergirse a las tortugas tras ingerir plástico. ¿En qué consiste esta afección?

Una de las afecciones que más se notifica a la Real Sociedad australiana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (RSPCA) en las tortugas es el cruel ‘síndrome de flotación'.

El cruel síndrome de flotación

"El síndrome de flotación es causado por la acumulación de gas en el cuerpo de la tortuga, lo que puede ocurrir después de ingerir desechos marinos que bloquean su tracto gastrointestinal e impiden que los alimentos se digieran correctamente", explica Fred Nucifora, director del Reef HQ Aquarium, situado en Queensland, en un comunicado. "El gas inédito del cuerpo mantiene al animal a flote, lo que no solo evita que se sumerja en busca de comida, sino que también lo hace más vulnerable a los depredadores como los tiburones o el tráfico de botes en el área".

El Reef HQ Aquarium alberga uno de los hospitales de tortugas que reciben apoyo financiero del Departamento de Agricultura, Agua y Medio Ambiente del gobierno australiano. Trabaja conjuntamente con el Servicio de Parques y Vida Silvestre de Queensland con la ayuda ciudadana, ya que en la mayoría de casos son individuales los que contactan con ellos para salvar a las tortugas.

El tratamiento para la afección generalmente implica un proceso de rehidratación de la tortuga, activando el tracto gastrointestinal una vez que el animal ha expulsado sus heces y luego devolviéndole la nutrición a la salud. "Alrededor del 30 al 40 por ciento de las tortugas ingresadas en el hospital se recuperan y pueden ser liberadas nuevamente en el entorno natural. Cada ejemplar sale con una etiqueta para que podamos rastrear su progreso", añade Fred Nucifora en el comunicado.

En la actualidad, más de la mitad de las 360 especies vivas de tortugas están en peligro de extinción, según un estudio publicado hace unos meses en ‘Current Biology’. Esto las coloca entre los grupos con mayor riesgo de extinción de cualquier grupo considerable de vertebrados.