Según ha informado The Rolling Stone, el equipo de la artista escondió los sensores biométrocos en los kioscos con pantallas que proyectaban escenas de Swift durante los ensayos. Cuando los asistentes miraban a ellos, sus caras quedaban registradas por el sistema. Esta información era enviada a un centro de control en Tennessee, donde se comparaba con la base de datos de acosadores de la artista.
El objetivo del sistema era poder detectar si los acosadores habían asistido al concierto para así vigilarlos. “La tecnología es prometedora pero estamos siendo muy cuidadosos a la hora de implementarla”, ha afirmado Justin Burleigh, responsable de producto de Ticketmaster, a la anteriormente mencionada publicación.
El uso de esta tecnología no sería posible en la Unión Europea, donde el Reglamento General de Protección de Datos exige un consentimiento expreso para recabar esta información. En Estados Unidos, en cambio, es legal ya que técnicamente un concierto se considera un evento privado.