Este fenómeno es habitual en las costas de España, especialmente en el Mediterráneo, donde veranean millones de personas cada año. Además, puede hacer acto de presencia en cualquier momento que se desate una tormenta porque el agua del mar que alimenta esta tromba tiene los ingredientes necesarios: agua más caliente que su superficie, y masas de aire frío encima.
Por ello son muy peligrosas y, aunque es difícil que lleguen a tocar la playa, puede alguna vez ocurrir. En cualquier caso, en situaciones de tormenta en las que el horizonte se dibuje muy negro en el mar, evita el baño porque puede surgir una de estas.
La velocidad puede ser la de un pequeño tornado, suponiendo un peligro mortal para los bañistas y un riesgo importante para barcos y pequeñas embarcaciones. Su trayectoria es errática y puede desaparecer al poco tiempo de formarse o recorrer de punta a punta el mar frente a la costa.