Como dos amigos compartirían una tarde tras dos décadas siendo uña y carne. Es la primera vez que Diego Ventura y Nazarí pasean por la finca con tranquilidad, con la única cavilación de que mantenga, a sus 21 años, su gran estado de forma. Una libertad ganada tras miles de horas de entrenamiento, tras cientos de puertas grandes, con los que han alcanzado la cumbre del rejoneo.
“Los dos hemos hecho un gran binomio y el público ha disfrutado de los dos”, reconocía el torero lisboeta afincado en La Puebla del Río, en Sevilla “Han sido muchos años, con momentos muy importantes, actuaciones rotundas y con toros difíciles también”. Y tras una trayectoria tan brillante, el considerado mejor caballo de la historia taurina merecía una retirada a su altura. “Fue muy emocionante”, reconoce Ventura. “Nadie lo sabía, pero tenía pensado hacerlo en una plaza importante, de las que nos ha marcada a él y a mí. Y Madrid era el mejor sitio para hacerlo”.
La primera plaza del mundo fue testigo de su última faena. La de Nazarí. Porque Diego Ventura, empezó tan joven, a los 15 años, que pese a sus 25 de carrera todavía ve lejos su retirada. Con la ilusión por las nubes. Por el futuro. Por el suyo y el de la fiesta. Destaca el tirón de los rejoneadores jóvenes y la presencia de mucho público joven en las plazas. Pensando en el futuro, pero sin perder de vista su esencia, sus referencias, todos esos rejoneadores que le inspiraron y le hicieron crecer: Bohórquez, Peralta, Vidrié, Moura, Pablo Hermoso de Mendoza… Y con su pasión, intacta. Y con ganas de aportar más. “El sueño es seguir manteniéndome en la cima, aunque es muy difícil. Sacar nuevos caballos e innovar”. Y ahí, seguirá contando con Nazarí, cuyos primeros hijos ya están triunfando.