¿Eres de los que piensas que ya no se hace música como la de antes? Pues no es que te hayas vuelto demasiado gruñón ni que seas un nostálgico empedernido, porque, según la ciencia, tienes toda la razón. Un equipo de investigadores de la Universidad Sapienza de Roma y la Universidad de Padua ha analizado la evolución de la complejidad musical a lo largo de cuatro siglos y han llegado a una conclusión clara: la música actual es cada vez más simple y repetitiva.

Los científicos aplicaron la denominada ciencia de redes en su estudio para examinar 20.000 composiciones encuadradas en seis macrogéneros a lo largo del tiempo. Así, representaron las notas musicales como nodos en una red y establecieron conexiones entre ellas en función de su secuencia en cada pieza. De esta forma se puede medir la complejidad musical observando la diversidad de transiciones entre notas y los patrones de repetición. A mayor variedad y riqueza en estos enlaces, más elaborada es la composición.

Los resultados sugieren que la complejidad de la música ha disminuido con el tiempo, una tendencia que también afecta en cierta medida a la música clásica y al jazz, que históricamente han sido los géneros más complejos estructuralmente. Según los investigadores, esta reducción de la sofisticación musical tendría que ver con factores tecnológicos y socioculturales.

En ese sentido, argumentan que la 'democratización' de la composición, la accesibilidad a herramientas digitales y las plataformas de streaming han contribuido a impulsar la homogeneización y la simplicidad. Asimismo, la influencia de los algoritmos en la distribución de contenidos han favorecido la creación de canciones con estructuras más sencillas y repetitivas.

 “Anteriores estudios han sugerido que el contenido que circula en entornos rápidos, interconectados y curados algorítmicamente está sujeto a procesos de simplificación, como se ve en el caso de las letras de canciones y los comentarios en redes sociales”, afirman los autores de la investigación.

Muchos compositores consideran que la música se compone de tres elementos básicos: melodía, armonía y ritmo. Y es innegable que mucha de la música música comercial que se produce en la actualidad, con el reguetón como ejemplo más claro, se basa mayoritariamente en el ritmo, y más concretamente en patrones que se repiten.

En cualquier caso, el estudio subraya que, aunque la simplificación melódica es evidente, la música sigue evolucionando en otros aspectos. La producción sonora, el uso de capas digitales y la experimentación con texturas están aportando matices novedosos que no se solían contemplar en los modelos tradicionales de análisis musical.

Los investigadores concluyen poniendo en valor su estudio: “La tendencia observada hacia la simplificación musical refleja cambios sociales más amplios, incluyendo la influencia de la interconectividad global, la rápida difusión de contenidos y la curaduría algorítmica en el consumo musical”. “Al situar estos resultados en un contexto más amplio de cambio tecnológico y social, el estudio establece una base para futuras investigaciones sobre la interacción entre creatividad, cultura y tecnología”, finalizan.