Agustín Martínez, de Carmen Mola, se lanza en solitario con una novela de nazis: "No hace falta ser un psicópata para convertirse en un monstruo"

El escritor murciano nos sumerge en 'El esplendor' en un mundo de ambiciones, falsas identidad y corrupción moral
"Escribir en solitario me permite adentrarme en un tipo de historias que no caben en el universo de Carmen Mola", nos cuenta el autor
Carmen Mola: "A nuestro lector le gusta asomarse a la oscuridad porque se siente menos solo"
El nombre de Agustín Martínez puede que no sea tan popular como el de Carmen Mola, uno de los mayores fenómenos literarios españoles de los últimos años, pero formar parte del colectivo de escritores que se esconde detrás del pseudónimo más célebre de la novela negra actual (junto a Jorge Díaz y Antonio Mercero) te garantiza una fiel base de lectores que va a estar pendiente de todos tus pasos. El último de ellos, 'El esplendor' (Planeta, 2025), tiene todos los ingredientes adictivos -secretos de alto voltaje, giros impactantes, ritmo trepidante- para enganchar a los amantes del thriller psicológico.

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En 'El esplendor', tercera novela en solitario tras 'Monteperdido' y 'La caza', Martínez nos sumerge en la vida de Rebeca y César, una pareja de buscavidas atrapada en un mundo de ambiciones, falsas identidades y corrupción moral, con un trasfondo histórico muy concreto, la isla de Alderney, el único campo de concentración que hubo en suelo británico durante la Segunda Guerra Mundial y donde murieron muchos españoles.
¿De dónde nace ‘El esplendor’?
He tenido la suerte de tener mucho tiempo para escribir esta novela, no tenía prisa por publicarla, pero si me remonto a su origen, creo que lo que prendió la chispa fue la profesión que desempeña Rebeca. Ella es una cazadora de herencias, un trabajo que me parecía muy literario; como un detective, tiene que reconstruir la vida de una persona que ha fallecido sin dejar testamento para encontrar a algún familiar y, así, poder quedarse con una parte de la herencia. Me ofrecía una línea de investigación distinta a la de otros thrillers y me permitía construir una historia que parte de una pregunta muy sencilla y que es el conflicto de César, su pareja: ¿y si no conoces realmente a la persona con la que has vivido y de la que estás enamorado?
¿Qué pasó realmente en la isla de Alderney?
Descubrir el pasado de esa isla fue también una sorpresa para mí: estaba diseñando la historia de suspense que lleva a Rebeca y César desde Madrid a una isla del Canal de la Mancha. Necesitaba ir allí porque el dinero que están buscando está oculto en un paraíso fiscal y las islas del Canal lo son. Entonces me encontré con esta historia: durante la Segunda Guerra Mundial, las islas fueron ocupadas por el ejército nazi. En Alderney se levantaron cuatro campos de prisioneros, aunque toda la isla era un gran campo de concentración. Allí murieron muchos rusos, judíos, franceses y también españoles. Durante el tiempo que duró la guerra, Alderney fue un infierno y ese pasado, en gran parte silenciado, encajaba a la perfección con la historia que quería contar en El Esplendor.
¿Cómo te documentaste?
No fue un proceso sencillo. Después de que acabara la guerra, da la sensación de que el gobierno inglés puso mucho empeño en olvidar lo que había sucedido en Alderney. Tanto que el primer libro que indaga en lo que sucedió no se publicó hasta 1982. Desde esa fecha, no son muchas las publicaciones que documenten lo sucedido. De hecho, la más detallada no vio la luz hasta 2022. Por otro lado, tuve la suerte de dar con dos pequeños libros escritos por supervivientes de los campos de Alderney, uno ruso y otro español. La descripción que hago del día a día en la isla durante la ocupación es una transcripción de sus experiencias. Quería que, de alguna forma, sonara la voz de los que murieron y fueron torturados en Alderney.
¿Tiene un reflejo ese pasado nazi que descubres en la novela con lo que está pasando en la actualidad?
Creo que nos enseña algo que no deberíamos olvidar: el marco moral en el que vivimos no es inquebrantable. Si se dan las condiciones adecuadas, lo que ahora nos parece que está mal, puede estar bien. La moral puede saltar por los aires y no hace falta que el ser humano sea un psicópata para convertirse en un monstruo. Pienso en algo que contaban los supervivientes de Alderney: si un soldado nazi mataba a un preso, sus superiores lo premiaban con días de vacaciones. Es así de fácil y de banal convertir el mal en algo que esté no solo consentido, sino recompensado.
Me considero mejor escritor ahora que después de las siete novelas que he escrito con Jorge y Antonio
¿En qué se diferencia escribir como Carmen Mola a hacerlo en solitario?
Hacerlo en solitario me permite adentrarme en un tipo de historias que no caben en el universo de Carmen Mola. Dentro de Carmen Mola, tenemos una voz concreta y una manera de contar las historias. Es como mudar de piel cuando te enfrentas a una novela en solitario, porque la forma y el fondo de lo que estás tratando, también cambia.
¿Qué has aprendido como Carmen Mola que hayas podido volcar en ‘El esplendor’?
Creo que he aprendido mucho. Me considero mejor escritor ahora que después de las siete novelas que he escrito con Jorge y Antonio. Uno de los mayores lujos de la experiencia en Carmen Mola es disfrutar del talento de mis compañeros y alimentarme de él. No sabría señalar algo concreto, quizá no exista, es más una cuestión de crecimiento como escritor.

¿En algún momento de la escritura te sentiste tentado de consultarle algo a tus compañeros?
Claro que sí. En el proceso de escritura siempre hay momentos de duda, de bloqueo o de inseguridad porque temes que la historia no esté funcionando. Ahí es donde surge la tentación de usar a mis compañeros para salir del atolladero, que es algo que forma parte de nuestro de sistema de trabajo en Carmen Mola. Sin embargo, a la hora de escribir en solitario, los tres nos comprometimos a no recurrir a los otros y a superar esos puntos críticos sin ayuda.
El tema principal del libro es la identidad. ¿Carmen Mola fue tu manera de escapar de ti mismo? ¿De reinventarte en otro?
Quizá sí. En literatura es raro que un autor escriba novelas que tocan diferentes géneros o estilos. Se suele encasillar al autor en algo concreto. Sin embargo, la versatilidad es algo habitual en el mundo del guion, donde uno puede pasar de una comedia romántica a un thriller histórico sin problema. Cambiar de nombre, mudar de piel, es una manera de afrontar diferentes proyectos y que el lector sepa qué puede esperar de una novela escrita por Agustín Martínez o por Carmen Mola.
No pienso en Carmen Mola como un peso, sino como en una ayuda. De alguna forma, es un impulso también para mi trabajo en solitario
¿Cuánto pesa Carmen Mola a la hora de publicar en solitario?
No pienso en Carmen Mola como un peso, sino como en una ayuda. Gracias a las novelas que hemos escrito, hemos llegado a gran número de lectores. De alguna forma, es un impulso también para mi trabajo en solitario. Lo único que espero es que el lector sea consciente de que en El Esplendor no se va a encontrar el tipo de novela de Carmen Mola, sino con algo distinto que espero que también le enganche y le haga disfrutar.
¿Sigues teniendo ganas de volver a escribir en equipo?
No solo tengo ganas, ya lo estamos haciendo. Hemos empezado a reunirnos para encontrar la historia de lo que será la próxima novela de Carmen Mola. El trabajo en equipo, tanto en literatura como en las series de televisión, es algo que disfruto mucho y que creo que es perfectamente compatible con la escritura en solitario.
¿Con qué esperas que se quede el lector de ‘El esplendor’?
Es una novela que tiene muchas capas. La más inmediata, es la de una historia de suspense, un misterio que creo que engancha al lector hasta la última página. He puesto mucho empeño en conseguir una trama en la que no seas capaz de prever adónde te va a llevar. Así que, lo primero que quiero es que el lector se lo pase bien. Luego, hay una serie de temas que me parecen importantes y, si estos se quedan un tiempo en la cabeza del lector, estupendo. Pero, sobre todo, me gustaría que al cerrar El Esplendor, el lector tuviera la sensación de haber viajado al lado de César y Rebeca, de haber estado en esa pequeña isla del Canal de la Mancha. Que la lectura haya sido una experiencia.