Tres cosas que la película 'Cónclave' te puede enseñar sobre lo que viene con el papa (y tres que no)

La película de Edward Berger relata el hermético rito de transición que se vivirá en los próximos días en el Vaticano
La cinta se ajusta escrupulosamente a la realidad en muchos elementos, pero se toma ciertas licencias dramáticas
Así es el cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco: "Los candidatos españoles tienen un perfil muy interesante"
Hay películas que tienen el don de la oportunidad y llegan en el momento adecuado. En realidad, 'Cónclave', el filme de Edward Berger sobre el arduo proceso de búsqueda del nuevo líder de la Iglesia católica tras la muerte del sumo pontífice, se estrenó hace unos meses con gran éxito de público e incluso ganó el Oscar al mejor guion adaptado, pero el fallecimiento del papa Francisco vuelve a poner el foco sobre ella, dado que el hermético rito de transición que se vivirá en los próximos días en el Vaticano es descrito en la cinta con máximo realismo. ¿O no?

En la película es el cardenal Thomas Lawrence, interpretado por Ralph Fiennes, quien asume las tareas de coordinar el cónclave que designará al nuevo papa, rol que en la realidad le corresponde al cardenal Kevin Ferrell, camarlengo de la Santa Sede.
Protocolos fidedignos
En la ficción se detalla con mucha verosimilitud cómo tras certificar la muerte del santo padre se viste su cuerpo de rojo, se destruye con un martillo el anillo del pescador utilizado para sellar documentos y se precintan sus aposentos en la Casa Santa Marta, tal y como ha ocurrido en la realidad. Desde el fallecimiento del papa hasta el comienzo del cónclave deberán transcurrir entre 15 y 20 días, tiempo que en el filme no queda claro.
Encierro en la Capilla Sixtina
En la película los 120 cardenales son encerrados en la Capilla Sixtina sin contacto con el exterior. No pueden entrar ni salir una vez que comienza. Esto responde con exactitud a la realidad. El cónclave se lleva a cabo en estricto aislamiento para evitar influencias externas. Además, los cardenales juran guardar secreto absoluto sobre todo lo que ocurra en esa reunión, bajo pena de excomunión.
Fumata blanca
El cónclave se se prolongará hasta que uno de los candidatos obtenga una mayoría de dos tercios. En la película se respeta esta regla clave y son seis las votaciones necesarias para llegar a la fumata blanca, el humo blanco que anuncia el habemus papam. Si no hay acuerdo el humo que sale por la chimenea es negro. Las votaciones se realizan en papeletas manuscritas, que se doblan y se depositan en un cáliz. Todo esto es escrupulosamente exacto en la cinta.
Licencias y exageraciones
Pero tampoco hay que olvidar que 'Cónclave' es una ficción, y como tal, necesita echar mano de dramatizaciones o licencias narrativas que probablemente no se ajusten del todo a la realidad.
En la película se desatan las luchas de poder entre diferentes facciones de la Iglesia, la dialogante representada por el cardenal interpretado por Stanley Tucci, el reaccionario de Sergio Tedesco o el ambicioso de John Lithgow. Aunque en la realidad también hay diferencias de opinión entre los cardenales y posiciones encontradas, el filme dramatiza y exagera los conflictos y conspiraciones para acercarse más al thriller político que a la realidad documentada.
También se sugiere que hay mucha comunicación clandestina. Que hay multitud de mensajes ocultos entrando y saliendo del cónclave, cuando en realidad este está herméticamente sellado. Están prohibidos los teléfonos, internet y todo contacto con el mundo exterior mientras dura el procedimiento.
Otro aspecto excesivamente novelesco de la cinta de Berger es la elección de una figura ajena a los papables clásicos. Es cierto que en la historia ha habido algunas sorpresas, como la que protagonizó Karol Wojtyla en 1978, pero en la película se lleva esta idea hasta el extremo, haciendo que salga elegido un personaje absolutamente inesperado en un giro de guion drástico y absolutamente inasumible en la realidad de la Iglesia católica.