Silvia Superstar y las tres décadas de 'The Killer Barbies': “Fuimos pareja 16 años y nunca hemos sido celosos”

El dúo vigués publica nuevo disco, ‘El pop se autodestruirá en 4, 3, 2, 1…”, justo treinta años después de que publicase el primero
Silvia y Billy King fueron pareja 16 años: “Groupies y fans los había y te atacaban, pero estábamos encantados con nuestra relación”
En 1995, cuando la música indie era aún un negocio incipiente, The Killer Barbies convulsionaron la industria musical española con su primer disco, Dressed to kiss. Aquel álbum dejó a la parroquia boquiabierta: la banda viguesa regurgitaba un punk-rock divertido no muy explotado en nuestro país y estaba liderada por una chica que componía la música de las canciones —de las letras se encargaba el batería— y que no gastaba mucho en vestuario para los conciertos: solía aparecer en escueto bikini. Aquella indómita rockera se hace llamar Silvia Superstar (Silvia García Pintos), el batería, Billy King (Antonio Domínguez), y tras una carrera profusa al principio, intermitente después, ambos celebran el trigésimo aniversario de aquel debut con un nuevo trabajo, titulado El pop se autodestruirá en 4, 3, 2, 1…
En realidad, este álbum lleva año y medio grabado, de modo que no lo han concebido para conmemorar la efeméride. Como nos cuentan en una sala de su discográfica, exuberantes ambos con su combinación textil de rojo y negro, fue en 2020 cuando The Killer Barbies decidieron retomar su actividad, cosa que hicieron con un disco titulado Vive le punk!. La pandemia, el confinamiento y las medidas restrictivas por covid abortaron la posibilidad de darlo a conocer como les habría gustado. Encajaron estoicamente el golpe y se pusieron manos a la obra con otra grabación, la que este 2025 ha visto la luz.
En el camino, y en conversaciones con su discográfica para reeditar los viejos discos por el aniversario, explicaron al director del sello que tenían un disco nuevo por el que querían apostar. “Lo antiguo está bien —dice Billy King— pero mejor está un disco muy vigente. Le envié al director un par de temas, le gustaron y ahí surgió la idea de publicarlo para hacerlo coincidir con los treinta años del primer álbum”. Un libro, titulado Voy a matarte esta noche, escrito por Luis León Luri, también se ha editado en estas fechas tan señaladas. “Las cosas pasan porque tienen que pasar”, indica Silvia Superstar. “Al final todo ha salido a la vez y es un trabajo más completo”.
Lo primero que sorprende del nuevo álbum es su título, que alude a la autodestrucción del pop, como si de un presagio apocalíptico se tratara (la portada, que parodia la que Andy Warhol elaboró para The Velvet Underground & Nico en 1967, es obra de King). “El pop cambia cada dos días —explica el artista— y da la sensación de que debe destruirse para crear cosas nuevas. Para mí todo es cultura pop: el punk, la música hecha con ordenadores, una lata de Coca-Cola… Y llegará un momento en que se autodestruirá para acabarse”. Sobre la muletilla de “4, 3, 2, 1…”, añade: “Recuerdo las pelis de James Bond, en que decían eso: ‘Este mensaje se autodestruirá para acabar con el mundo…’. Es un guiño generacional”.
Cuando uno se adentra en las canciones, esta vez todas en castellano, se da de bruces con “No creo en el amor”, aparente alegato contra el compromiso afectivo; bastante común entre personas de más de 50. “Yo estoy un poco en ese punto, ojo”, dice Silvia Superstar, que tiene 54 y ahora está muy a gusto sola. “Hay gente que sostiene que el amor lo va a solucionar todo, y en la historia de la humanidad no ha solucionado nada”.
La verdad es que el tema lo escribió Billy King para un amigo que acababa de pasar por una ruptura sentimental. “Estaba destrozado moralmente”, dice. “Yo le decía que se fuera a Hong Kong a conocer gente nueva. No es que no creamos en el amor. Es solo una letra divertida, muy fresca y muy de nuestros primeros tiempos”.
Cuando estrenaron la canción recibieron todo tipo de comentarios en redes sociales; algunos eran reproches de personas que sí creen en el amor. “Se lo tomaban en serio y eso es realmente lo que nos hace gracia de estas cosas, el provocar”, dice Silvia, quien matiza: “Soy bastante enamoradiza, pero en este momento estoy como free, tranquilita en ese sentido. O sea que no me apetece mucho [enamorarme], digamos”.
Exnovios y, sin embargo, amigos
En su día sí que ambos se enamoraron: el uno de la otra y al revés. Se hicieron novios muy jovencitos, cuando ella tenía 17 y él, dos más. En total, su relación se prolongó dieciséis años. No complicó eso su carrera musical, en la que el asedio de los y las fans, casi siempre con interés sexual, no se interpuso en su amor. “Groupies y fans los había igual y te atacaban igual —dice Silvia— pero estábamos encantados con nuestra relación. Nunca hemos sido personas celosas, porque tampoco había motivos. Teníamos muy claro que estábamos con la persona que queríamos estar”.
El cohabitar y trabajar con la misma persona no supuso ningún problema aquel tiempo. “Cuando vives con la persona con quien trabajas —dice ella— es muy guay, porque en el fondo vas creciendo con esa persona. Siempre hemos hecho un buen equipo a la hora de componer, Billy con las letras y yo con la música. Lo bueno de vivir juntos era que en cualquier momento podías crear: si surgía una idea, podías ir a la cocina y decir al otro: ‘He escrito esta canción, ¿qué te parece?’. Hacíamos muchos viajes a la India para componer, y era genial, porque teníamos muchas cosas en común y funcionaba muy bien. Se evita lo que sucede a otros músicos, que están todos los fines de semana de conciertos aquí y allá, y la pareja no aguanta, o es celosa, y el músico termina dejando el grupo”.
El término de su romance no inspiró ninguna letra de Billy (aunque Silvia habla de “Mil disparos”: “Cuando yo de nuevo a ti te vuelva a ver, sé muy bien qué debo hacer, otra vez”); sí que, cuando estaban juntos, el batería creó muchas canciones (“mogollón”, dice) inspirado por ella. “A veces estábamos viendo una peli de terror, yo acojonado y Silvia muerta de risa, y pensaba que iba a sacar un picador de hielo”, dice. Rompieron justo cuando el grupo paró dos años (en el transcurso de los cuales Silvia Superstar lanzó un disco en solitario titulado con su nombre, en 2008), por lo que no dio tiempo a que llegaran a publicar canciones sobre el después de su amor.
Irónicamente, aunque el tema “No creo en el amor” suscita desdén por ese sentimiento, podría decirse que este disco es el más romántico del grupo, ya que otras canciones (“Si me quieres o no”, “Vivir sin ti”) manifiestan ilusión por el hecho de estar enamorado. “Es que el amor se disfruta mucho”, dice Billy. “Hay letras que me gustan más que otras —apostilla Silvia—, pero bueno, sí, siempre me gusta lo que escribe Billy”.
Siempre o casi siempre. “Hay canciones de las que me ha dicho: ‘No lo canto”, revela Billy. La principal fricción ha surgido por la decisión de cantar en castellano. Ya probaron a editar un disco en nuestro idioma en Alemania y allí lo rechazaron. “No me siento tan cómoda como en inglés, y él debe entender que son letras que voy a cantar yo; que debo hacer mías y sentirlas”, dice Silvia.
“Pero como nuestro próximo mercado a conquistar es México, estamos encantados”, añade. Una de las canciones que descartó en un primer momento, y no por cuestiones idiomáticas, fue “Ch-ch-chúpame!”, de este disco. “Decía a Silvia: ‘Pero si cantas perfectamente ‘Suck my kiss’ [de Red Hot Chili Peppers], ¿cómo no vas a cantar ‘Ch—ch-chúpame!’?”, recuerda él. Finalmente ella accedió y ahora cierra El pop se autodestruirá…
Menos amor hay en “Voy a ser millonaria”, donde anteponen lo material a lo sentimental, como si fuese una oda a las chicas que buscan sugar daddies. “Cada uno que haga lo que quiera”, explica Silvia. “El tema es una crítica al consumismo. Aunque somos bastante consumistas. Pero es cierto que nos bombardean con tantas cosas, que te hacen desear un coche mejor, un móvil mejor… Y al final te olvidas de lo que realmente es importante. Lo que va a hacerte feliz no es el coche último modelo”.
Actitud punk indestructible
Tres décadas después de su puesta de largo discográfica, queda claro que la actitud punk sigue presente en The Killer Barbies, a pesar de que ambos han cruzado la barrera de los 50, etapa en que otros tienden a moderar sus ideas. “A ver, la actitud está ahí y la forma de ver las cosas también”, dice Silvia. “A los 20 años tienes mucha más energía y eres mucho más echado para delante, quieres comerte el mundo. Luego te relajas un poco, pero para mí el punk es una forma de pensar y un estilo de vida”.
“El espíritu está intacto”, apunta Billy. “No hay mucha diferencia con cómo pensaba antes. Es cierto que ahora te duele la espalda o te cansas más al cargar y descargar la furgoneta; te dan ganas de irte a casa. Ese cambio físico lo notas, pero la esencia está ahí, y la forma de hacer las cosas y de pensar ante ciertas situaciones no ha cambiado para nosotros. Por eso sacamos los discos que sacamos y seguimos haciendo la música que hacemos”.
Si ellos no han cambiado, la sociedad sí, y cabe plantear si la estética de Silvia Superstar encaja con unos días en que sexualizar a las mujeres se repudia. “Siempre me he vestido como he querido”, dice ella. “Menos en Japón, donde querían controlar mi forma de vestir, y no lo consiguieron, nunca he tenido problema en mostrarme como me apetecía. Me gustan mucho las mujeres de los años cincuenta, las bombshells, Marilyn, Bettie Page… Eso forma parte de mí y de la imagen del grupo. Pero hoy todo está sexualizado, con el reggaetón y el trap los culos están más en auge que nunca y, en comparación con lo que hay, soy bastante recatada”.
Como The Killer Barbies opera de forma intermitente, Silvia y Billy dedican mucho tiempo a otros menesteres: ella es dueña de varios bares, tiene una marca de ropa y organiza fiestas (antes se llamaban El fabuloso y ahora Fuego); él también tiene bares, fue propietario de una sala de conciertos y pasa horas enfrascado en la pintura. “Está bien refrescar la cabeza y volver con más ganas”, indica él. “Hemos tenido parones, pero la música siempre está ahí”. Interviene Silvia: “Cuando me preguntan, siempre digo que soy artista. Donde más cómoda me siento es en el escenario”.
¿Consideran que la escena indie los ha valorado en su justa medida; esto es, como pioneros de ese movimiento? La pregunta provoca discrepancias. “Es que nosotros nunca hemos sido indies”, dice Silvia. “Pero sacábamos los discos en sellos indies”, señala él. “Pero realmente el estilo que teníamos muy indie no era. Siempre he llamado indie a otra cosa, a otro estilo de música, un rollo más tristón, más lánguido, más gris, y nosotros éramos pura fantasía…”, insiste Silvia.
“Sí se nos ha valorado entre los indies, hemos tocado mucho en festivales, hemos salido en revistas…”, continúa Billy. Silvia: “Sí, pero más como banda alternativa, pero ¿indie?”. Billy: “Son dos etiquetas que para mí quieren decir lo mismo”. Silvia: “Para mí no”… Y me despido de ellos sin que se hayan puesto de acuerdo.