La tradición milenaria de las Vírgenes Juradas, aún vigente: “Tienen que dejar de ser mujeres para ser libres”

Elvira Donés da voz en su última novela, 'Virgen jurada' (Errata naturae), a una figura real (aunque parezca increíble) y casi secreta de la tradición balcánica: en algunas zonas remotas todavía se conserva
Se trata de las ‘burrneshas’, mujeres que, para tener los mismos derechos que un hombre, juraban castidad y dejaban de ser mujeres para siempre
A Elvira Dones, novelista, guionista y realizadora de documentales, le marcó el silencio. Creció en la Albania comunista, donde hablar de más podía costarte la libertad —o algo peor— y donde las mujeres tenían reservado un minúsculo a la sombra de los hombres.
Con el paso de los años, exiliada en Suiza, entendió que ese silencio que le perseguía desde niña no era solo político sino que era algo más íntimo, femenino. En 'Virgen jurada', su última novela, da voz a una figura real (aunque parezca increíble) y casi secreta de la tradición balcánica. Se trata de las ‘burrneshas’, mujeres que, para tener los mismos derechos que un hombre, juraban castidad y dejaban de ser mujeres para siempre. En la obra, Hana se convierte en Mark en busca de una vida nueva.
Las vírgenes juradas cambiaban su nombre, su ropa, su forma de vivir y su rol en el mundo a cambio de la libertad de poder heredar tierras, portar armas o moverse sin permiso. Podían vivir, pero no del todo. Porque ser libre a costa de renunciar a una parte de uno mismo no es precisamente libertad. Es un precio. En esta conversación con Uppers, Elvira Dones habla de tradición, de pasado y de cultura, pero también de vida, de presente, de identidad y de cómo el mundo aún no supera, de un modo u otro, modelos como los de los de las vírgenes juradas.
En tu libro, ‘Virgen jurada’, Hana, la protagonista, se convierte en Mark para sobrevivir en una sociedad que niega a las mujeres incluso los derechos más básicos: moverse, decidir, leer. ¿Qué nos dice esto sobre la identidad cuando se convierte en una herramienta de resistencia más que en una forma de expresión?
Al asumir una identidad masculina en una sociedad arcaica que durante siglos prohibió a las mujeres ejercer cualquier forma de autodeterminación, Hana realiza un acto de resistencia, pero también es una forma de expresión y de protesta, por extraño que parezca.
Las vírgenes juradas siguen existiendo y son un ejemplo radical de cómo las normas de género pueden moldearse por necesidad. ¿Hasta qué punto crees que hoy seguimos atrapados en versiones más nuevas de lo mismo?
Aunque muchas sociedades han superado los roles de género rígidos, adoptando comprensiones más fluidas de la identidad y expresión de género, todavía estamos atrapados en versiones sofisticadas del mismo marco.
En las sociedades modernas, mujeres y hombres —con frecuencia— enfrentan expectativas diferentes, por ejemplo, en cuanto al cuidado, el trabajo emocional, etc. Las mujeres cargan con el trabajo doméstico no remunerado; desempeñan varios roles a la vez: madre, esposa, profesional, y se espera que desempeñen todos esos papeles con igual destreza. Y, por cierto, en el mercado laboral, en promedio, las mujeres ganan el 77% del salario de los hombres.
En la novela, Mark parece más libre que Hana, pero es una libertad nacida de la renuncia. ¿Crees que eso lo hace más libre o menos?
Antes de convertirse en Mark, Hana era libre para soñar con poesía, con el amor, con otros mundos y otros idiomas. Nadie podía controlar su mundo interior. En ese sentido, era más libre.
Al convertirse en Mark, ganó solo una parte de la libertad física. Pero la libertad es un concepto muy complejo y sutil. Si bien podía moverse libremente y ser aceptada en el mundo de los hombres, tuvo que congelarse internamente para sobrevivir emocionalmente. Al convertirse en Mark, Hana renunció a la libertad real, la del alma.
¿Crees que nuestras sociedades aún esperan que las mujeres paguen un precio simbólico por cada paso que dan hacia la libertad?
Si bien el progreso legal y social ha ampliado los derechos de las mujeres en algunas partes del mundo, en otras, la violencia contra las mujeres es hoy profundamente alarmante. Solo por dar un ejemplo: el feminicidio. Es una realidad dura que afecta a las mujeres en todas partes, tanto en sociedades progresistas como en las menos avanzadas. El asesinato y la violación de mujeres son una realidad global. Cuanto más avanzan las mujeres, o intentan hacerlo, parece que el precio que deben pagar es enorme.
Cuanto más avanzan las mujeres, o intentan hacerlo, parece que el precio que deben pagar es enorme
Como autora exiliada que vivió bajo el régimen comunista de Albania, ¿qué supuso para ti volver a visitar este tipo de tradiciones?
Ha sido, y sigue siendo, un proceso continuo de comprensión y de intentar narrar lo mejor posible como escritora. Sí, también es una crítica. Lo considero un acto de deber hacia las mujeres de mi amado país. En mi infancia y juventud estuve rodeada de mujeres maravillosas: mis dos abuelas, mis numerosas tías, cada una con historias dolorosas, llevadas con gran dignidad y resiliencia. Cada vez que regreso a Albania me encuentro con la generación más joven de mujeres, valientes y con voz propia, reclamando su papel en la sociedad albanesa moderna. Y eso sigue teniendo un precio. El mundo patriarcal y machista sigue ahí y ellas tienen que afrontarlo en cada paso que dan.
¿Qué lecciones crees que nos ofrecen las vírgenes juradas?
Por aclarar algo: el fenómeno de las Vírgenes Juradas existió a lo largo de los siglos debido a una sociedad profundamente patriarcal en el norte profundo de Albania donde, como mujer, no tenías valor ni derechos, salvo el de procrear y servir a los hombres. Esa tradición está desapareciendo y quedan muy pocas Burrneshas (Vírgenes Juradas) vivas. Con la modernización de la sociedad albanesa, las normas patriarcales han sido —casi— derribadas.

Me haces una pregunta muy compleja, más adecuada para académicos, antropólogos y especialistas en estudios de género. Pero, en resumen, durante más de cinco siglos, al elevar a unas pocas mujeres al estatus masculino, la sociedad, gobernada por hombres con poder absoluto, evitó abordar las causas profundas de la desigualdad de género, perpetuando la injusticia estructural bajo el disfraz de tradición cultural.
En el norte profundo de Albania, como mujer, no tenías valor ni derechos, salvo el de procrear y servir a los hombres
Hoy se habla mucho de identidades fluidas, pero la historia de Hana/Mark parece lo contrario: una identidad endurecida para encajar. ¿Ves un paralelismo entre lo que vive Hana y lo que enfrentan muchas personas trans o no binarias?
Este es un tema muy querido para mí. Incluso en lo que consideramos una sociedad más progresista, los prejuicios son difíciles de erradicar. “El otro” se ve/considera como una amenaza a nuestras convicciones arraigadas. A menudo se pueden leer en las redes sociales comentarios horribles y amenazas de muerte hacia personas de la comunidad LGBTQ+, y eso no hay quién lo entienda.
Ni hablar en sociedades menos comprensivas y rígidas, donde las personas “diferentes” son encarceladas, asesinadas o lapidadas en lugares públicos.
¿Qué le dirías a quienes ven las historias de las vírgenes juradas como algo ‘lejano’ o ‘exótico’? ¿Está todo más cerca de lo que pensamos?
Escribí ‘Virgen Jurada’, inventé a Hana, tras una larga y profunda investigación. Pero nunca se me ocurrió escribir una historia “exótica” por el simple hecho de hacerlo. No. Me conmovieron sus vidas, por lo que las reglas feroces de un mundo patriarcal impusieron sobre ellas.
Las Vírgenes Juradas fueron un producto de un contexto social y cultural profundamente injusto, y la injusticia, lamentablemente, siempre ser á parte de la humanidad. Siempre habrá alguien a quien etiquetaremos como “exótico” y esa es la parte triste.
¿Crees que hoy existen ‘vírgenes juradas invisibles’?
No puedo hablar por personas cuyas historias desconozco. Lo que sí sé es que cuando una mujer en una posición de poder se comporta como un “jefe-hombre”, se la etiqueta como una “bruja”. Cuando un hombre en la misma posición actúa de forma autoritaria, es un gran líder, poderoso y eficiente. Y esta distinción habla por sí sola.
En las sociedades modernas, ¿hasta qué punto seguimos pidiendo a las personas que traicionen su identidad para ser aceptadas?
Queremos y esperamos que ellos/nosotros “se adapten”, y por lo tanto finjan su/nuestra identidad más profunda. Considero esto una forma de violencia.
Muchas mujeres occidentales aún ocultan su deseo para ‘encajar’ en el sistema. ¿Es esta una versión moderna de las vírgenes juradas?
La mujer moderna tiene que encajar en un molde. Se espera de ellas que sean sexys, autoritarias pero dulces; madres y esposas perfectas; colegas impecables; sociables y siempre, siempre, sin protestar. Además, al mismo tiempo deben ser líderes. ¿No es una contradicción total? ¿Qué se pide y se espera? Ese tipo de humano-robot que ni siquiera la IA ha logrado perfeccionar hasta ahora.
En tu novela, Hana/Mark transita de una identidad impuesta por la tradición a otra que apenas empieza a descubrir. ¿Qué nos enseña este cambio sobre el costo emocional de tener que ‘representar’ una identidad solo para vivir con dignidad?
Por mucho que nos digamos a nosotros mismos, ninguna sociedad es totalmente inclusiva. Debemos ser brutalmente honestos en ese sentido. Quizás algún día, en el futuro, pero eso es un pensamiento ilusorio. A los humanos nos gusta el antagonismo. Nos comportamos como “inclusivos” pero no lo somos.
Ninguna sociedad es totalmente inclusiva. Debemos ser brutalmente honestos en ese sentido
Tuviste que huir de tu país bajo una dictadura comunista. ¿Hay una parte de ti que todavía se siente exiliada, incluso después de construir una vida fuera de Albania?
Cada vez que el avión aterriza en el Aeropuerto de Rinas, me pregunto a dónde pertenezco. Me lleva aproximadamente dos días volver a ser albanesa; mi acento delata sonidos de otros idiomas queridos…
Esperando para cruzar la calle, ante un semáforo en rojo, espero respetuosamente la luz verde incluso cuando no hay tráfico. Soy la única idiota que respeta las reglas, y eso me hace sonreír. Es la suiza en mí que no puede romper las reglas. Son solo pequeños detalles como ese. Pero no me siento exiliada, sino una persona que ha abrazado diferentes culturas.
Viviste la censura, el miedo y la vigilancia estatal. ¿Cómo moldeó eso tu vida y tu carrera? ¿Aún sientes la necesidad de esconder o codificar lo que dices?
Crecí escuchando a diario una frase pronunciada por mi amado padre: “Fuera de esta casa, cuida lo que dices”.
Décadas después, como adulta, comprendí la violencia sutil de esas palabras dichas en voz baja. “Cuida lo que dices” era lo que todos nuestros padres nos decían… Era peligroso hablar abiertamente viviendo bajo una dictadura comunista. Ahora soy libre; sé cómo decodificar y responder. Y eso es la mayor de las libertades.
¿Alguna vez has sentido culpa al escribir sobre tu país o sobre las mujeres de tu tierra?
Vivir físicamente fuera del país no me hace menos albanesa. No soy una extraña. Regreso a mi país con regularidad. Y no entiendo por qué debería sentirme culpable. ¿Por haber contado historias sobre la sociedad albanesa y su historia de la forma más honesta posible?