Vuelta al origen: cuando Superman fue un justiciero social que luchaba contra los poderosos

La creación original de Jerry Siegel y Joel Schuster era casi un activista antisistema que combatía a corruptos y explotadores
Política, historia y capas voladoras: el superhéroe de cómic que reinó en cada década no fue casualidad
El nuevo Superman de James Gunn es woke, según lamenta la derecha estadounidense. Al parecer, a algunos les preocupa que el último hijo de Krypton sea representado como un inmigrante que defiende a los marginados y los vulnerables y combate el racismo y la xenofobia. Les molesta que se traicione la imagen del superhéroe patriota que luchaba por la verdad, la justicia y el modo de vida americano.

Pero, de ser cierto esto, ¿a qué versión de Superman estaría traicionando esta visión del personaje interpretado ahora por David Corenswet? Desde luego, no a la que crearon en 1938 Jerry Siegel y Joel Schuster, dos jóvenes judíos hijos de inmigrantes con tendencias izquierdistas que buscan su sitio en los EEUU intolerantes y racistas de la Gran Depresión. De hecho, si el Superman de Gunn es realmente woke en cierto modo simplemente habría vuelto a su origen.
"Un socialista violento"
Desde su primera aparición en el mítico 'Action Comics 1', Superman se caracterizó no por combatir a alienígenas y a genios del mal, sino a políticos corruptos, empresarios explotadores y banqueros sin escrúpulos, casi como si fuera un activista antisistema que defendía al ciudadano común de los desmanes de los poderosos, en una época marcada por desigualdad económica, los abusos laborales y las tensiones políticas. ¿Nos suena de algo?

En aquellas primeras historias, Superman tampoco se cortaba en usar métodos expeditivos. Incluso se recreaba castigando a los abusadores. "Era esencialmente un socialista violento", resumía Paul S. Hirsch, autor de 'Pulp Empire: Una historia secreta del imperialismo del cómic'.
Integración en el sistema tras la Segunda Guerra Mundial
Superman fue un justiciero social y progresista hasta que la Segunda Guerra Mundial obligó a definir el mundo entre buenos y malos y el cómic se convirtió en una eficaz herramienta propagandística. El Hombre de Acero pasó a integrarse en el sistema, e incluso en la maravillosa ucronía de las viñetas llevaba a unos avergonzados Hitler y Stalin ante la Liga de Naciones para que respondieran por sus crímenes. Con el tiempo fue volviéndose más moderado, más institucional, más conservador.
Así que el personaje que algunos critican ahora por ser woke tiene en común más de lo que imaginan con el Superman original, cuyas raíces se anclaban en el activismo social y la justicia para los desfavorecidos. La gran pregunta que deberían hacerse los ofendidos es qué clase de justicia se supone que debería defender el Hombre del Mañana.
