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Las tres veces que Eusebio Poncela dijo en el cine lo que tú no te atreviste en la vida

Eusebio Poncela en 'Martín (Hache)'. Uppers
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La muerte de Eusebio Poncela a los 79 años deja al cine español sin una de sus rara avis más fascinantes. Su actitud casi insumisa ante el oficio de interpretar le convirtió en uno de esos actores que no temen bajar al barro y adentrarse en los territorios más incómodos, turbios y complejos del ser humano. Muchas veces sus personajes pusieron voz a pensamientos que en su época convenía callar, como si el carácter indómito del actor se transmitiese a sus propias creaciones. Esos personajes suyos hablaban sin filtros en una España que aún aprendía a hacerlo.

Poncela irrumpió en escena durante los años 70 y 80 en plena Transición. Su rostro se hizo popular por su participación en el fenómeno televisivo de 'Los gozos y las sombras', pero siempre desconfió del éxito fácil. Mientras otros buscaban la comedia comercial sin aristas o el drama convencional, él prefirió ser el rostro de películas que rompieron moldes, como la inclasificable 'Arrebato', donde dio vida a José Sirgado, un director de cine atrapado en su fascinación por la imagen.

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Arrebato (1979)

"No es a mí a quien le gusta el cine, sino el cine a quien le gusto yo"

Esa frase que pronunciaba su personaje en la película de Iván Zulueta, cuestionándose su lugar en la creación artística, resume casi la esencia del propio Poncela. Para Sirgado, filmar y ser filmado es una necesidad que diluye la frontera entre creador y criatura. No basta con 'gustar' al arte, hay que ser atrapado por él, dejar que te consuma. Y Poncela pronuncia esa línea con esa mezcla de fragilidad y arrogancia que le convirtió en actor de culto.

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La ley del deseo (1987)

"Tú no tienes la culpa de no estar enamorado de mí, y yo tampoco tengo la culpa de estar enamorado de ti"

En 'La ley del deseo', dirigida por Pedro Almodóvar, Poncela encarnó a Pablo, un cineasta homosexual que vivía el amor y el deseo con una franqueza inusual para la época. La frase que le dirige a su amante como despedida estaba cargada de ternura, dolor y sinceridad emocional. En realidad, todos los personajes de aquella película eran directos y valientes, porque ponían sobre la mesa emociones y verdades que el cine español rara vez se había atrevido a mostrar.

Martín (Hache) (1997)

"Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar, es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda; bueno, no es que no me atraigan, claro que me atraen: me encantan, pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer, poseer, dominar, admirar… La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes. ¡Hay que follarse a las mentes!”

El célebre monólogo que soltaba su bohemio y descreído Dante en 'Martín (Hache)' cuando el personaje de Juan Diego Botto le preguntaba si le gustaban más los hombres o las mujeres es toda una proclama de libertad, reflejo de la ética personal del propio Poncela, que se alejaba de cualquier corsé social, huía de la rutina y de las imposiciones y se autodefinía como “la persona más desobediente del mundo”.