El inquietante experimento de Massive Attack en el que hace reconocimiento de caras del público de sus conciertos
La banda de Bristol abre el debate sobre la vigilancia extrema capturando, procesando y proyectando los rostros de los asistentes a uno de sus conciertos
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En los últimos años, la experiencia de asistir a un concierto ha cambiado radicalmente. Cada vez es más difícil asistir a uno sin tener que soportar toda una multitud de pantallas encendidas alrededor. El uso constante de móviles para inmortalizar y grabar hasta el último instante de lo que sucede sobre el escenario ha transformado la música en directo, interfiriendo en muchas ocasiones en la conexión entre el público y los músicos. Pero ¿qué pensaríamos si fuesen los rostros de los espectadores los que se capturaran, procesaran y proyectaran en las pantallas gigantes como parte del espectáculo visual, con o sin su consentimiento? Massive Attack, la banda de Briston pionera del trip hop, ha decidido hacer la prueba, abriendo de paso todo un debate sobre los límites de la privacidad.
Datos biométricos expuestos en pantallas LED
Robert Del Naja y Grant Marshall emplearon una tecnología de reconocimiento facial sobre los asistentes a uno de sus últimos conciertos, procesando sus datos biométricos y proyectando los resultados en una gigantesca pantalla LED detrás de la banda. El experimento dividió a la audiencia entre quienes elogiaron a Massive Attack por poner sobre la mesa un tema tan delicado como la privacidad y la vigilancia extrema de nuestros datos y quienes no pudieron evitar la incomodidad al sentirse inesperadamente expuestos.
Normalización de la vigilancia extrema
El objetivo era hacer visible el gran mal de nuestro tiempo, recordándonos cómo nuestro rostro es grabado, analizado y potencialmente almacenado por sistemas con los que nunca aceptamos interactuar de forma explícita, convirtiendo la experiencia en una provocadora crítica a la vigilancia extrema, pero también en una especie de 'venganza' contra un público que no tiene ningún problema en grabar a quienes actúan sobre el escenario y que legalmente están protegido por el artículo 105 de la Ley de Propiedad Intelectual.
El hecho de que Massive Attack ni siquiera hayan publicado detalles sobre el destino de los datos biométricos capturados durante el show no hace sino acrecentar la inquietud de los asistentes a la experiencia. La polarización de las reacciones en redes sociales confirmó que el objetivo disruptivo se cumplió. En cualquier caso, el experimento es coherente con la resistencia digital que Massive Attack ha cultivado durante décadas. Al final el espectáculo no solo cuestiona si esto es arte o invasión, sino si somos realmente conscientes de cómo la vigilancia se ha normalizado en nuestra vida diaria. Massive Attack poniendo el foco, una vez más, sobre aquello que permanece invisible.
