Música

OBK: “Estar enamorado hasta las trancas es una droga durísima, y debes desengancharte”

Jordi Sánchez, de OBK
Jordi Sánchez, único componente actualmente de OBK. Uppers
  • Jordi Sánchez, único componente ahora del proyecto, acaba de publicar su primera canción en doce años: ‘Maldita mujer’.

  • “OBK ha sido siempre el gran desconocido. No se nos ha entendido bien. Parece que molestábamos”, lamenta el cantante y compositor.

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Hay un detalle de la carrera de OBK que, si bien algunos conocen, a otros resulta ajeno por completo: sus vídeos musicales fueron la “escuela” en la que el director J. A. Bayona inició su trayectoria. El hoy reputado cineasta, responsable de El orfanato, Lo imposible, Un monstruo viene a verme.La sociedad de la nieve o Jurassic World: el reino caído, y ganador de cuatro premios Goya, llegó a dirigir, cuando era estudiante en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), hasta ¡catorce! videoclips de OBK. Entre ellos el de la canción “Tú sigue así”, que obtuvo un premio Ondas.

Jordi Sánchez y Miguel Arjona, componentes entonces de OBK —ahora reducido a Jordi en solitario—, conocieron a Bayona a través del hermano mayor de este, Carlos, presidente del club de fans de Depeche Mode en Barcelona. “Nos dijo: ‘Mi hermano hace vídeos”, recuerda Jordi. “No estábamos contentos con los nuestros; nadie entendía el rollo de OBK. A nivel visual, eran una castaña. Yo quería un Anton Corbijn [director de clips de Depeche Mode o U2] que nos pillara el rollo. Le dijimos que nos lo presentara”.

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Citados con el joven J. A. Bayona, les puso un vídeo del grupo El Fantástico Hombre Bala, en blanco y negro. “Suficiente para que dijéramos: ‘Qué guay’. Luego supimos que ese vídeo no lo había hecho él”, bromea el cantante. “Nos fuimos a los Monegros un sábado con el tema ‘A contrapié’, para cuyo vídeo, como era el último single del disco, la compañía nos dio 600 euros. J. A. Bayona vino con toda su familia para hacer bocadillos y echar una mano, y cuando vimos el clip dijimos: ‘Guau, lo tenemos’.

Empezaron a llamarle otros artistas: Camela, Bunbury, Nena Daconte… Hasta que hizo la película El orfanato, que lo petó”. En la actualidad, el músico y el realizador conservan la amistad. “Ya no es como cuando venía a mi casa a comer macarrones, pero hace poco estuvo en un concierto de OBK en Ripollés. Me siento muy feliz de sus logros”.

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El dato de los catorce vídeos con el sello de J. A. Bayona habría bastado para aprestigiar el nombre de OBK, el cual, sin embargo, y pese a su notable popularidad, nunca ha terminado de entrar en los círculos de prestigio. “OBK ha sido siempre el gran desconocido”, lamenta Jordi. “La gente piensa que Bayona es el que hizo los vídeos de Camela… Esa es la historia de OBK. El público conoce la marca, las canciones, pero no ha habido atención de los medios cuando se va viendo nuestra coherencia. Parece que molestábamos. ¿Por qué? Cuidábamos las portadas, los vídeos, me entrego en los conciertos… Como no te hacen caso, te esfuerzas el triple. Si te dicen que eres un genio, duras dos días”.

Fruto de ese esfuerzo constante, Jordi Sánchez ha decidido este septiembre publicar la primera canción de OBK en doce años: “Maldita mujer”. Un tema que conserva la esencia de su sonido y rompe una larga sequía discográfica (su anterior trabajo, el álbum Revolución, salió en 2013, “pero no pasó nada”, lamenta). La producción corre a cargo de Apollo Vice, que no es sino David Sánchez, de 27 años, el hijo menor de Jordi. “Ha resultado mejor de lo que podía esperar”.

“Estaba saciado, lo había hecho todo”, reconoce sobre su sequía de grabaciones. “Hubo un momento en que me di cuenta de que no tenía una necesidad de compartir música. Veo a otros compañeros que hacen canciones… No hay necesidad, cuando tienes carreras largas, de manchar la historia. Pero estoy en un momento muy vital, con mucha ilusión. Es el momento justo para sacar algo nuevo de OBK. Soy muy autocrítico, y un tema me ha de gustar mucho para compartirlo. En este caso tengo algo muy bonito que creo que va a gustar mucho a la gente que esperaba algo nuevo de mí”. “Maldita mujer” formará parte de un disco largo (tal vez un EP) que verá la luz a principios de 2026.

“Maldita mujer” aborda la dependencia emocional; esa adicción que surge hacia una persona y que hace que no podamos dejarla aun sabiendo que no nos conviene. “Ahí están mis miedos, mis inquietudes, mi sufrimiento…”, dice Jordi. “Esa maldita mujer forma parte de mi vida, fue un momento de cambio importante. Si no sufro, no soy capaz de componer. La vida me ha hecho sufrir en este momento, y eso lo recojo y lo transformo en una canción”.

Techno y melancolía

El amor y la melancolía inspiran desde siempre las canciones de OBK. “Las relaciones son complejas. Siempre hay una sensación de que uno da más que el otro, y es jodido cuando estás enamorado de alguien que no te toma en serio. Amar siempre es sufrir: si está todo bien, sufres porque eso se va a acabar; si está todo mal, sufres porque quieres que esté todo bien. Es una droga muy dura el amor. Cuando estás enamorado hasta las trancas es una droga durísima, y debes desengancharte, porque no te hace bien. Se nota que esa canción la lloro y que me duele. Me regodeo en eso, porque me encanta: un artista que no sufre, no tiene nada que contar”. Y añade: “Soy muy romántico, pero me encanta, porque si no fuera así, la gente no vería eso en mí. Mi música es puro corazón”.

En el gran momento que atraviesan las bandas que empezaron en los ochenta y noventa OBK ocupa lugar especial: tiene más actuaciones que la mayoría. “Estoy feliz”, exclama. “Todo pasa por algo. La marcha de Miguel no me afectó. OBK era un sueño mío de adolescente que compartí con mi amigo porque venía a mi casa todos los fines de semana. Él se dedicaba a hacer letras, pero todo el mundo de OBK ya lo tenía en mi cabeza. OBK es mi hijo, que compartí durante veinte años con Miguel y ahora lo cuido solo. Cuando Miguel se fue, me liberé. La convivencia, los egos, la falta de ilusión de uno… Son cosas normales en relaciones de trabajo o amistad. Desgraciadamente nos pasó: nos separamos”.

Jordi Sánchez (voz) y Miguel Arjona (teclados), amigos de Sant Feliú de Llobregat (Barcelona), comenzaron a hacer música en 1991. En 2012, Arjona decidió “bajarse de ese tren llamado OBK” —así lo explicó en comunicado—, aunque permitió a Jordi seguir usando el nombre del dúo. “Miguel perdió la ilusión en los últimos años”, recuerda Jordi. “No caminábamos de la mano. Sobre el nombre de OBK, se portó como un caballero. Ya no tengo contacto con él. Se perdió la amistad, pero no por mi parte. He intentado agradecerle lo que hemos vivido. Me dijo que pasaba página”. Arjona vive ahora de un bar musical en Sant Feliú de Llobregat.

El éxito de OBK fue inmediato. Con escaso presupuesto, y aprovechando horas de estudio vacías un mes de agosto, su primer disco, Llámalo sueño (1991), causó sensación por su sonido de electropop y el romanticismo de canciones como “Historias de amor”, “De qué me sirve llorar” o “La princesa de mis sueños”; ingredientes novedosos aquellos días en la música española. La repercusión del álbum fue tal, que sin perder tiempo otras discográficas buscaron (o se inventaron de la nada) grupos de techno que siguieran esa línea: Viceversa, Ray, Santuario… Algunos, de dudosa calidad.

“Vieron que la fórmula daba dinero y explotaron el filón”, arguye Jordi Sánchez. “Cuando me cruzo con alguno de esos grupos no le doy mi opinión personal… Soy una persona educada. Algunos me gustaron y otros no. Qun Qun, Santuario… Me gustaban mucho. Eso hizo que la prensa pasara de ti, porque te veía parte de un fenómeno. La música electrónica ya estaba desprestigiada. ‘Es dar a un botón’, decían. Ahora todo el mundo hace música electrónica. Es la música que me gustaba. Lo importante ha sido emocionar a la gente. Lo bonito es saber que debo enamorar cada día al público”.

Recorrieron España con su micrófono y sus sintetizadores, causando desmedido furor entre el público joven y femenino. Asegura Jordi que no perdieron el norte por la súbita fama: “No, para nada. Éramos muy buenos chicos: deportistas, sanos… Muy profesionales sin saber lo que significaba eso. Yo trabajaba en Mango y él en Renfe: éramos personas muy equilibradas. ¡Nos habían dejado entrar en este mundo! Cuando la vida te da esa oportunidad, lo que nos han inculcado en nuestras casas, de familias trabajadoras, es que debes cuidar eso. Veníamos de saber lo que era un trabajo y buscarnos la vida. El éxito me gusta; la fama no. Si fuera por fama, habríamos salido en las portadas en plan guaperas. Y no salíamos en nuestras portadas. A OBK no se le ha entendido bien”.

Ciertamente, la marca OBK es mucho más conocida que el nombre de Jordi Sánchez, algo que el cantante agradece. “Si quieren saber algo de mí, que escuchen mis canciones”, alega. Aun así, nos cuenta que tiene otro hijo, Jordi, de 31 años, que no sigue sus pasos en la música. Deportista desde sus años mozos, el músico sigue acudiendo al gimnasio “dos o tres veces cada semana. Me gusta cuidarme. Sería muy duro no gustarme y tener que exponerme. Quiero hacer las cosas siempre con dignidad. El día que no me sienta que doy el 100% en un escenario, lo dejaré. Hay que saber retirarse”.