Música

Alfredo Piedrafita, exBarricada y en forma para el rock and roll: "Veo a músicos de otros grupos que realmente dan pena"

Alfredo Piedrafita, exguitarrista de Barricada.
Alfredo Piedrafita, exguitarrista de Barricada.. Cortesía Alfredo Piedrafita
  • El guitarrista publica con ‘El mejor de tus días’, disco en el que actualiza canciones de su antigua banda. Lo produce su hijo Iker.

  • "A veces me lo planteo: ¿qué hago con esta edad haciendo tanto ruido? Pero no me salen cosas más tranquilas”, confiesa a sus 64 años

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Durante tres décadas, Barricada fue uno de los titanes del rock español. Su rock malencarado y áspero, cargado muchas veces de letras combativas, acompañó en su crecimiento vital a más de una generación. Dos eran sus miembros más mediáticos: Enrique Villarreal, El Drogas (bajista y cantante), y Javier Hernández, Boni (guitarrista y cantante). Pero no menos peso tenía en el grupo el otro guitarrista, Alfredo Piedrafita, a quien también conocemos por su faceta de fotógrafo (en este reportaje te lo contamos), la de padre —su hijo es Iker Piedrafita, líder de Dikers, además de productor musical— y Miss Octubre, proyecto que inició tras la disolución de banda de siempre. Ahora Piedrafita ha dado un paso al frente publicando El mejor de tus días, un álbum en el que actualiza temas de Barricada a base de guitarras no aptas para tímpanos sensibles y su propia voz.

No se proponía Piedrafita lanzar un disco en solitario; la idea surgió a partir de un experimento. “Un día estaba en casa escuchando ‘Vieja satisfacción’ —explica—, una canción grabada en un buen estudio pero en otros tiempos [en 1991]. Se me ocurrían cosas que le haría ahora. Pedí a mi hijo que me dejara un rato de estudio, para grabarla por mi cuenta e incluso cantarla yo. Me gustó cómo quedó, hice lo mismo con ‘Tiempos que arden’ [original de 1988], y después de tener ambas, me vine arriba y rehIce otras canciones, algunas más escondidas”.

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“Son canciones que en su tiempo sonaban como sonaban —añade— y que se pueden actualizar con un sonido de ahora. Estaban cantadas por otros, así que al oírlas en mi voz, solo por eso cambian bastante. Es cuestión de dar la vuelta a las canciones sin que pierdan la energía, el mensaje ni el alma”.

El papel de su hijo Iker en esta revisión de los temas ha sido fundamental; ha ejercido tanto de productor como de control de calidad. “Hemos aprendido el uno del otro, y cada día que trabajamos juntos, más aprendemos”, dice Alfredo. “Estoy muy contento de su trabajo como productor; me gusta cómo hace sonar el rock and roll. Yo tenía una espina clavada, una especie de miedo al micrófono. Si Iker veía que la canción no funcionaba con mi voz, me lo advertía. En alguna paramos y me lo dijo, para retomarla días después en otro tono”. Iker será el otro guitarrista que acompañe a Alfredo en la gira de presentación del álbum.

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No deja de llamar la atención que Piedrafita padre, a sus 64 años, siga apostando por el rock más descarnado. Lejos de inclinarse por un sonido más suave o acústico, ha hecho lo contrario: elevar el volumen de las guitarras a niveles poco usuales. “He trabajado sin completos”, afirma. “Hay quien dice: ‘Para que suene en la radio, vamos a bajar las guitarras’. Pero como ya sé que en la radio no voy a sonar, he preferido hacerlo a mi gusto. Podría hacer rock más tranquilo. A veces me lo planteo: ¿qué hago con esta edad haciendo tanto ruido? Pero no me salen cosas más tranquilas”.

Podría decirse que el músico no se ha desconectado de la rebeldía propia del rock, en otro tiempo aliciente solo para jóvenes. “El rock —dice— tiene algo que engancha, un gusanillo que se te mete dentro y ya no puedes soltar. Reconozco que lo llevo dentro”. Tampoco de las letras reivindicativas. “Hay muchas canciones de Barricada que tocaban temas que estaban de actualidad entonces y que siguen estándolo. A la gente que habitualmente escribe letras se le nota, con los años, la influencia de otra manera de vivir, pierden la rebeldía o la conservan de otra forma. Pero cuando se es de una manera, como yo, eso no se pierde nunca”.

Las letras de Barricada hicieron correr ríos de tinta. Su canción “Okupación”, del disco No hay tregua (1986), producido por Rosendo, alentaba aquel movimiento que germinaba: “Hay que tirar esa puerta, patada y se acabó”, decía la letra. Otro de sus temas, “Oveja negra” (de Balas blancas, 1992), generó gran polémica por el modo en que plasmaba su postura contra el racismo (desde el punto de vista de un policía y en primera persona). “No descartaría ninguna canción de Barricada por su letra —asegura—, aunque es cierto que hoy se trata de ser más políticamente correcto. Ya no se puede decir ‘culo’ porque en redes sociales te lo quitan o te ponen un pitido… A mí eso me da igual: no cambiaría nada de una letra”.

Alega que la sociedad en los ochenta y noventa estaba casi tan polarizada como en la actualidad. “Sobre ‘Oveja negra’ —recuerda— hubo algún periódico de tirada nacional que se preguntaba: ¿cómo se puede permitir semejante demostración de racismo? Al día siguiente le contestaban en otra columna: ‘Son Barricada. Si los conocieras, sabrías que están hablando desde la ironía’. Sigo pensando lo mismo: quien no lo entienda, que se entere de cómo somos”.

Preparado para el rock and roll

Recuperado de una operación en la mano que le ha mantenido dos años alejado de los escenarios, Piedrafita quiere aprovechar que se siente fuerte y pletórico para seguir recorriendo escenarios del país. “Me veo bien físicamente —apunta—, pero a partir de esta edad puedes empezar con dolores y achaques. Quiero disfrutar ahora que me veo en plena forma para salir al escenario en buenas condiciones. Dentro de un año no sé cómo puedo estar”.

Veo a músicos de otros grupos —prosigue—, algunos muy famosos, que realmente me dan pena. ¿No tienen a alguien al lado que les diga que no están para salir a un escenario? Me pasó con los Scorpions: la banda suena bien, pero el cantante se mueve como las muñecas de Famosa. Espero tener la suficiente cabeza o a alguien de confianza cerca que, llegado el momento, me diga: ‘Oye, ya no estás para estos trotes”.

La historia de Barricada terminó en 2013 con una engorrosa discrepancia. El Drogas quería seguir grabando con su grupo paralelo Txarrena, lo que anunció añadiendo que lo habían expulsado de Barricada. “No era cierto”, dice ahora Alfredo. “¿Quién se atreve a echar a Mick Jagger de los Rolling Stones? Es una lástima, porque un grupo como Barricada no merecía ese final. Como todo está polarizado, parece que la gente debe elegir un bando. Él tenía otros planes con su grupo, Txarrena, lo que le iba a llevar varios años. Dijimos: ‘Podemos esperar un tiempo, pero después tendremos que seguir con Barricada. Aquí tienes tu sitio’. Pero se lo tomó como una expulsión”.

Pese al abrupto epílogo, Piedrafita se muestra muy satisfecho de lo que supuso la banda pamplonesa: “Fue un puñetazo en la mesa. Además, en aquella época no teníamos de quién aprender. Nos gustaba Leño, pero tampoco grabaron tantos discos. Lo hacíamos todo por convicción. Nos dimos cuenta de que había otra manera de contar las cosas. En el otro lado estaba la movida madrileña, que era algo totalmente diferente. Dijimos: ‘No somos de la capital, estamos orgullosos de no serlo y tenemos muchas cosas que contar”.

Enamorado de la fotografía nocturna de aves, la soledad y el silencio a la espera de la instantánea perfecta se traducen en ocasiones en inspiración musical. “En mi cabeza siempre hay música, y esas noches me han venido bien para que se me ocurran riffs de guitarra. Los grabo en el móvil, haciendo el sonido con la boca. En ocasiones lo he escuchado más tarde en casa y pienso: ‘¿Pero qué coño he grabado?’. Las ideas se me ocurren en cualquier contexto: puedo estar con mi mujer por ahí y explicarle que debo volver a casa rápidamente para grabar un riff”.

Se dispone a volver a la carretera con estas canciones rebosante de ilusión. “Tengo muchísimas ganas. No me he planteado los inconvenientes, que también los tiene. Me colgaré la guitarra y saldré al escenario, y no me planteo más. Aunque si debo ayudar a descargar la furgoneta, no hay problema; no se me caen los anillos”.

Lo que descarta es prolongar la fiesta después de cada concierto. “Eso no”, zanja. “No veo ahí ni por el forro. No me apetece. Intento por contrato que las actuaciones no sean más tarde de las doce de la noche. A esas horas ya no estoy para tocar, y tampoco el ambiente me parece el más adecuado. Después del concierto me veo tomando algo en el camerino, charlando con los músicos, recibiendo a fans, mientras bajamos de la nube en que hemos estado durante la actuación. Y luego a dormir, rápidamente”.