“¡Me lo pido!”, la exposición de juguetes antiguos para redescubrir tu infancia

Un recorrido íntimo y emotivo por los objetos que marcaron generaciones de niños en España
Juguetes que tienes guardados de cuando eras niño y ahora valen un dineral
Entrar en la sala Cristóbal Portillo, en el Archivo Regional del complejo El Águila, es como deslizarse en un cofre de recuerdos que cruje de nostalgia. Allí, hasta el 8 de febrero de 2026, la exposición ‘¡Me lo pido! Juguetes en el Madrid de nuestra infancia’ ofrece un recorrido íntimo y emotivo por los objetos que marcaron generaciones en la capital. La entrada es gratuita, y el montaje invita a ver con nuevos ojos todo tipo de muñecas, coches, construcciones y catálogos de tiendas que fueron escaparates de sueños de los más pequeños.
Lo que hace especial a esta exposición no es solo que reúne piezas de antaño, sino que las inserta en escenas cotidianas: el salón familiar en una mañana de Reyes, la habitación repleta de muñecas o la calle donde se jugaba sin más herramienta que la imaginación. Es posible revivir décadas de nuestra historia a través de los distintos objetos pertenecientes a colecciones como la Colección Madrileños, fondos de Cristóbal Portillo, Galerías Preciados, Quiroga‑Monte y otros conjuntos históricos madrileños.

Juguetes que cobran vida
Una de las salas actúa como un pequeño “templo del Scalextric” en el centro de Madrid. Allí, los coches en miniatura recuperan el brillo que perdieron en garajes y estanterías. Entre los objetos expuestos hay piezas procedentes de colecciones muy diversas que repasan las ocho primeras décadas del siglo XX.
Pero hay más: esta exposición rinde homenaje a los fabricantes madrileños que forjaron la memoria lúdica de la ciudad. Se destacan nombres como Luis Moreno, maestro de la hojalata, y José Florido, creador de muñecas emblemáticas como Mariquita Pérez, Bombón o Pelusín. También toman protagonismo empresas menores como Flus o Rivera, que poblaban los escaparates de barrio con sueños populares.

Muñecas que parecían vencidas por el paso del tiempo recuperan hoy su presencia: Nancy, Gisela, Nenuco o Barriguitas se alzan como símbolos de una niñez colectiva ya olvidada. No faltan juegos típicos de la calle como peonzas, diábolos, gomas o bicicletas, que se exhiben junto a bloques de construcción como Tente o Meccano, invitando al visitante a imaginar cómo era armar un mundo sin pantallas.
Los catálogos ilustrados antiguos también tienen un rol central. Desde escaparates de bazares legendarios como León, Horta, Matey o La Unión hasta tiendas de barrio, esos folletos mostraban el repertorio que los niños contemplaban con deseo antes de pedirlos a los Reyes. En la exposición, esos catálogos permiten ver qué juguetes estaban al alcance de cada generación.
Otro elemento hermoso del montaje es la evocación de la solidaridad navideña. Muchos niños de Madrid que no podían permitirse un regalo recibieron juguetes a través de iniciativas promovidas por la Diputación Provincial y organizaciones sociales. Fotografías antiguas, documentos y testimonios reconstruyen esas campañas altruistas que aseguraban que ningún niño quedara sin ilusión el Día de Reyes.
Por qué esta exposición importa
Más allá del valor nostálgico, “¡Me lo pido!” es un ejercicio de memoria colectiva. Es una ventana para comparar cómo era el consumo juguetero en un Madrid previo a la digitalización masiva: con fábricas locales, con tiendas de barrio y con niños construyendo mundos con bloques y acero ligero. En tiempos donde los juguetes se descargan o actualizan en segundos, ver piezas físicas adquiere un valor casi pedagógico.
También fortalece la conexión entre generaciones: para los padres supone una ventana a su niñez; para los hijos, una forma tangible de entender la historia familiar. Al recorrer esas vitrinas, se establece un diálogo intergeneracional que comienza con un “¿eso era a lo que jugabas tú?”, activando así un puente emocional entre el ayer y el hoy.

Planificando la visita a ¡Me lo pido!
La exposición se puede visitar de forma gratuita hasta el 8 de febrero de 2026 en la Sala Cristóbal Portillo del Archivo Regional, dentro del complejo cultural El Águila. Se ofrecen visitas guiadas gratuitas y quienes asistan recibirán un catálogo conmemorativo, que también está disponible online para descarga.
Si vas con niños, quienes ya hayan vivido parte de ese pasado podrán contar historias en vivo: “Aquí jugaba yo con este coche” o “Esta muñeca fue de tu madre”. La exposición invita a charlar frente a vitrinas, revivir tiempos pasados y disfrutar de otra forma de jugar, sin limitarse tan solo a mirar.
Además, al sacar fotos sin flash permite que los colores de hojalata, plástico antiguo y papel viejuno cobren nueva vida en el móvil. También puede valer la pena detenerse ante los catálogos antiguos: compararlos con tiendas de hoy revela cuánto han cambiado los precios, los diseños y la disponibilidad de juguetes.
La exposición ¡Me lo pido! no es un museo de estatuas: es un espacio de juego detenido, de memoria activa. Allí reaparecen los juguetes que creíamos olvidados, las manos que los acariciaron y los sueños que acompañaron días de infancia. Quienes asistan no verán solo objetos, sino espejos de su propia niñez. Y quizá, al salir, nuestros pasos sintonicen con los de aquel niño que alguna vez pensó en recorrer el mundo con un cochecito, una muñeca o un bloque de construcción. Esa es, al final, la magia que debe conquistar toda exposición de juguetes: hacernos querer tener de nuevo aquello que alguna vez jugamos.

