Seis décadas de música con Óscar Giménez: “40 años después, seguimos endiosando a artistas de los 80”
Buscamos, junto al influencer musical, a las mejores bandas de cada época. Desde The Doors hasta Linkin Park, pasando por Madonna o Nirvana
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Óscar Giménez lleva toda la vida escuchando música. Y podemos decirlo de manera literal porque sus padres fueron los responsables de que incluso antes de nacer ya hubiera percibido las notas de Sinatra. Ahora, con sólo 29 habla de The Doors, su banda favorita, como si los hubiera visto sudar en el Whisky a Go Go.
Óscar Giménez González acaba de publicar 50 discos que te cambiarán la vida y tiene el raro don de ilusionarse con lo nuevo sin despreciar lo viejo. “Tengo alma vieja”, reconoce riéndose. Y la frase encaja porque su canon oscila entre The Beatles y Gojira, entre el ‘Hotel California’ de The Eagles y el ‘The emptiness machine’ recién publicado por Linkin Park. Eso sí, con una brújula sentimental —el vinilo— que marca su norte cada mañana. “Mi ritual es poner la aguja, sentarme con el café y escuchar. Es otra cosa”.
Óscar no se reconoce como crítico musical. Más bien prefiere que le llamen ‘dealer’, ya que su proyecto de vida pasa por recomendar lo que a él le gusta, sin importar el género o la época. Tal vez por eso las domina todas. Con ese espíritu le proponemos un reto: elegir lo más decisivo de las últimas seis décadas para que, a partir de ahí, cada uno decida si se queda con la música de hoy, la de ayer o la de antes de ayer.
No es una lista cerrada sino un mapa para la generación que creció con cassettes, rindió pleitesía al CD y hoy pelea con los algoritmos mirando de reojo su tocadiscos. Óscar acepta el desafío, pero anuncia matices: “Hoy te puedo decir una cosa y dentro de seis meses otra porque depende del momento de mi vida elegiría los 70, los 80 o los 90. Para mí esas tres décadas son el ‘pick’ de la creatividad”.
A partir de ahí, nos fuimos década a década, con sus dardos, sus manías y su defensa de seguir escuchando sin prejuicios: “Descubrir me motiva siempre más que repetir”.
Los 60
Óscar no lo duda: “De los 60, seguro: The Beatles, The Doors y Rolling Stones”. Ese trío es una piedra angular. Los Fab Four convierten el pop en arte total; Jagger y Richards enseñan que el riff puede ser religión; y Morrison da para que Óscar se explaye: “Conecté con The Doors cuando vivía en Estados Unidos. Me fui a Los Ángeles con una mochila para seguir su rastro y entendí su música con el paisaje”.
Conecté con The Doors cuando vivía en Estados Unidos. Me fui a Los Ángeles con una mochila para seguir su rastro
Pero, claro, los 60 dan para mucho más y Óscar no puede dejar de pensar en Janis Joplin cabalgando entre blues, soul y psicodelia: “La metería entre los top sin duda, pero es que podríamos meter a muchos más, pero ese triángulo Beatles–Doors–Stones es inapelable”, resume.
El triángulo Beatles–Doors–Stones es inapelable
Los 70
Si la década anterior explota, los 70 dan un paso más hacia la música moderna y hacia bandas que siguen vigentes década a década. “De los 70, seguro que meto Aerosmith”, dispara Óscar para seguir apuntando altísimo: “Y Pink Floyd, claro”.
En el costado más melódico, “Fleetwood Mac sin duda entraría”, lo que deja claro que el soft rock también tiene un hueco entre los primeros puestos. “Podríamos seguir, no pararíamos”, ríe. Lo dice alguien que un día se plantó ante Robert Plant y prefirió olvidarse de la foto que inmortalizaría aquel momento para siempre para disfrutar ese instante al máximo y conservarlo en su memoria, sólo ahí: “Es una leyenda. Con él entendí también que los grandes no viven en el pasado. Están en otra cosa”.
Los 80
Aquí Óscar no pestañea: “Los 80 son un boom de todo: pop, rock, heavy metal… una locura”. La década que hizo mainstream la rareza y en la que la lista de artistas de Óscar no finalizaría nunca. “Metería a Madonna, metería Blondie… y el metal explotando”, enumera, consciente de que, si te pilló adolescente, las portadas de Iron Maiden te eligieron a ti. “De niño, solo con las portadas ya estabas dentro”.
Los ochenta son una década tan buena musicalmente hablando que es una época a la que siempre regresar. Es casa. “Es que seguimos volviendo: han pasado más de 40 años y seguimos endiosando a esos artistas… y con razón”, admite.
Los 90
“En los 90 metería todos los grunge”, confiesa Óscar, sin pestañear. “Nirvana, Soundgarden, Alice in Chains…”. También Pearl Jam, aunque con matices de directo: “A Eddie Vedder en solitario lo vi y me dejó frío; parece otra persona”.
Y aunque los 90 en Seattle dieron para mucho, la música creció en todo el mundo. No sólo allí. Deftones empezando a abrir ventanas, Radiohead enseñando que el rock podía pensar en digital, Massive Attack reescribiendo la noche. “Intento no comparar —dice Óscar—. Me pasó con discos nuevos de bandas que amo: hay que escuchar dónde están ahora”. Y ahí deja una reflexión que sirve de brújula: nostalgia sí, pero con el oído curioso.
Llega el siglo XXI
“Ahora hay tanto por dónde ir”, avisa Óscar cuando entramos en los 2000 y justo antes de volver a mencionar a Deftones, acudir al metal técnico de Gojira encuentra su idioma o apostar por Linkin Park, que “lo petan en medio planeta”.
A priori, parecen nombres menos globales, más específicos, no tan universales, pero Óscar no duda en señalar que “no es una década inferior sino más amplia. Mientras los 70–80–90 coronan un imaginario popular, los 2000 diversifican, la electrónica entra y sale, el hip hop se vuelve cultura de estadio”.
“Lo difícil es escoger y pararte a escuchar”, resume. Y si pensamos en España, aquí empiezan a consolidarse caminos que Óscar se reserva para una futura segunda parte de su libro: “Si hago ‘otros 50’, serían en español”.
2010–hoy
La década del streaming ha convertido el acto de escuchar música en un deporte de resistencia que Óscar vive con devoción profesional: “Desde que me levanto hasta que me acuesto. Dos, tres, cuatro horas al día solo de descubrir”, comenta. Spotify, listas, tiendas de barrio: “Voy mucho a una tienda de vinilos de un amigo. Charlamos, escuchamos lo que llega y siempre acabo dejándome algo de dinero”.
De los discos recientes que le remueven, cita Jungle: “Aunque es cierto el nuevo álbum me costó al principio, al final entró”. También hablamos de ese relevo generacional que se produce año a año y que no necesita mitología para existir: “Se están haciendo cosas buenas. El rock no ha muerto en ningún momento. No es que ahora no haya hits, es que son hits diferentes. El mundo ha cambiado. No se puede hacer ahora el mismo disco de los 90”.
Se están haciendo cosas buenas. El rock no ha muerto en ningún momento. No es que ahora no haya hits, es que son hits diferentes
Antes de colgar el teléfono y volver a colocar la aguja del tocadiscos preguntamos a Óscar por el proceso que le llevó a esos 50 discos y no a otros: “El proceso fue brutal. Primero dice que quería meter 100 discos y me llamaron loco. Acabó en 50 y aún costó. Tenía listas, las revisaba según cómo estuviera. Escribir sobre emoción te hace repetirte”, dice para, a renglón seguido, defenderse sin justificarse: “Me critican por haber escogido ‘los de siempre’; ya, pero hay gente que no los ha escuchado”.
¿Y el 51 que se quedó a las puertas? Sonríe: “Muchísimos. Hubiese metido más Dire Straits, algo de Mötley Crüe, Kiss, Weezer… es interminable”.
Y.. ¿Habrá segunda parte? “Si la hay, sería en español. Extremoduro, Héroes, Marea, Barricada… ‘La ley innata’ tiene que estar como imprescindible de la vida, pero también bandas como Soda Stereo, que es de lo mejor de Argentina y del rock en general”.
‘50 discos que te cambiarán la vida’ no pretende dictar sentencia, sino reabrir puertas. El truco está ahí: escuchar con el hambre del chaval que se plantó en Venice con una mochila, y con la paz del adulto que cada mañana deja caer la aguja en busca de algo nuevo que le remueva por dentro.
