El hijo Pablo Escobar narra en clave de cómic cómo fue su infancia rodeado de los sicarios amigos de su padre: "Hacían de niñeras"
Su infancia estuvo lejos de la normalidad: "iba al colegio en un coche blindado, acompañado de quince guardaespaldas"
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La infancia del hijo de uno de los mayores narcotraficantes de la historia no fue, ni mucho menos, la de un niño común. Lejos de las versiones idealizadas que se han visto en la ficción sobre su padre, el hijo de Pablo Escobar creció en un entorno marcado por el miedo, la violencia y la soledad. No podía jugar en la calle, porque en cualquier momento podía ser secuestrado.
Convertido hoy en protagonista de gorras, imanes y todo tipo de objetos con la cara de su padre, esta vez no es Pablo Escobar el centro de la historia, sino ese niño que creció a su sombra, rodeado de sangre, terror y muerte. El hijo de uno de los responsables de más de cuatro mil asesinatos.
“Para mí eran dos personas”, confiesa. “El hombre retratado por los medios de comunicación, ese Robin Hood del pueblo, y, por otro lado, el padre de familia: el que me daba buenos consejos, el que me decía que tenía que decir gracias o por favor.”
Su infancia estuvo lejos de la normalidad: "iba al colegio en un coche blindado, acompañado de quince guardaespaldas". Su entorno estaba formado por delincuentes y sicarios al servicio de su padre. “A mí me tocaba hacerme amigo de ellos, crecer con ellos, ver sus vicios, sus miedos o su violencia”, recuerda. Una educación criminal, marcada por la contradicción entre el cariño de un padre y el peso de una herencia manchada de sangre.