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Dioni Porta, escritor, sobre vivir la edad con rebeldía: "Los mayores son los nuevos beatniks"

Dioni Porta y los placeres del barrio. (Editorial Pepitas de Calabaza)
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En una sociedad en la que el paso de los años suele contarse en clave de pérdida, el escritor y librero barcelonés Dioni Porta ha decidido mirar hacia otro lado: hacia la calle, hacia el barrio y hacia esa luz diaria que obliga a levantarse de un salto por la mañana. Su primera novela, 'Empujar el sol' (Los aciertos & Pepitas), pone en el centro a Estanis, un septuagenario que encara la vida con una mezcla de calma, humor, fragilidad y una sorprendente energía vital.

Lo que Porta viene a decirnos es que envejecer no significa retirarse, sino rehacerse. Que la comunidad -ya sea el bar de abajo, el parque o aquellos a los que saludamos cada día- puede ser un salvavidas tan poderoso como cualquier pastilla. Y que a pesar de las sombras de la soledad, la precariedad o una ciudad a veces demasiado hostil, aún queda mucho por vivir, sentir y desear, sin importar la edad que se tenga.

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¿Qué te llevó a escribir sobre una madurez activa, física y llena de ganas de vivir?

Siempre he sentido atracción por las personas mayores y celebro tanto su vitalidad que me gusta pensar en ellos como los nuevos beatniks. Viven conscientes de que solo existe el presente, porque el pasado ya fue y el futuro es un espejismo. Y entregarse al aquí y al ahora es una invitación a la intensidad, al entusiasmo, a conectarse con la voluntad.

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¿Cómo fue el proceso para ponerse en la piel de Estanis y los demás protagonistas? ¿Hubo investigación, observación, memoria personal…?

A mí, por suerte, siempre me ha gustado mucho mirar. Se habla mucho de entender a los demás y de ponerse en la piel del otro, pero para llegar a comprender existe un paso previo importante: observar con atención e interés a todo aquello que nos rodea.

La vejez suele asociarse con decadencia y pérdida. ¿Qué le dirías a quienes creen que ser mayor implica resignarse?

Que es una etapa muy prometedora: con un poco de suerte, habrás sabido situar en su justa medida tus virtudes y capacidades, serás más libre porque no te importará tanto la opinión de los demás y habrás aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas.

¿Crees que la ficción, la literatura o incluso los medios de comunicación han contribuido a ese edadismo?

Vivimos en una sociedad que no quiere asumir el envejecimiento y que es capaz de vender con una eficacia extraordinaria el ideal de una juventud eterna. La cultura tendría que ser capaz de introducir en el debate público esas miradas que no son hegemónicas, pero a veces no resulta tan sencillo.

Uno de los mensajes más claros de ‘Empujar el sol’ es que la calle y los encuentros cotidianos son medicina contra la soledad. ¿Por qué crees que el barrio juega un papel tan importante para envejecer con dignidad y vitalidad?

La soledad, la ralentización o las limitaciones físicas y vitales pueden ser consustanciales al envejecimiento, por eso es tan relevante disponer de un entorno que permita y facilite la socialización y el acompañamiento.

Hoy vemos que muchas personas mayores viven aisladas. Tu libro propone justo lo contrario, una vejez vivida en comunidad. ¿Sigue siendo posible eso en la ciudad actual, con alquileres en alza y gentrificación creciente?

Se ha subrayado tanto la idea de cultivar la independencia personal que nos hemos olvidado de que no hay vida sin interdependencia. En la novela, algunos personajes imaginan horizontes de convivencia fuera del entorno de la pareja o la familia, algo que creo que en el futuro será bastante habitual.

Tres cosas que pueden aportar las personas mayores a la sociedad cuando se sienten parte del barrio y no meros espectadores

Alegría, desenfado, perspectiva.

¿Qué deberían hacer las ciudades para no expulsar, ni física ni socialmente, a quienes llevan décadas sosteniendo la vida del barrio?

Nuestra sociedad debería ser capaz de garantizar que ninguna persona mayor se viera obligada a cambiar de domicilio ni de comunidad, porque quizás ya no dispongan de la fuerza necesaria para rehacer la vida o el entorno social.

¿Por qué existe todavía un tabú social tan fuerte alrededor de la sexualidad y la intimidad en edades avanzadas?

Entre otras razones, porque existen discursos homogeneizantes sobre el deseo o sobre la propia naturaleza de los cuerpos. En lugar de sentir curiosidad por lo queda fuera de esa uniformidad, se oculta.

¿Qué esperas que sienta un lector de 50, 60 o 80 años al terminar el libro?

Con que sienta me doy más que satisfecho. Ese era el objetivo de la novela.

Si tuvieras que darle un consejo a alguien que teme hacerse mayor, ¿qué le dirías?

Que lo difícil del puzle es empezarlo, cuando ninguna pieza parece tener sentido. Mientras que cuanto más cerca estamos de completarlo viene lo mejor: la imagen se hace visible y se siente la satisfacción del camino recorrido.