Se atrevió con el piano de niño, pero fue la guitarra lo que realmente le conquistó con solo 15 años. Solo dos años después decidió escapar su música de la zona de confort y se lanzó a las calles con un claro propósito: poder financiar su primer disco. Ahora, Borja Catanesi (Valencia) ha llevado el arte underground a otro nivel tras ganarse el puesto de mejor músico callejero del mundo.
El asfalto de casa parecía quedarse pequeño para este joven músico que, tras volverse adicto a compartir sus acordes con las atentas miradas de desconocidos, amplió su camino hasta envolver con su música todas las ciudades de Europa que le han sido posible. Francia, Italia, Alemania, Holanda, Nueva Zelanda, Austria, Suiza, Luxemburgo...son solo algunas de las ciudades por las que este valenciano de 23 años ha paseado su Fender, un looper y el amplificador.
Su lema siempre ha sido apoyar el arte callejero (Support Street Art), como ya ha manifestado en sus redes sociales y su web oficial. Con él se presentó un día en Estados Unidos ante el Universal Street Games, una competición entre cientos de participantes cuyo objetivo es dar visibilidad a deportistas y músicos callejeros.
"Considero que la calle es el mejor escenario para mostrar la música", ha declarado Catanesi en una entrevista. El joven valenciano ha querido aprovechar este nuevo título para animar a los valientes a que "se atrevan a hacer música" y a fomentar el arte en la calle.
Pese al afán por contagiar su amor por el ritmo, su paso por las calles de España no siempre ha sido fácil. Solo unos meses atrás, en marzo de este año, Catanesi fue multado por "contaminación acústica" ante la denuncia de un vecino...en plenas Fallas valencianas. En 2017 volvió a recibir una penalización por parte la policía por el mismo motivo en Valencia.
"¡La cultura no puede ser delito!", proclamó entonces el músico a través de las redes sociales. Gracias a sus denuncias y al eco de la gente, su causa estuvo apoyada por muchos ciudadanos.
Su motivación, no obstante, sigue siendo la misma que cuando llenó su mochila por primera vez para lanzarse a un auténtico viaje por y para el arte de la calle: "La música es un bien milenario, es intrínseco al hombre, y por qué no llenar las calles con ella, como también de otras artes que alegran la vida de la gente que está de paso, de camino a casa o al trabajo".