Ningún viento es favorable cuando no sabes hacia dónde navegas

  • Carta abierta de Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset España, "a los hombres y mujeres de buena voluntad"

"¡Tierra! ¡Tierra!", grita un hombre desde la cofa en lo alto del palo mayor. Un silencio irreal inunda el puente, donde los encargados de las maniobras se quedan sin palabras; desde las escotillas empiezan a salir los que estaban bajo la cubierta, frotándose los ojos por la luz o el asombro.

"Nosotros no vemos ninguna tierra", grita uno con voz irritada. "Porque desde ahí abajo aún no se ve, pero desde aquí la veo claramente".

El silencio se mantiene. Un año antes, se habían adentrado en una tormenta que les había desviado, solo Dios sabe cuánto, de la ruta prevista: perdieron muchos hombres, mucho tiempo y casi toda la esperanza. Una tormenta interminable que comenzó con un fuerte viento, como tantas otras veces les había pasado, pero un viento que esta vez muy pronto se reveló insidioso y malicioso, casi como si tuviera voluntad propia: el objetivo de hacer daño. Poco a poco, comienza a vislumbrarse en el horizonte una sutil línea que se interpone entre el mar y el cielo, lleno de nubes negras: el hombre en la cofa no había mentido. El viento, que también parecía haber contenido la respiración, vuelve a soplar con fuerza y las olas que trae consigo vuelven a azotar con ahínco la proa. Sin embargo, a pesar del viento hostil, el barco logra avanzar trazando amplias líneas en zigzag. Ahora la tierra está más cerca, o menos lejos, y empieza a delinearse el perfil de las montañas. Los marineros se quedan estupefactos al constatar que la tierra que tienen ante sí es la misma que dejaron atrás hace un año: lo que intentan alcanzar con tanto esfuerzo es el pasado del que huyeron en busca de un futuro mejor.

Ahora la perspectiva de volver atrás les entusiasma y les llena de fuerza; ahora, la tierra, la vida que tenían antes, ha pasado a ser su meta más ansiada.

El capitán grita para hacerse oír por encima del aullido de la tormenta: "No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige".

"Cuando Séneca escribió esto, seguramente pensaba en nosotros. Ahora estamos seguros de dónde queremos ir y, por tanto, llegaremos allí donde queremos volver".

Dedicado a los hombres y mujeres de buena voluntad.

*Paolo Vasile