En España contamos quizá con una de las tradiciones más peculiares para entrar en el año, que consiste en comer 12 uvas justo antes de media noche. Esto no quita, sin embargo, que en otros países se comience el año de otras maneras peculiares.
En algunos países se aprovecha esta celebración para demostrarle admiración a los seres queridos. En los países anglosajones justo cuando es medianoche, se debe dar un beso a aquella persona con la que deseas pasar el año. En Dinamarca, sin embargo, no son tan románticos. Para empezar el año, los daneses se recorren las calles y rompen platos delante de las casas de aquellas personas a las que de verdad aprecian. Es decir, si el 1 de enero el portal de tu casa está lleno de platos rotos, eres afortunado. En Venezuela, el aprecio se traduce en comida, y es que si de verdad quieres a alguien debes prepararle un plato de "Hallaca", un tipo de empanada típica de allí.
En otros lugares es prioritario espantar los malos augurios para el año que se acerca. En Vietnam, en el Tibet o en México es costumbre limpiar bien la casa para ahuyentar a las cosas malas que han pasado en el año que sale. En otros países, las tradiciones pueden resultar algo peligrosas para los que salgan a la calle. En algunas regiones de Italia, la gente tira por las ventanas sus copas cuando dan las doce, porque creen que esto les dará suerte en el nuevo año...quizá el que no tenga tanta suerte es el que pase justo por debajo en ese momento. Mientras tanto, en algunas partes de Escocia, para llamar a la suerte, lo que hacen es prenderle fuego a un barril y lo hacen rodar por las calles.
Japón, al igual que en España, el nuevo año empieza tras unas campanadas. Sin embargo, en el caso japonés, las campanadas no son 12 sino 108 y simbolizan los deseos terrenales de los que la gente debe tratar de apartarse en el año que comienza.
Sin embargo, el día 31 no es el único día en el que se puede celebrar la Nochevieja. En China, la celebración del Año Nuevo se produce según indica el calendario lunar y suele producirse en febrero. Sin embargo, la espera merece la pena, ya que la celebración se alarga hasta nueve días.