Celia Molina 22 ABR 2025 - 06:40h.

El pasado 14 de febrero, el papa Francisco fue ingresado en el Hospital Universitario Gemelli de Roma por una neumonía bilateral. Tras un exhaustivo reconocimiento, los médicos determinaron que sufría una infección polimicrobiana en las vías respiratorias, un “cuadro clínico complejo” para una persona de su edad. Finalmente, a los 88 años, el argentino Jorge Mario Bergoglio ha fallecido, provocando la desolación en la comunidad cristiana. El informe médico ha confirmado que el pontífica sufrió un ictus cerebral y un colapso cardiocirculatorio irreversible.

Desde que fue hospitalizado, en la calle comenzaron a extenderse los rumores sobre quién será su sucesor. Y, entre las especulaciones que comúnmente surgen en torno a la designación de cada nuevo papa, aparece siempre una vieja leyenda que, si bien no tiene ninguna base probatoria, nunca ha sido denostada por la Iglesia Católica. Se trata de dos textos escritos por el arzobispo católico San Malaquías de Armagh en los años 1595 y 1690, que reciben el nombre de las Profecías de san Malaquías y que se encuentran integrados en el libro ‘El árbol de la vida, el ornamento y la gloria de la Iglesia’.   

Estos textos proféticos se componen de una lista de 112 frases en latín (y con estilo de oráculo) que auguran cuáles serán los nombres de los papas del futuro, desde el papa Celestino II (siglo XII) hasta el fin del mundo. Según dicha enumeración, el papa Francisco era el número 111 y venía ligado a la frase “De labore solis” (Del trabajo del sol), que algunos interpretan como una referencia a su origen latino y a su énfasis en temas sociales y de justicia (en la antigüedad, la luz del sol estaba vinculada a la verdad).  

Según la profecía, el próximo papa podría llamarse Pedro 

El siguiente papa, según este texto, sería el número 112, y su lema es “Pedro II”, lo que ha llevado a pensar que el sucesor de Francisco podría llevar un nombre como Pedro o estar relacionado con la figura del apóstol San Pedro. Algunos interpretan este vaticinio como una señal de que el próximo papa podría ser el último antes del fin del mundo, una idea inquietante si tenemos en cuenta que el tiempo que nos queda se reduce a la esperanza de vida de un único ser humano.  

En cuanto a cómo será el supuesto Pedro, algunos observadores sociales han sugerido que el sucesor de Francisco podría ser un papa más conservador que Bergoglio, especialmente, en lo que respecta a la moral sexual, el papel de las mujeres en la Iglesia y el enfoque hacia los fieles LGBTIQ+, a los que tanto se ha acercado Francisco durante su mandato. Ello no exime al nuevo papa de continuar con sus legados sobre el medio ambiente, la pobreza, la paz mundial y hasta el Twitter y preservar los ideales de un liderazgo pastoral y socialmente consciente que, sin duda, han marcado el paso de Francisco por la cúspide de la Iglesia Católica. 

El nuevo nombre del papa se dará a conocer tras llevarse a cabo el riguroso proceso interno de elección, que comienza con la reunión oficial del Colegio Cardenalicio. Allí, los cardenales permanecen encerrados en la Capilla Sixtina hasta que se elige a un nuevo Papa (salvo circunstancias extraordinarias), cuya designación por consenso se anuncia con la fumata blanca.  

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