Por qué las personas mayores se quejan tanto

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Las típicas quejas de las personas mayores tienen un motivo
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MadridHay muchas cosas que cambian conforme cumplimos años, cambia nuestro cuerpo y en ocasiones también nuestro carácter. Algunas personas desde siempre han sido quejicas, compartir sus males con el mundo es su mayor pasatiempo o la forma de sentirse más arropados o hacerlos menores; otros descubren esta afición al cumplir años. 

No es demasiado extraño encontrar este punto en común entre las personas mayores, de hecho hay conversaciones entre ellos que parecen una competición por ver quién está peor o quién se queja más. Esto que desde fuera puede parecer algo molesto, tiene una razón detrás y el motivo puede hacer que lo pesemos dos veces a la hora de quejarnos de las quejas de otros. 

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Por qué las personas mayores se quejan tanto

Como señalábamos antes, hay personas cuyo carácter hace que siempre vean el vaso medio vacío, que se centren en las cosas malas, aunque estas parezcan insignificantes o no sean tan relevantes como ellos dan a entender. Si esto era así en su juventud, hay pocas posibilidades de que en la vejez vaya a ser de otra manera. Sorprende un poco más cuando alguien que nunca había sido así comienza a quejarse de manera habitual al llegar a la tercera edad y esto puede tener varios motivos. 

Uno de ellos es la soledad, con el paso del tiempo han ido perdiendo a familiares y amigos, lo que hace que la sensación de soledad para ellos sea mayor, el aislamiento hace que aumente el riesgo de depresión y esto se refleja en quejas a través de las cuales expresan su frustración. 

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Otro motivo por el que suelen quejarse es porque sienten que han perdido el control sobre sus vidas. Al envejecer llegan las enfermedades, los achaques, limitaciones físicas que no habían experimentado anteriormente y que suponen un reto también emocional. A través de la queja expresan sus miedos y angustias ante esta pérdida de autonomía, aunque puedan aparecer quejas banales. 

También conviene tener presente que es una etapa de la vida en la que el cuerpo comienza a fallar más habitualmente, por lo que las quejas pueden estar directamente asociadas con un malestar o dolor concreto. Muchos de estos dolores pueden llegar a ser crónicos, por lo que quejarse todo el tiempo o más a menudo de lo que se hacía antes puede deberse a que ahora sí que tienen molestias que no parecen remitir nunca. 

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En ocasiones, los miedos ante una nueva etapa de la vida que se acerca a su final, hace que las personas se vean inmersos en una negatividad crónica, no parecen ver las cosas buenas que suceden y se centran constantemente en lo malo, algo que no es sano para ellos y tampoco para las personas de su entorno. Una tendencia a la queja constante puede llegar a ser desesperante para quien la sufre desde fuera también. 

Por eso en ocasiones es necesario contar con ayuda profesional, un experto que pueda ayudar a esas personas a salir de ese bucle de negatividad en el que se encuentran y que les impide disfrutar de las cosas buenas, que parecen no ver.