Por qué hay más razas de perros que de gatos y otros animales

Perros
Hay miles de razas de perros en el planetaPexels
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MadridEn el planeta existen más de 7,7 millones de especies de animales. De entre todas ellas, el perro es el mamífero con mayor diversidad morfológica que existe sobre la superficie de la Tierra. La Organización Canina Mundial reconoce más de trescientas razas diferentes de perros, mientras que la Asociación de Aficionados a los Gatos solo incluye cuarenta y dos tipos distintos de mininos en sus registros.

Pero, ¿por qué hay tantas razas de canes? La respuesta es sencilla: por la interacción del ser humano. El hombre los ha criado de distintas maneras, logrando que se desarrollen nuevas razas con características particulares.

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Los expertos tienen claro que los lobos comenzaron a domesticarse al acercarse al hombre para robarle la comida. Según explica Peter Savolainen, genetista evolutivo del Laboratorio de Ciencias de la Vida en Solna, en declaraciones a la BBC, "todos concuerdan en que los perros descienden de los lobos". No obstante, destaca que aún no está claro "en qué lugar del mundo ocurrió". Sí asegura que los expertos coinciden en que debió suceder hace entre 13.000 y 33.000 años, momento en el que los ancestros de los perros modernos se separaron de los lobos. "Eso no quiere decir necesariamente que los perros domésticos se originasen en esa época. Pudo haber sido una división entre dos poblaciones de lobos, y una de ellas pudo haberse convertido más tarde en perros domesticados", explica el investigador, que además es entrenador canino.

Los lobos que tenían menos miedo a los humanos —y que también eran menos agresivos con ellos— se fueron acercando más y consiguieron más comida. Gracias a ello, dejaron más descendencia que otras poblaciones. Así, a lo largo de diez generaciones, este grupo de lobos pasó a tener una relación cercana con el ser humano.

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Un origen sin acuerdo

Sí se sabe que los perros son lobos domesticados a partir de una especie extinta, y no de los lobos modernos. Sin embargo, el origen del perro sigue siendo objeto de estudio, especialmente en lo que respecta a dónde y cuándo se domesticaron. Algunos estudios genéticos afirman que ocurrió en Asia, mientras que otros señalan Oriente Medio o Europa. Tampoco hay consenso en las fechas: el nacimiento de la especie podría haber tenido lugar entre hace 20.000 y 40.000 años. Todo apunta a que pudieron darse varios momentos de domesticación a lo largo de la historia.

Siempre se ha creído que el hombre capturó a los lobos y los domesticó, algo poco probable si se tiene en cuenta el comportamiento de los lobos salvajes. Los expertos apuntan más bien a la autodome­sti­cación: un proceso por el cual el lobo comenzó a pasar cada vez más tiempo en el entorno del ser humano en busca de comida, volviéndose dependiente de él.

Durante este proceso, habrían desarrollado tolerancia al almidón, un carbohidrato común en la alimentación humana que los lobos salvajes aún no pueden digerir. La domesticación es un proceso evolutivo mediante el cual el organismo se adapta a un entorno humano a través de influencias ejercidas por las personas sobre su reproducción y cuidado. Con el paso del tiempo, el genoma de la especie cambia, lo que transforma su morfología y comportamiento.

"Así terminamos hoy día con una enorme diversidad de perros que se ven muy diferentes. Sin embargo, sus similitudes son mucho mayores que sus diferencias", asegura a la BBC Elaine Ostrander, genetista del Instituto Nacional para la Investigación del Genoma Humano en Estados Unidos.

Aunque las diferencias parecen fundamentalmente genéticas, "esto no es cierto", afirma la investigadora. “Todos son notablemente parecidos: son miembros de la misma especie, tienen la misma cantidad de cromosomas, organizados de la misma manera, y poseen los mismos genes en los mismos cromosomas. Lo que diferencia a unas razas de otras es el subconjunto de genes". Según la experta, la modificación en el número de genes tiene un efecto dramático. Las diferencias entre un chihuahua —que pesa un kilo— y un lebrel irlandés —que puede llegar a los 45 kilos— pueden explicarse por cambios en menos de doce genes. Es decir, la diversidad exterior no revela una diversidad genética.