Los buscadores asturianos de paraísos rurales: “Mucha gente de Madrid nos pregunta cómo venir a vivir a un pueblo”
Graciela y Nacho, con su canal ‘Viajar desde Asturias’ y los personajes que se van encontrando en el camino, muestran otro estilo de vida que está conquistando desde urbanitas hasta celebrities
El guardián de los pueblos fantasma de la España Vaciada: "No doy la ubicación para evitar expolios"
En un pueblo de Asturias, una piedra de afilar hecha a mano por un paisano anónimo se convierte en un fenómeno viral. Para Graciela, de Soto de Cangas, es lo más normal del mundo. Para Nacho, de Gijón, es un descubrimiento fascinante. Esa diferencia de miradas es el origen de ‘Viajar desde Asturias’, un canal con miles de seguidores (la mayoría desde grandes ciudades) que parte de Asturias para llegar al mundo y que cada día está llamando la atención de más gente en busca de una vida alejada del cemento.
Ese contraste que surge de las vivencias del que ha pasado toda su vida en un pueblo y del que ha pisado más cemento y asfalto que tierra y hierba es el motor de esta pareja que recorre aldeas, conversa con su gente y muestra al mundo que en lo rural aún late una cultura tan frágil como poderosa. Y lo hacen sin prisa, alejados de la dictadura del scroll, reivindicando la pausa y el disfrute.
Porque viajar por lo rural no es solo caminar entre montañas o remontar un río a la fresca. Es aprender de quienes saben leer en un escremento de lobo la historia de un bosque o lo que allí sucedió la noche anterior. Es escuchar a un niño de 14 años hablar como si tuviera 60 y tener que guardarse parte de lo que cuenta por miedo a perjudicarle. Es descubrir que una señora guarda en la pared sartenes no para cocinar, sino para contar entre risas que un día estampó una contra su marido.
Carvajal y la sabiduría del monte
Una de las joyas que han encontrado Nacho y Graciela en esta aventura asturiana ha sido Carvajal. Un paisano con sabiduría de las que ya no aparecen en los manuales. Lo conocieron en el monte y la conexión fue inmediata. “Encontrarnos a una persona como Carva y empatizamos mucho. Ahora es un muy buen amigo. Tiene una sabiduría de las de antes, de las de antiguamente, una sabiduría rural que te impresiona”, explica Nacho.
Con él aprendieron que una cagada de lobo no es un desecho, sino una enciclopedia: allí, entre huesos triturados, se leen las presas, los recorridos, hasta las jerarquías de la manada.
Carvajal es capaz de hacer una autopsia a un hueso de vaca sin salir del sendero en el que lo han encontrado: aquí mordió el lobo, aquí limpiaron los buitres… Con el hueso aún en las manos y sin más material que una mirada sabia y mucha experiencia.
No es raro que celebrities, actores y directores famosos le llamen para caminar con él. Carvajal tiene un valor incalculable: sabe ver y sabe contar. En las redes sociales, no basta con tener un contenido bueno, hay que saber transmitirlo.
El niño que desbrozaba
Otro día, en otro pueblo, apareció un niño de 14 años. Comenzaron a charlar y el crío les dijo que iba a llevar al novio de su hermana a trabajar con él, a desbrozar. Natural, sin guion, sin artificio. Lo grabaron. El vídeo se hizo viral. Tanto que Nacho y Graciela tuvieron que guardar muchísimo material del que habían grabado para que no se les fuera de las manos y terminaran perjudicando al niño.
“Fue una casualidad encontrarlo, es muy complicado. Ellos son el futuro, pero desgraciadamente es una excepción encontrarse un niño así en un pueblo perdido de Asturias. Lo que nos contaba se hizo viral, y claro, llegó hasta el último niño de su instituto. No subimos más vídeos suyos porque podía ser complicado de gestionar para un chaval de su edad tanta viralidad”, argumentan.
Lo extraordinario no era solo la escena, sino la mentalidad adulta del chaval: hablaba de esfuerzo, de futuro, de campo. Una rareza en una edad marcada por TikTok.
La España que se vacía (y la que vuelve)
‘Viajar desde Asturias’ no sólo muestra historias curiosas o personajes pintorescos. También pone el foco en pueblos enteros con paisajes de postal donde nadie quiere vivir. “Es alucinante la cantidad de casas en venta”, cuenta Nacho. “Cada vez que vamos a algún pueblo me quedo flipado porque por 30.000 euros te coges una casa para reformar sin problema. Pero la gente no va a los pueblos a vivir porque no hay trabajo y porque la sociedad nos vende que para prosperar hay que estar en la ciudad”, continúa.
Cada vez que vamos a algún pueblo me quedo flipado porque por 30.000 euros te coges una casa para reformar sin problema
Sin embargo, no son pocos (de hecho cada vez son más) los que les contactan para decirles que han cambiado de vida en busca de algo mejor en la España rural: “Muchos madrileños y gente de Barcelona nos dicen: me quito de todo y me voy al pueblo a vivir. Y siempre les suele ir bien. Nos escribe muchísima gente para preguntarnos si tal pueblo es bueno para vivir”.
La vida rural, eso sí, no es para todos. No hay los mismos servicios, ni la misma intimidad. En un pueblo pequeño, todo el mundo sabe de tu vida. Y eso hay que saber llevarlo.
Historias que sorprenden
Pero volvamos a las rutas que realizan Nacho y Graciela, aquellas en las que aparecen personajes que parecen salidos de un cuento. Como Pepe, que trabajó en Suiza, recorrió el mundo y ahora en Cangas de Onís se dedica a la escultura. Viaja con animales en su coche, cuelga cabezas de cabras como decoración y su relato oscila entre lo excéntrico y lo genial.
“Es un trabajador incansable, vivió en Suiza, hizo muchísimo dinero, recorrió el mundo. Según lo escuchas parece que se le va un poco la cabeza, pero no: es un hombre muy inteligente. Hace obras en madera muy llamativas: vírgenes con penes, jabalíes, serpientes. Es el prototipo perfecto de persona de pueblo que pasa de las normas, pasa de lo establecido”, explica Nacho.
O aquella ‘paisanina’ que coleccionaba sartenes. Cada una colgada en la pared con una historia detrás, incluida la que estampó contra su marido. En sus vídeos caben tanto estas anécdotas domésticas como las lecciones de geología de alguien que explica cómo se forma una playa.
La confianza y lo que se guarda
No siempre es fácil llegar a un pueblo con una cámara. Muchos se muestran desconfiados, sobre todo los mayores. “Si llegas con una cámara de televisión, lo entienden y te preguntan cuándo y dónde van a poder verlo. Pero si dices que haces vídeos para internet, te miran raro”, relata Nacho.
Por eso la clave es conversar, crear vínculo y, solo cuando hay confianza, grabar. Aun así, han tenido que retirar vídeos a petición de familiares que no querían ver expuestos a sus mayores.
Lo más viral, admiten, muchas veces se queda guardado. Por respeto. Porque un pueblo no es anónimo: “Si alguien critica a la vecina, esa crítica puede circular en minutos por las 75 personas que forman la aldea y destrozar una vida”, argumentan.
Contra la prisa y los algoritmos
El proyecto no se entiende sin su filosofía de resistencia. “No nos gusta cómo funcionan las redes sociales, cómo enganchan a la gente a vídeos sin contenido. Queremos ir contra eso”.
Por eso YouTube es su plataforma y las personas entre 45 y 70 su público más fiel. Allí y para ellos suben vídeos largos, con ritmo pausado, como documentales. “Una cascada cayendo durante un minuto, un paisaje de pueblo visto sin cortes”. Un desafío en un mundo de virales que duran 15 segundos.
Lo dicen sin rodeos: “La belleza no está en la viralidad. Está en las cosas que se miran con calma”. Pasen y miren con calma. Quién sabe si la vida no les llevará allí.
