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¿Por qué las ventanillas de los aviones son redondas? La catastrófica razón por la que ya no son cuadradas

ventanilla avion unsplash
Hubo un tiempo en el que eran cuadradasUnsplash
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MadridLas decisiones estéticas son importantes, pero hay ocasiones en las que es importante dejar de lado lo que queda mejor o nos parece que se ve más estiloso y centrarse en lo que es más seguro. Esto es lo que sucede con las ventanillas de los aviones, que en un primer momento, en los primeros diseños eran cuadradas, pero con el tiempo pasaron a ser redondas. 

Más allá de gustos (habrá quien defienda que así son muchísimo más bonitas y es probable que tenga razón), esta medida responde a una cuestión de seguridad. Volar no es cualquier cosa y un pequeño fallo puede llevar al desastre, por eso encontrar los puntos débiles antes de que suceda una desgracia es importante para poder evitarla. También es esencial, si pasa, que solo sea una vez. 

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Por qué las ventanillas de los aviones son redondas

Al contrario de lo que sucede en los coches o en los edificios, cuyas ventanas son cuadradas, aviones y barcos tienen las ventanas redondas, una decisión que responde a medidas de seguridad, para evitar puntos de tensión que puedan comprometer la estructura. Hasta llegar a esta conclusión hubo un largo camino, uno que no fue nada sencillo de transitar, pues encontrar el problema fue bastante complicado, lo costó varias vidas humanas.

El problema quedó en evidencia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron varios los barcos que se partieron por la mitad, segando la vida de sus tripulantes. Las autoridades estadounidenses recibieron informes de que 19 de sus buques Liberty, diseñados para el transporte de carga, se habían fracturado. 

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Tras un primer momento de perplejidad, se descubrió que esto era porque las ventanas eran cuadradas y los ángulos rectos se convertían en puntos críticos que acumulaban la tensión estructural. No ayudaba que los buques fueran construidos con ciertas prisas y con materiales que no eran de la mejor calidad, pero eran tiempos de necesidad. Una pequeña fisura hacía que el barco se resquebrajara. 

Esto no fue suficiente para llamar la atención a los diseñadores de los aviones, que tuvieron que vivir poco tiempo después su propia desgracia para notar que había un problema en el diseño. En menos de un año, tres aeronaves se desintegraron durante el vuelo y la causa resultó ser la misma que afectaba a los aviones: las ventanillas cuadradas. La presión de la cabina cambiaba drásticamente en el ascenso y el descenso, lo que hacía que se generaran microgrietas en las esquinas de las ventanas, que eran donde se concentraba toda la tensión. 

Como el problema parecían ser las esquinas donde la tensión se acumulaba y que provocaba microfracturas que cada vez se ampliaban más hasta provocar una fractura, la solución más sencilla era cambiarlas y optar por las ventanillas redondas o redondeadas, que evitaban por completo el problema de los ángulos. Las tensiones se reparten de forma uniforme en lugar de reunirse y así se evita el riesgo de fractura que tantas vidas costó y que trajo de cabeza a quienes tuvieron que encontrar el problema para darle una solución.