Noruega

El pueblo donde es ilegal morirse: la insólita ley de Longyearbyen (Noruega) y la razón científica que la avala

Morirse en este pueblo de Noruega no está bien visto. Unsplash
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MadridHay lugares en el mundo que tienen costumbres curiosas, las personas que viven allí tienen que adaptarse a las normas de convivencia, por extrañas que parezcan a primera vista, porque con el tiempo es bastante probable que descubramos los motivos que se ocultan detrás de esas costumbres o normas. 

Eso no hace que sea menos sorprendente enterarse de que en Longyearbyen no está permitido morirse y no es una sugerencia, es algo que especifica la ley. Obviamente, que no esté permitido morirse no quiere decir que solo pueda vivir allí quienes tengan certeza de su inmortalidad, es una ley que tiene otro fundamento y, una vez que se conoce, tiene todo el sentido hacer las cosas así. 

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Longyearbyen: el pueblo donde es ilegal morirse

Longyearbyen es un pequeño pueblo noruego que se encuentra en el remoto archipiélago de Svalbard, en pleno Ártico. Un lugar remoto donde las condiciones climáticas no son demasiado amables con sus 2.500 habitantes; las temperaturas pueden descender hasta los cuarenta grados bajo cero. Es precisamente en este lugar en el que han decretado que sus habitantes no tienen permitido morirse allí y el motivo está avalado por la ciencia. 

Así lo defiende una ley de los años 50, donde se señala que cualquier persona que se encuentre en estado terminal o esté en una situación que ponga en riesgo su vida (como sucede con las mujeres que se encuentran a punto de dar a luz), deberán abandonar el lugar. Si alguien fallece de manera repentina o a causa de un accidente, es trasladado al pueblo más cercano.

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Es precisamente este el motivo por el que sus habitantes no pueden morir allí y es que no es posible enterrarlos en Longyearbyen. No se permiten entierros ni hay cementerios porque se levanta sobre un suelo que está permanentemente congelado (permafrost). Esto hace que, de ser enterrados en este territorio, los cuerpos no se descompongan adecuadamente, los cadáveres se conservan casi intactos, lo que podría tener consecuencias para la salud de todos los vivos. 

De hecho, durante la pandemia de gripe española del año 1918, enterraron a algunos de los fallecidos y, años después, cuando analizaron los restos, encontraron rastro de los virus presentes. Esto preocupó a las autoridades, que cerraron el camposanto y pusieron en marcha la norma, impidiendo los entierros en esta localidad

La ley no prohíbe o penaliza morirse como tal, son más bien unas normas que se aseguran de que quien tenga que enfrentarse a este trámite, tenga una enfermedad terminal o se tenga que enfrentar a situaciones complicadas, no lo haga en un territorio en el que los cuerpos no se pueden descomponer. De hecho, no está preparado para afrontar una situación así, no tiene servicios funerarios, pero tampoco urgencias obstétricas.

Además, en este lugar tampoco está permitido tener gatos como mascotas, pensando en proteger la fauna local, sobre todo las especies de aves locales que existen y anidan en la región. Estas curiosidades son suficientes para atraer a un buen número de turistas, sumado a que desde Longyearbyen es posible ver auroras boreales.