¿Puede caerte bien en persona alguien a quien odias en Twitter? Así cambian las redes nuestras relaciones

  • Creemos saber mucho sobre redes sociales y que controlamos la forma en que nos afectan, pero hay muchos factores emocionales y psicológicos que nos influyen

  • La psicóloga Leticia Galeón nos ayuda a entender aspectos importantes, como que estas plataformas no siempre son la realidad, sino un escaparate, y no podemos caer en la comparación con los demás

A todos nos ha pasado. A ti también, no lo niegues. Seguro que sigues en redes sociales a alguna persona a la que no soportas, y aunque puedas bloquear o hacer unfollow (o sepas que deberíamos tomarnos menos a pecho lo que pasa en el mundo virtual), hay razones misteriosas que te llevan a no hacerlo. Puede incluso que suceda lo siguiente: que un día conozcas en persona a ese contacto y descubras de repente que te cae genial.

Porque a pesar de que somos conscientes de la barrera que separa nuestra vida online de nuestra vida real, las redes sociales nos influyen. ¿Cómo cambia nuestra personalidad? ¿Y nuestras relaciones con los demás? ¿Podemos hacer buenos amigos a través de estas plataformas? ¿Nos comparamos con otras personas? ¿Cómo afectan a nuestra autoestima y salud mental? Nunca está de más volver a repetir las respuestas a estas preguntas, sobre todo para los más jóvenes, así que charlamos sobre ello con una profesional: la psicóloga Leticia Galeón.

Comenzamos con una duda habitual y, tal vez, pensamos, un tanto personal e irresoluble. ¿Podemos fiarnos de las redes sociales como ventana para conocer a la gente? ¿Somos auténticos o somos un escaparate? “Depende de muchos factores, pero hay personas que se muestran tan y como son y otras que no. ¿Por qué? Hay diferentes motivos. A veces es por una necesidad de aceptación, de sentirse partícipes o miembros de algún tipo de grupo, o de diversas carencias personales que queramos suplir en estas plataformas?”, afirma Leticia.

El efecto de Instagram, Twitter y otras redes en nuestra salud mental

Esto es especialmente importante en los usuarios más jóvenes. “Lo que estamos viendo es que las redes sociales son una gran fuente de frustración, porque hay gente que sin querer se compara con lo que ven de los perfiles que siguen, tanto en la parte física como en la social. Y suelen comparar esos aspectos en los que ellos mismos salen perdiendo”, advierte la psicóloga. “Esto genera frustración, carencias e ideas irracionales. Sucede mucho entre los adolescentes”.

Deberíamos pensar en esto no solo respecto a nuestros contactos, sino también a nosotros mismos. ¿Damos a los demás una faceta demasiado “maquillada”? “Hay personas que lo hacen para suplir sus propias frustraciones y mostrar una imagen bonita de su vida, pero también hay quienes utilizan la mejor versión de sí mismos para conseguir likes, comentarios… Hay muchos adictos a estas redes porque son reforzadores que alimentan nuestro ego, nuestra autoestima, y eso engancha. La mayoría de la gente utiliza estas plataformas como escaparate, para mostrar una imagen dirigida”.

Esto puede servirnos para Instagram, pero, ¿qué hay de Twitter? ¿No están los ánimos demasiado crispados? ¿Volcamos nuestra imagen más agresiva en lugar de la más positiva? El anonimato juega un papel importante. “Estoy totalmente de acuerdo. Hablar desde el anonimato siempre ha sido muy fácil, ya que sentimos que podemos decir cualquier barbaridad, que tomando un café no diríamos, porque pensamos que no va a haber una repercusión directa. Pero detrás de cada comentario hay una persona a la que se puede estar haciendo daño o generando algún malestar”, señala Leticia.

¿Cómo usar las redes sociales de forma sana?

Sabiendo todas estas cosas, recuperamos la pregunta inicial ¿Puede caernos bien en persona alguien a quien odiamos en Twitter o Instagram? ¿Y al revés? “Tengamos en cuenta que las redes sociales pueden ser anónimas, y podemos atrevernos a decir cosas que no diríamos en persona, incluso a ser bordes e impertinentes. Pero fuera de ellas no tiene por qué ser así, puede haber un mayor grado de empatía, de vergüenza, de saber estar. También pasa al revés. En redes sociales, como hay tiempo para pensar, analizar cómo expresarnos de la mejor manera, podemos parecer más amables o educados que en persona, donde los tiempos son más rápidos y las respuestas no se pueden borrar”.

Pero no todo en redes sociales va a ser malo. Merece la pena hacer hincapié es que son recursos muy útiles para conocer gente con gustos afines, para quienes somos poco hábiles socialmente, para crear redes seguras cuando fuera de lo virtual no es posible (pensemos en las personas LGTB+ de regiones y países LGTBfobos). “Si se usan bien, son una fuente de oportunidades para muchas cosas, y no solo para conocer gente”, asegura Leticia. También es positivo señalar que a veces es buena idea salir de la zona de confort, romper la barrera online y cuidar esas relaciones en persona.

Con todo sobre esto encima de la mesa, y como conclusión, ¿qué debemos saber para aprender eso que parece tan fácil (pero no lo es) de usar bien las redes sociales? “Lo primero para hacer buen uso es el tiempo prudente. Estas plataformas son uno de nuestros grandes ladrones de tiempo. Luego, si vemos que algo nos hace daño, que nos comparamos demasiado con los demás, debemos tomar la decisión de eliminar el perfil. La prioridad somos nosotros”, recomienda. “También hay que tener claro que detrás de esto hay personas normales como nosotros, y que lo que vemos no es del todo la realidad, sino lo que quieren mostrar. Y priorizar la parte social sobre la virtual”, concluye.