Carolina tiene 20 años y ataques de ira: "Voy al psicólogo para controlar mi agresividad"

  • ¿Cuándo deberías ir al psicólogo por la agresividad?

  • Aunque hay circunstancias en las que el enfado es totalmente comprensible, debemos evitar la agresividad, tanto a nivel verbal como físico

No hay emociones buenas o malas, aunque algunas nos parezcan más desagradables que otras. La ira es una de esas emociones poco atractivas pero necesarias, ya que cumple una función. Nos activa psicológica y físicamente cuando nuestra libertad se pone en entredicho o cuando presenciamos alguna injusticia. El problema aparece cuando sentimos ira sin un motivo justificado, o bien cuando la ira sí es justificada pero también desproporcionada y nos provoca malestar. Esto es lo que le sucede a Carolina, una chica de 20 años que va al psicólogo para controlar sus ataques de ira. Hoy aprenderemos a gestionar la agresividad de la mano de su testimonio.

El caso de Carolina (20 años):

"Me di cuenta de que tenía un problema cuando mi mejor amiga y mi novio se sentaron a hablar conmigo sobre el tema. Estábamos en Cádiz de vacaciones de verano y yo llevaba varios días que saltaba a la mínima. Nos sentamos en un chiringuito a comer y noté que mi mejor amiga estaba cabreada, así que le pregunté que qué le pasaba. Me dijo que estaba harta de que todos los días me cabrease con la gente sin motivo, que soltase comentarios muy dañinos y que encima pagase mis enfados con todo el mundo.

Yo me quedé de piedra y miré a mi novio esperando que estuviese tan sorprendido como yo, pero no. Resulta que pensaba lo mismo. Al principio me cabreé, pero por la noche me derrumbé, me puse a llorar y me di cuenta de que tenían razón.

Al volver a Guadalajara, que es donde vivo, decidí cambiar. Quería dejar de ser tan agresiva y controlar un poco mi ira, así que empecé a leer libros e informarme en Internet con trucos y consejos de gente que había pasado lo mismo. Aunque me ayudó un poco, seguía igual. La única diferencia es que ahora era consciente de que tenia un problema, así que me sentía todavía más culpable.

El momento en que todo cambió fue cuando se lo conté a mis padres y me dijeron que si necesitaba ir al psicólogo. Al principio me dio mucho miedo y vergüenza porque nunca he ido al psicólogo y pensé que no me serviría para nada, pero fue la mejor decisión que pude tomar.

Llevo 5 meses yendo a terapia. Los primeros meses iba una vez a la semana, y ahora dos veces al mes. Mi psicólogo, mis amigos, mis padres y mi novio me dicen que se nota muchísimo el cambio, y yo también me doy cuenta. Soy más feliz, mis relaciones son más sanas y cuando tengo un problema o me siento triste, sé cómo resolverlo sin ser agresiva ni sufrir ataques de ira, porque, aunque no lo parezca, cuando los sufría lo pasaba tan mal como mi entorno".

Cómo gestionar la agresividad:

Aunque hay circunstancias en las que el enfado es totalmente comprensible, debemos evitar la agresividad tanto a nivel verbal como físico. Los ataques no solucionan nunca un problema, y aunque al principio nos hagan sentir mejor, las consecuencias a largo plazo son más negativas que positivas. Por eso es importante aprender otras formas para resolver los conflictos.

  • No discutas para tener razón

A menudo nos enfadamos porque creemos que así es más fácil demostrar que tenemos razón. En realidad, sucede todo lo contrario. Cuando actuamos con agresividad, es más fácil perder los papeles y utilizar argumentos irrespetuosos, dañinos y falsos. Si quieres debatir con alguien, espera a estar un poco más tranquilo, y no intentes ganar la discusión sino explicar tu punto de vista de forma educada.

  • No acumules tu cabreo

Si algo te molesta, dilo de manera respetuosa en el momento. Cuando vamos acumulando ira, tarde o temprano estalla y corremos el riesgo de que sea contra alguien que ni siquiera nos ha hecho nada grave.

  • Ten en cuenta tu estado físico y psicológico

La falta de sueño y la mala alimentación nos pueden predisponer a estar más irritables y saltar a la mínima. También es habitual que el estrés en el trabajo o en la universidad, la ansiedad o la tristeza nos predispongan a estar de mal humor. Vigila tu estado de salud a nivel físico y psicológico y a cualquier mínima señal, pide ayuda profesional.

  • Utiliza el ejercicio para desactivarte

Si te notas demasiado activado, puedes practicar algún deporte para liberar ese exceso de energía y evitar que se transforme en agresividad. La natación, salir a correr, practicar algún deporte en equipo o hacer yoga en casa pueden resultar muy útiles. Si además aprendes a controlar la respiración y a relajar tus músculos, mejor que mejor.

  • Pide ayuda profesional

Si has intentado solucionar tus problemas de agresividad en solitario y no has podido, pide ayuda. Si cada día los ataques de ira son más comunes y te sientes peor contigo mismo, pide ayuda. Si la irritabilidad está afectando a tus relaciones personales o a tu trabajo, pide ayuda. Ponte en manos de un psicólogo y aprende las herramientas para resolver este problema.