El gallo Maurice que vive en un gallinero de la Isla de Olerón, en la costa francesa, podrá seguir cantando aunque no le guste a sus vecinos. Corinne Fesseau, la dueña del animal, podrá tenerlo, según la decisión del tribunal de instancia de Rochefort que ha obligado a pagar las costas a los demandantes.
Un matrimonio vecino llevó su denuncia ante la justicia al acusar al gallo Maurice de despertarlos demasiado temprano con su canto. La propietaria trató de solucionarlo y cambió el gallinero de lugar, aisló con plástico la casita de Maurice, pero este obviamente siguió haciendo lo que hacen los gallos al amanecer.
Este jueves 5 de septiembre un Tribunal francés le dio la razón a la naturaleza al rechazar la demanda de vecinos y condenándoles a pagar 1.000 euros por daños, intereses y gastos de Justicia.
El Tribunal investigó las rutinas de Maurice y estableció que el gallo hacía su trabajo al salir el sol "de manera intermitente" entre las 6:30 y las 7:00 de la mañana y no a las 4:00 de la madrugada, como denunciaban los jubilados, y además a un nivel "simplemente perceptible, es decir poco intenso" con la ventana cerrada.
El gallo Maurice podrá seguir cantando por orden del juez y de la madre natura.