Una práctica que en el tenis no era tan común, pero que figuras como Berrettini, Sinner o Dimitrov ya lucen ese estilo
El caso Alcaraz: ¿por qué nos gusta tanto la épica?
El cambio de imagen de Carlos Alcaraz con la cabeza rapada en el pasado US Open recorrió el mundo. Pero hubo otro detalle que pasó más desapercibido: sus axilas depiladas. Un gesto que, sin embargo, supone un punto de inflexión generacional en el tenis: ninguno de sus antecesores lo había hecho. ¿Estamos ante una nueva tendencia estética? En piernas y brazos es bien sabido que facilita los masajes del fisioterapeuta, pero ¿qué implica este detalle?
Del vestuario a la pista
Durante décadas, la depilación se ha asociado con deportes en los que la resistencia del medio importaba claramente (ya fuera agua o aire) y a disciplinas con tradición de masaje y vendaje intensivos como ciclismo, natación o atletismo. En esas modalidades hay evidencia de ventajas funcionales: un estudio en nadadores mostró que afeitar el vello corporal disminuye el “coste fisiológico” para mantener velocidades estándar, lo que sugiere menos esfuerzo para nadar igual de rápido (medido con el lactato sanguíneo). El estudio concluía que “afeitar el vello corporal” reducía ese coste a ritmos prefijados.
En paralelo, la literatura sobre trajes y equipación hidrodinámica documentó reducciones de arrastre y menor coste energético en el agua con diseños específicos, reforzando la lógica de “todo suma” en deportes acuáticos.
En el tenis no se compite dentro del agua, ni se busca conseguir ventaja aerodinámica marginales como en las contrarreloj de ciclismo, de modo que el argumento es menos determinante. Aún así, la práctica se ha hecho hueco entre la élite tenística como parte de un conjunto de rutinas de cuidado y recuperación: masajes, crioterapia, vendajes preventivos y terapéuticos. Ese desplazamiento de lo excepcional a lo cotidiano hace que la depilación deje de ser una rareza estética para integrarse en el mantenimiento del cuerpo del atleta.
Taping, masajes y curas
Más allá de gustos, hay motivos técnicos ligados a la fisioterapia. Las guías clínicas sobre kinesiotaping o vendaje neuromuscular, una de las herramientas más extendidas en recuperación y prevención, son explícitas e indican que el vello corporal largo debe afeitarse antes de colocar la cinta porque dificulta la adherencia. Es decir, para que el vendaje pegue y funcione, la piel debe estar limpia y sin pelo.
Esa lógica se entiende en deportes con vendajes frecuentes, ya sea en el tobillo, rodilla, hombro o codo, ya que permite una mejor adhesión y menos fallos de la cinta con el sudor o movimientos explosivos. Este vendaje neuromuscular es un adhesivo acrílico que permanece varios días sobre la piel y modula dolor y movilidad; su eficacia práctica depende, entre otros factores, de cómo se adhiere.

El masaje es otro frente. No porque “mejore el rendimiento” per se, aunque si mejore la flexibilidad y alivie el dolor muscular de aparición tardía, sino porque masajear piel sin pelo es más cómodo, limpio y seguro cuando hay trabajo diario de tejidos blandos. En ese terreno, ciclistas profesionales llevan años ofreciendo una justificación práctica que también vale para otros deportes de alto volumen de masaje: “evita infecciones de los folículos por los masajes diarios” y “las heridas se curan más rápido y no se infectan tan fácilmente”, además de la comodidad evidente.
En definitiva, que si un tenista utiliza vendajes con regularidad o recibe masajes de forma continua en torneos y entrenamientos, depilar piernas o zonas de fricción facilita el trabajo clínico, reduce molestias y mejora la higiene de las curas tras abrasiones o rascaduras.
Axilas: higiene y cultura
El foco en las axilas tras el caso Alcaraz invita a realizar una pregunta muy concreta: ¿es solo estética o también hay argumento higiénico? En primer lugar estaría el hecho de que la evidencia clínica indica que afeitar la axila y lavar con jabón reduce inmediatamente el olor axilar un 57,3% frente a solo lavar; depilar con cera y lavar reduce un 75,3%. Ese efecto persistió al menos en parte durante 24 horas en el grupo afeitado.
Sin embargo, esto no implica que afeitarse suponga rendir más en la práctica del tenis. A nivel de rendimiento puro, la relación directa es mucho más difusa que en el agua o la lucha contra el crono de un ciclista. Sí hay, en cambio, beneficios indirectos relevantes para el día a día del deportista: mejor adherencia de vendajes, masajes y curas más limpias y control del olor en zonas de alta sudoración bajo camisetas ajustadas.
El resto pertenece al territorio de la cultura deportiva: identidades de vestuario, estética personal y, en 2025, la visibilidad pública de cada gesto. De esta forma, el tenis, un deporte que tradicionalmente ha sido más conservador en estos códigos, también evoluciona y normaliza prácticas que en otros deportes pasaron de ser marginales a mainstream hace décadas.
¿Un punto de inflexión?
El “caso Alcaraz” no supone la inauguración de la depilación deportiva, pero sí la visibiliza en una pista donde no era costumbre. Hoy cada vez es más frecuente ver a figuras actuales como Jannik Sinner, Matteo Berrettini o Grigor Dimitrov con las piernas lisas, a diferencia de ilustres retirados recientemente como Roger Federer o Rafa Nadal. Queda por ver si las axilas depiladas del flamante número uno del mundo marcan un punto de inflexión y otros le siguen.
La ciencia ofrece piezas concretas para completar el puzle (tape y adherencia; masaje y folículos; olor axilar y reducción medible tras depilar), y la práctica clínica en fisioterapia justifica su uso cuando hay vendajes y trabajo de tejidos a diario.
El resto, es decir, la elección estética, pertenece al jugador. Si en natación y ciclismo cada centésima importa y el afeitado tiene literatura de apoyo, en tenis el argumento es más higiénico-terapéutico que aerodinámico.


