Roberto Carretero: “Ahora se habla de salud mental en el tenis, pero hace 30 años te llamaban tarado”
En los 90 era una de las grandes promesas del tenis español, pero Roberto Carretero tuvo que conformarse con un Roland Garros Junior y un Master 1000 por culpa de sus constantes lesiones. Hoy cuenta su historia en ‘El tenis desde dentro’
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Roberto Carretero (Madrid, 1975) fue una de esas promesas fulgurantes que el tenis español vio brillar demasiado pronto y apagarse demasiado rápido. Campeón de Roland Garros júnior y del Masters 1000 de Hamburgo en 1996, su carrera profesional se truncó a los 26 años, víctima de un físico que no resistió el ritmo del circuito y de una cabeza que prefirió parar antes que seguir sufriendo.
Sin embargo, lejos de renegar del tenis, Carretero ha convivido con él desde muy cerca, aportando su mirada y su experiencia desde otro ángulo: lleva casi dos décadas como comentarista y ahora ha encontrado el momento para revisitar su propia historia en ‘El tenis desde dentro’, un libro que él mismo está leyendo ahora en busca de una nueva visión.
En esta conversación, el madrileño habla sin filtros del sacrificio y la soledad del tenista, del precio emocional del éxito, de la salud mental en el deporte y de lo que significa mirar atrás sin arrepentimiento. “Mi cuerpo reventó mi cabeza, pero no cambiaría nada, porque soy quien soy por todo lo que viví”, apunta.
¿Cómo decides, tantos años después, contar tu historia como tenista profesional?
En realidad no fue algo buscado. No me dije “quiero escribir un libro” y empecé a mover hilos para encontrar editorial. Fue una editorial importante —la que hizo el libro de Agassi, Open— la que se puso en contacto conmigo. Pensaron que tenía una historia interesante después de tantos años y de tantas preguntas que la gente se ha hecho. Cuando me lo propusieron, me emocioné y vi que era una gran oportunidad para compartir mi experiencia y mi vida.
En libros como el de Agassi o el de Nadal hay mucho sufrimiento, pero el tuyo no se queda atrás. No parece que el tenis se disfrute tanto como se sufre.
Todos tenemos una historia, pero el tenis tiene un sufrimiento añadido: la soledad. Desde muy joven asumes una madurez y una responsabilidad enorme. No es un deporte de equipo en el que te lo ponen todo; en el tenis eres tú el responsable de todo, y los costes también son tuyos. Empiezas siendo no sólo tenista, sino tu propio equipo, empresario, todo. Es un deporte muy sufrido. El tenista sufre más de la cuenta, no sé si por cómo está concebido el juego o por estar solo, pero no es habitual ver a tenistas disfrutando. Es un deporte que implica sufrimiento, pero también te engancha por eso mismo.
El tenista sufre más de la cuenta, no sé si por cómo está concebido el juego o por estar solo, pero no es habitual ver a tenistas disfrutando
Te retiraste joven, con 26 años. ¿Crees que el tenis profesional merece la pena? ¿Compensa tanto esfuerzo y renuncia?
No voy a decir que no. Cada uno debe hacer lo que su cabeza, su cuerpo y sus dotes le pidan. Yo volvería a hacerlo, sin duda. En el proceso hay cosas que te gustan más y otras menos, pero es verdad que el peso añadido en el tenis es la soledad, no solo en pista, sino en el día a día. Muchos viajes, lejos de casa.
En aquella época era más duro. Eso me pesaba, sobre todo porque mi carrera no fue como yo quería. Cuando lo que te gusta no sale bien, todo se hace más difícil. Si merece la pena, depende de cómo te haya ido. A mí sí, y no hablo de lo económico, porque eso nunca lo puse primero.
El tema económico en el tenis parece estar mitificado. Dominic Thiem dijo hace poco que llegar a profesional cuesta más de un millón de euros antes de los 18.
Es cierto. Y además, tenistas que realmente solucionen su vida para siempre hay muy pocos. En el fútbol, por ejemplo, hay cientos de jugadores en primera división en varios países. En tenis, el top 100 son solo 100. De esos 100, algunos ganan mucho dinero, sí, pero tampoco tantos pueden retirarse sin trabajar más. Muchos grandes tenistas, como Albert Costa, Fernando González o Marcelo Ríos, han tenido que seguir trabajando después. Al final, no lo hacemos por dinero, sino por disfrutar y llegar al máximo.
Muchos grandes tenistas, como Albert Costa, Fernando González o Marcelo Ríos, han tenido que seguir trabajando después
Has dicho alguna vez que el tenis es el deporte más completo.
Sí, sin duda. Te exige demasiado. No solo es pegarle bien a la pelota o ser rápido: tienes que hacerlo todo. Eres el empresario, el entrenador, el delantero, el defensa, el portero… Por eso tantas horas desde pequeño. Si comparas, un chaval de fútbol entrena cuatro días a la semana más el partido. Nosotros, para estar a ese nivel, entrenábamos cinco o seis horas diarias. El cuerpo no está hecho para eso con 14 o 15 años. A algunos les va mejor, a otros peor. En mi caso, fatal.
También dices que físicamente naciste en una época que no te tocaba.
Sí. Me veo jugar hoy y pienso que podría competir perfectamente. Fui pionero en algunas cosas: la velocidad, la potencia, la manera de moverme. Pero ni mi cuerpo ni la preparación eran para aquella época, que era más rudimentaria. Hoy se entrena mejor, hay más prevención, mejor alimentación, más profesionalidad. Creo que muchos de nosotros hubiéramos sacado más provecho ahora. Mi carrera fue muy corta, y por eso pienso que nací en una época que no me tocaba.
Fui pionero en algunas cosas: la velocidad, la potencia, la manera de moverme. Pero ni mi cuerpo ni la preparación eran para aquella época
Para triunfar en el tenis de élite, ¿hay que ser un obseso?
Creo que sí. En mi época había jugadores que conseguían grandes cosas y llevaban una vida normal para un chaval de 20 o 25 años, pero hoy en día no hay espacio para eso. Alguien como Kyrgios, con toda su calidad, ha llegado solo al 40% de lo que podría haber sido. Pero también es cierto que hay gente que, si fuera más obsesiva, no aguantaría la presión. Cada jugador tiene su historia. En nuestra época, además, a los 30 ya estabas retirado. Hoy puedes madurar y seguir siete años más.
¿Qué influye más, el físico o la cabeza?
Van unidos. En mi caso, el físico reventó la cabeza. Siempre he sido duro mentalmente, pero si nos comparas con Nadal, todos parecemos blandos. No se puede comparar con él, no es sano hacerlo. Cuando el dolor es constante y tan fuerte, acabas cayendo. Hoy en día se habla de salud mental, pero hace 30 años te llamaban tarado. Antes no se trataba, te lo tenías que gestionar solo. Esa evolución ha sido enorme.
Siempre he sido duro mentalmente, pero si nos comparas con Nadal, todos parecemos blandos. No se puede comparar con él, no es sano hacerlo
En el libro se habla mucho de lo malo, pero también tuviste momentos buenos. ¿Cómo viviste el éxito, como Roland Garros Junior o Hamburgo?
Lo viví con mucha intensidad. Ganar torneos, partidos, lo vivía como una fiesta, con mucha adrenalina. El problema viene después, cómo gestionas todo eso. En el libro lo explico bien, sobre todo en los capítulos “Welcome to the Jungle” y “En la cima del mundo”. A tan temprana edad es difícil gestionar ciertas cosas.
¿Te habría venido mejor no ganar Hamburgo?
No, porque mi carrera estaba acabada prácticamente desde que empezó. Tenía un problema crónico en el hombro y no sé hasta dónde habría llegado, pero al menos toqué el cielo. Gracias a eso llevo 18 años en la tele y he tenido oportunidades que quizá no habría tenido. No cambiaría nada, porque soy quien soy por lo que viví.
Sin el hombro como lo tenías, ¿hasta dónde crees que habrías llegado?
El hombro empezó a darme problemas con 13 años. Imagínate convivir con eso a diario durante años. Parar, volver, recaer. Era agotador. Iba al fisio todos los días, dos veces, sin apoyo mental ni acompañamiento. Todo eso pasa factura. Si no hubiera tenido lo del hombro, habría creído más en mis posibilidades y me habría cuidado más. Quizá mi carrera habría sido otra.
Sigues vinculado al tenis: la televisión, el libro… ¿No es un poco torturarte?
No. El tenis fue mi sueño de niño. No voy a dejar que un juego de raqueta me rompa la cabeza ni me convierta en un juguete roto. Hay más cosas en la vida. Soy la persona que soy por todo eso, y no me voy a amargar pensando en lo que pudo ser. No soporto esa frustración ni en mí ni en otros.
No voy a dejar que un juego de raqueta me rompa la cabeza ni me convierta en un juguete roto. Hay más cosas en la vida
Si pudieras darte un consejo al Roberto joven, ¿qué le dirías?
Que sea más egoísta. No lo había pensado nunca, pero sí, ser más egoísta, pelear más por mí. En este mundo hay que serlo. No me enorgullece, pero creo que uno tiene que mirar más por sí mismo. Yo fui demasiado generoso o menos egoísta de lo que debía.
Para terminar, ¿te habría gustado competir en esta época?
Seguramente sí, aunque me encantó la mía. Ahora todo está más robotizado, pero Alcaraz me encanta porque es natural, tiene un estilo parecido al mío y está mucho mejor asesorado. Es mejor que yo en todo, pero su manera de fluir me gusta. En mi época el top 100 era más completo, había más nivel medio-alto y era dificilísimo jugar la Copa Davis. Podías ser el 35 del mundo y no te llamaban. Hoy, con bajas y rotaciones, eso ha cambiado. Antes éramos 12 o 14 españoles entre los 100, un nivel increíble.
