¿Teletrabajar sale más caro o más barato? Lo que debes tener en cuenta para calcularlo

El teletrabajo supone un ahorro en desplazamientos y comidas pero puede ser un gasto mayor en otros conceptos
Consejos para la conciliación familiar y laboral en tiempos de teletrabajo
MadridDesde el estallido de la pandemia en 2020, el teletrabajo ha pasado de ser una práctica residual en España a convertirse en una realidad cotidiana. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), más del 30% de los españoles teletrabajan de forma habitual o mixta. Pero, más allá de su flexibilidad y comodidad, una de las preguntas que sigue generando debate es si el teletrabajo realmente supone un ahorro económico o si, por el contrario, aumenta los gastos personales.
La respuesta no es sencilla, y para poder valorarlo correctamente, hay que tener en cuenta diferentes factores y costes asociados, tanto directos como indirectos.
El ahorro más evidente: desplazamiento y comidas
El principal beneficio económico del teletrabajo está relacionado con la reducción de gastos en desplazamientos. Según un informe elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), cada día trabajado desde casa puede suponer un ahorro de hasta 8 euros si utilizamos coche particular, dependiendo de la distancia recorrida y del tipo de vehículo utilizado. Este ahorro podría alcanzar entre 160 y 200 euros mensuales si pensamos que desarrollamos una jornada laboral habitual de cinco días a la semana.
Asimismo, no acudir a la oficina también evita las tentaciones de comer fuera. Un menú diario puede rondar fácilmente entre los 10 y los 15 euros diarios, lo que supone un ahorro adicional significativo al cocinar en casa. En términos prácticos, la OCU estima que teletrabajando se podría reducir hasta 150 euros mensuales en gastos relacionados con alimentación fuera del hogar.
Los costes ocultos del teletrabajo
Pero no todo son ahorros. Trabajar desde casa también implica gastos adicionales que pueden pasar inadvertidos a primera vista, como son los costes de electricidad, internet y acondicionamiento del espacio de trabajo.
Según datos recientes recogidos por expertos en consumo energético, el uso continuado de dispositivos electrónicos puede incrementar hasta en un 20% la factura de luz mensual. Por ejemplo, mantener un portátil encendido ocho horas al día cuesta aproximadamente 0,40 euros diarios. A esto hay que sumar gastos como calefacción o aire acondicionado, que en días extremos pueden aumentar significativamente la factura energética.
Además, el teletrabajo puede requerir mejorar la calidad y velocidad de la conexión a internet, lo que podría implicar pasar a una tarifa superior o adquirir equipos adicionales, suponiendo un incremento de entre 20 y 40 euros mensuales adicionales en la factura.
La ergonomía es otro factor clave. Según expertos en salud laboral, para prevenir lesiones derivadas del teletrabajo prolongado es recomendable invertir en mobiliario ergonómico de calidad, como sillas adecuadas, escritorios adaptables o monitores con altura ajustable. Estos elementos pueden suponer una inversión inicial de entre 200 y 600 euros, aunque también se traducen en beneficios claros para la salud a largo plazo.
Productividad y equilibrio personal
Más allá de los números directos, otro aspecto que influye económicamente es la productividad. Según un estudio de Cisco, hasta el 58% de los trabajadores afirma ser más productivo en casa debido a la reducción de interrupciones y a la flexibilidad horaria. Además, un 70% señala disponer de más tiempo para realizar ejercicio y mejorar hábitos alimenticios, lo que podría traducirse indirectamente en ahorro en gastos médicos a largo plazo.
No obstante, la cara oculta es la posible desconexión social y laboral. Según el mismo estudio, cerca del 40% afirma que el teletrabajo afecta negativamente a las relaciones con compañeros y superiores, algo que podría limitar oportunidades de crecimiento profesional o generar estrés a largo plazo.
Entonces, ¿teletrabajar sale más barato o más caro entonces? La realidad es que no existe una respuesta absoluta. Para quienes tienen largos desplazamientos diarios y suelen comer fuera, el ahorro es claramente significativo. Para quienes ya trabajan cerca de casa, los costes añadidos podrían equilibrar ese supuesto ahorro.