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A primera vista, elegir entre cocinar con gas o con electricidad parece una cuestión de preferencias personales o de infraestructura disponible en casa. Pero en un contexto de tarifas dinámicas, eficiencia energética y cambios en los hábitos de consumo, esta decisión tiene implicaciones directas en la factura mensual. Saber qué sistema resulta más rentable depende de variables como el precio real por kilovatio hora, el tipo de cocina instalada y los tramos horarios de tu tarifa.

El precio de la energía: gas vs electricidad

El precio por kWh del gas natural en el mercado regulado en España es significativamente inferior al de la electricidad: unas 0,043 €/kWh frente a tarifas eléctricas reguladas que oscilan entre 0,0935 €/kWh (valle) y 0,1785 €/kWh (punta). Aunque algunas tarifas eléctricas como la de Naturgy ofrecen precios medios de 0,119 €/kWh sin impuestos, siguen siendo más caras que el gas.

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En cuanto al rendimiento en la cocina, el gas natural es más económico por kWh y permite una cocción rápida, pero su eficiencia útil se sitúa alrededor del 60 %, ya que parte del calor se pierde en el ambiente. En contraste, las cocinas de inducción pueden convertir hasta el 90 % de la energía eléctrica en calor útil. Según los expertos, cocinar con gas también es rápido, aunque la inducción produce los mayores ahorros eléctricos por menor pérdida de calor.

Si nos fijamos en los costes estimados por hora de funcionamiento, según los datos más recientes, el gas natural costaría unos 10 a 15 céntimos por hora, el gas butano entre 15 y 20 céntimos, mientras que la electricidad estándar estaría en torno a los 20 a 30 céntimos, y la inducción 15 a 25 céntimos. Estas cifras afectan directamente cuando se usa con frecuencia una sartén o cacerola durante 30–60 minutos diarios.

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En tarifas por horas como PVPC, el coste eléctrico varía mucho: por ejemplo, en un día reciente el precio más bajo fue 0,0807 €/kWh (alrededor de las 16:00‑17:00h) y el pico alcanzó 0,2260 €/kWh (21:00‑22:00h). Además, una reforma reciente amplió la disparidad entre tramos, por lo que consumir durante horas valle puede resultar hasta ocho veces más barato que en las horas punta.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, aunque el gas es más barato en precio por energía, implica costes de mantenimiento (revisión de instalación de gas) y mayores riesgos de fugas. En cambio, la electricidad es más limpia, segura y libre de revisiones periódicas. Las cocinas de inducción, pese a su coste inicial mayor, ofrecen alto rendimiento energético y limpieza.

¿Cuál compensa más según tu tarifa?

Si dispones de acceso a gas natural y cocinas con frecuencia, el gas suele ser más rentable a corto y medio plazo. En el caso de que estés con electricidad y puedes aprovechar franja valle (diurna, especialmente en fines de semana), una cocina de inducción puede acercarse o superar en eficiencia al gas.

En hogares con tarifas planas o sin discriminación horaria, dependerá predominantemente del precio por kWh contratado: si la electricidad cuesta más de 0,15 €/kWh, el gas sigue siendo más económico. A largo plazo, junto a sistemas renovables (placas solares), las cocinas de inducción aumentan su rentabilidad y sostenibilidad.

Gas natural ofrece menor coste por energía, rapidez de cocción y eficiencia aceptable, pero con mayores requisitos de infraestructura y seguridad. La inducción eléctrica, aunque es más cara en kWh, sobresale por eficiencia energética (hasta 90 %), seguridad y facilidad de uso. La tarifa de electricidad (PVPC con discriminación horaria o tarifa fija) y tus hábitos de uso (cuándo y cómo cocinas) serán finalmente los factores más determinantes de cara a tu decisión final.

Para elegir bien, compara precios concretos en tu zona, evalúa si puedes adaptar tu rutina a horas valle, y contempla la eficiencia real del sistema frente a los costes energéticos directos.