Psicología

Cuando los niños ejercen el rol de padres: "La parentificación no afecta solo a un tipo de familia"

Parentificación
Victoria Espinosa Lorenzo y Laura Núñez Moreno, autoras de ‘Eso no me toca a mí’. Colegio Oficial de la Psicología
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La Convención sobre Derechos del Niño (ONU, 1989) ampara y defiende el derecho a ser niño, basándose en la necesidad de poder disfrutar de la infancia cuando corresponde para poder llegar a ser un buen adulto. En muchos hogares, desgraciadamente, eso no se cumple, porque los niños deben asumir de forma temprana roles que no les corresponden. La parentificación habla, precisamente, de eso.

Este concepto viene a designar cuando un niño o niña asumen las responsabilidades que les tocan a los padres, ya sea porque estos son incapaces emocionalmente o porque no pueden por trabajo o una enfermedad. En muchos casos, esto sucede de forma involuntaria porque el contexto es difícil, y no por falta de amor.

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El cuento 'Esto no me toca a mí' (editorial Peonza, 2025), de Victoria Espinosa Lorenzo y Laura Núñez Moreno, es el primero en España en abordar esta problemática. Se ha presentado en el Colegio de Psicología de Madrid y cuenta la historia de Maca, una niña que tiene superpoderes. Su capa se va haciendo más y más grande conforme se va cargando de responsabilidades: el cuidado de su hermano pequeño, sostener a su madre que no se encuentra bien anímicamente... La lista se hace eterna y, mientras eso ocurre, la capa de Maca va creciendo. Le cuesta poner límites a los demás y acaba cediendo en demasiadas cosas, como ayudar en los deberes a sus compañeros de clase. La sombra se hace tan grande que empieza a tener problemas de sueño y ansiedad. No vamos a desvelar cómo acaba el cuento, pero claramente es un ejemplo de las consecuencias que tiene la parentificación.

Ese era el objetivo de Victoria Espinosa Lorenzo, Doctora en Psicología e investigadora en la línea de etiopatogenia y tratamiento de los trastornos mentales graves del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, y de Laura Núñez Moreno, psicóloga general sanitaria y terapeuta EMDR de población infantojuvenil y adulta. Como explican, es una problemática con la que se encuentran cada vez más en consulta. De ahí que decidieran abordarla en un cuento para niños pero también para adultos. Esta es la entrevista que han concedido a la Informativos Telecinco.

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Victoria Espinosa Lorenzo y Laura Núñez Moreno en la presentación del cuento en el Colegio de Psicólogos de Madrid.

Pregunta: ¿Por qué decidís escribir ‘Eso no me toca a mí’? ¿Cuál es el punto de partida?

Respuesta: La idea surge de forma orgánica, a partir de nuestra experiencia clínica. Nos conocimos en 2017, trabajando en una clínica especializada en trauma en la que atendíamos a menores, familias y personas adultas. Pronto vimos cómo la parentificación y sus consecuencias aparecían una y otra vez, tanto en los niños y niñas como en la infancia de muchos adultos. Nos dimos cuenta de que, más allá del motivo de consulta, ya fuera ansiedad, dificultades escolares, conflictos familiares o experiencias traumáticas, la parentificación a menudo está ahí. Además, observamos que no existían recursos para abordarlo durante la infancia y la adolescencia, momentos en los que son clave los materiales que permiten trabajar desde el juego o los cuentos. A partir de esa necesidad, decidimos crear un material propio para trabajar en terapia y así empezamos el proceso creativo detrás de 'Eso no me toca a mí'.

P: ¿Qué es la ‘parentificación’ y qué tipo de casos os habéis encontrado en consulta? 

R: La parentificación ocurre cuando un/a menor asume roles y responsabilidades reservados a las personas adultas. Esto puede pasar explícita o implícitamente, porque estas responsabilidades se les imponen o porque se les permite asumirlas. Y esto puede tener consecuencias tanto a corto como a largo plazo en todos los ámbitos del desarrollo: emocional, cognitivo, relacional, etc. En consulta hemos visto casos en los que los niños y niñas, tratando de sostener el equilibrio familiar, cuidan de hermanos/as pequeño/as, pasan mucho tiempo solo/as, median en conflictos adultos, consuelan a sus padres, etc. 

"Si preguntamos a nuestro alrededor, muchas personas adultas y nuestros mayores se sienten identificados con lo que cuenta el libro"

P: ¿De dónde surge este concepto y cuándo se empieza a hablar de él en el entorno de la psicología?

R: El concepto de parentificación, también conocido como inversión de roles, surge en el ámbito de la psicología familiar a finales de los años sesenta. Fue introducido por primera vez por Iván Boszormenyi-Nagy y Geraldine M. Spark en su libro 'Lealtades invisibles'. Ambos observaron que, en algunas familias, los hijos pueden asumir responsabilidades emocionales o prácticas que corresponderían a los adultos, es decir, que los límites dentro del sistema familiar se desdibujan y los padres crean un entorno que fomenta comportamientos de cuidado en sus hijos con el fin de mantener el equilibrio emocional de la familia… O del propio padre o madre.

Con el tiempo, la investigación y la práctica clínica ampliaron la comprensión del fenómeno, mostrando que la parentificación no solo implica “ayudar en casa”, sino que puede tener un impacto emocional cuando el menor se convierte en el cuidador emocional de los adultos. De hecho, en la intervención del trauma en la edad adulta, el tema ha cobrado cada vez más visibilidad, ya que se reconoce la importancia de detectar y abordar estos roles tempranos para prevenir consecuencias emocionales a largo plazo.

P: ¿Es algo más reciente o es una problemática de largo recorrido?

R: Si preguntamos a nuestro alrededor, muchas personas adultas y nuestros mayores se sienten identificados con lo que cuenta el libro. De hecho, muchas nos dicen: esto me ha pasado, pero no sabía que tenía un nombre”. Es algo que siempre ha existido, pero que sigue estando invisibilizado. Y es que la infancia y sus derechos han sido reconocidos hace relativamente poco tiempo. Antes se veía a los niños y niñas como pequeños adultos, pero ahora sabemos, como respalda la Convención de los Derechos del Niño de 1989, que es necesario poder disfrutar de la infancia cuando corresponde para llegar a ser un buen adulto.

Victoria Espinosa Lorenzo y Laura Núñez Moreno, autoras de  ‘Eso no me toca a mí’.

P: ¿A qué tipo de niños y niñas suele afectar? ¿Cómo son ellos? ¿Hay un perfil claro?

R: La parentificación no afecta solo a un tipo de niño o familia. Puede darse en muchos contextos distintos y no existe un perfil único. Puede aparecer en situaciones muy diversas: padres o madres con problemas de salud física o mental, divorcios, conflictos familiares o familias donde se valora en exceso la madurez del menor. Algunos niños y niñas son más propensos a asumir este rol, especialmente aquellos que tienden a sentirse responsables de lo que ocurre a su alrededor.

Como nuestra protagonista, a menudo son percibidos como “muy maduros para su edad”, “muy responsables” o escuchamos sobre ellos frases como “si no fuese por María, no sé qué haría” o “mi hija es mi mejor amiga”. Son expresiones que se suelen decir con cariño y con reconocimiento a su fortaleza, alto nivel de responsabilidad, empatía, etc., pero que en algunos casos pueden esconder una carga emocional excesiva y tener consecuencias negativas a corto y largo plazo.

P: ¿Qué tipo de problemas tienen los padres para que los niños tomen esos roles?

R: A menudo se piensa que la parentificación solo ocurre en familias con muchas dificultades, pero también aparece en hogares aparentemente funcionales o con buena situación económica, donde, además, suele pasar más desapercibida. Entre las causas encontramos tanto factores individuales (enfermedad física o mental), como contextuales (divorcios, duelos, precariedad) o socioculturales, por ejemplo, ciertos valores patriarcales que refuerzan la idea de que cuidar es una responsabilidad de las niñas. Estas circunstancias pueden darse en cualquier nivel socioeconómico.

Algo que nos repiten muchos niños y niñas que leen el cuento es: “Me gusta que no culpa a los padres”. Y eso resume bien nuestro objetivo: no se trata de señalar, sino de comprender. Los padres que, sin querer, colocan a sus hijos en ese rol suelen atravesar momentos de vulnerabilidad emocional o dificultades vitales que les impiden ejercer plenamente su función de cuidado, y ellos también necesitan apoyo y acompañamiento.

"Hay algunas pistas que pueden alertarnos y que hemos reflejado en el cuento: niños y niñas que se muestran excesivamente responsables o maduros para su edad"

P: Para poder revertir la situación, supongo que es necesario o un mediador o que sean los propios progenitores los que se den cuenta. ¿Qué señales de alarma pueden tener como referencia?

R: Uno de los objetivos del cuento, y de las actividades y talleres que estamos realizando, es que sean los propios progenitores quienes empiecen a darse cuenta de lo que ocurre. Pero el cuento quiere hacer hincapié en que cuidar a la infancia debe ser una tarea compartida que nos involucre a todos y todas. Por eso, el libro está dirigido a todos los adultos en contacto con menores: familias y profesionales del ámbito sanitario, educativo, social, de ocio y tiempo libre o deportivo. 

Al ser un fenómeno todavía desconocido y poco estudiado, sus manifestaciones no están bien descritas. En cualquier caso, hay algunas pistas que pueden alertarnos y que hemos reflejado en el cuento: niños y niñas que se muestran excesivamente responsables o maduros para su edad, muy pendientes del estado emocional de sus padres, con alteraciones del sueño o de la alimentación, dificultades para poner límites, relacionarse con sus iguales o disfrutar del juego… Y otras como baja autoestima, absentismo escolar o incluso conductas autolesivas.

P: ¿Qué tipo de terapias o herramientas son más efectivas? 

R: Como ocurre con cualquier fenómeno psicológico, el primer paso —y uno de los más importantes— es ponerle nombre y reconocerlo. En ese sentido, sabemos que los cuentos pueden ser una herramienta muy útil, tanto para los adultos, porque ayudan a hablar de temas difíciles con palabras sencillas, como para los niños y niñas, que pueden comprender mejor lo que ocurre y sentirse más cómodos para hablar.

Dependiendo de la causa y de las consecuencias, las intervenciones pueden variar. En algunos casos, puede ser suficiente una reflexión individual o familiar, o hablar con las personas implicadas, como los padres. En otros casos, será necesario un proceso de psicoterapia, tanto con el niño como con los padres, para trabajar las consecuencias y prevenir que se cronifiquen, y ofrecer a los adultos herramientas para restablecer los roles y desarrollar vínculos más sanos. Nosotras trabajamos desde la terapia cognitivo-conductual y EMDR, con un enfoque especializado en trauma y apego.

P: ¿Cómo pueden tratarse aquellos niños que ahora son adultos y que han vivido la parentificación?

R: Siempre decimos que esta historia también es para las personas adultas. Está basada en experiencias de la infancia de muchos adultos y, de hecho, el cuento ha sido revisado por personas con experiencia propia de parentificación. Creemos que el primer paso es reconocer y poner nombre a la parentificación, comprender por qué ocurrió, entender que fue una estrategia adaptativa ante las dificultades y colocar la responsabilidad donde corresponde. A veces, eso implica permitirse sentir tristeza o enfado hacia los padres.

Pero, sobre todo, 'Eso no me toca a mí', puede convertirse en una oportunidad para reconciliarnos con nuestra historia, entender cómo hemos aprendido a cuidar y cuidarnos y encontrar una forma más sana y equilibrada de hacerlo.