La rampa de la Infanta

Ana Ortas 08/02/2014 07:00

Hasta mediados de los años 70, el actual edificio que alberga los juzgados era el colegio religioso masculino la Salle, cuya puerta principal da a las Avenidas. La trasera del edificio era un enorme patio que yo y muchos niños que íbamos al cercano colegio público Eugenio López hoy rebautizado Aina Moll, bordeábamos cada mañana.

Tras vender los religiosos el inmueble se edificó parte de la zona recreativa y se tuvo que construir esa empinada rampa por la que ya vimos desfilar a Urdangarín , Matas y García Revenga, entre otros.

Era la época dorada de los veranos reales en Mallorca, de la fotos en el exclusivo Club Naútico y de las estancias discretas en Marivent. Dudo mucho que la Infanta Cristina pasara ni siquiera cerca de la zona en aquella época. Las salidas de los niños de la familia real y de la familia real misma, en aquellos años previos al 23 F se producían con discreción, dando la imagen de una familia austera muy bien acogida en la isla.

Cristina tenía 8 años cuando sus padres comenzaron a veranear en Mallorca

Los mallorquines, que años más tarde le dieron le dieron su nombre a la calle más querida de la capital, las Ramblas de los Duques de Palma vivían con normalidad la presencia durante varios meses ,de la Familia en sus calles.

Dos veces me encontré a la reina comprando en la extinta Galerías Preciados, una vez sola, otra con su hermana. Cerca de ellas un discreto dispositivo de seguridad. La gente que estaba comprando hacía como si no estuvieran. Mis círculos, los de una adolescente de clase media e Instituto público, jamás se cruzaron con los círculos reales aunque si me encontré un par de veces a la Infanta e incluso a su hermano el príncipe Felipe con un grupo de amigos en la zona de moda de los primeros 90, la plaza Gomila.

De nuevo la reacción de los mallorquines era la misma, una discreta indiferencia que hacía fácil la vida a los jóvenes hijos del Rey.

Mucho ha llovido desde entonces: tres bodas, una separación, varios escándalos de mayor o menor calado, la condena de la presidenta del Parlament y del ex Presidente balear, el procesamiento del marido de la Infanta y ahora la declaración en un juzgado por primera vez de un miembro de la familia real como imputada por un delito fiscal y blanqueo de capitales.

La acción del juez Castro, que empezó a tirar del hilo por el sobrecoste del Palma Arena va a acabar de enterrar un idilio, el de la familia real y la isla, que hace mucho que hacía ya aguas