Cómo decirle a tu pareja que quieres que espabile o habrá consecuencias: “Los ultimátum no funcionan”
El ultimátum suele darse cuando una persona tiene conductas de alto riesgo, como en el caso de las adicciones
Teresa Pascual, psicóloga: “Cambiar el foco del reproche a la necesidad suele abrir la puerta a una respuesta diferente. No se trata de hablar más fuerte, sino de hablar más claro”
La psicóloga Claudia Pradas revela que no hay un perfil exacto de quienes piden el ultimátum, y que muchas veces, se encuentran en una situación de desesperación
Los ultimátum pueden llegar tras varios intentos de ser escuchado o de procurar que algo en la pareja cambie. Cuando no es así, los expertos consultados destacan que se puede optar por ese grito desesperado, un recurso, quizás extremo, y también no exento de debate. ¿Sirven de algo?
Estela y Jose Enrique, de 57 y 61 años, son un matrimonio de Murcia que se conocen desde la adolescencia. Él era íntimo amigo del hermano de ella, y tras unos años viéndose casi a diario se enamoraron. Apenas tardaron unos meses para comprometerse y desde entonces, cuentan que su complicidad nunca se ha roto.
“Siempre creí que estaríamos juntos hasta el final, pero hace unos meses tuvimos un susto grande porque a Jose le dio un infarto. Fue tan inesperado que todavía lo estamos procesando y eso me ha sumido en un miedo diario a que vuelva a pasar, y esta vez, con peor final”, explica ella.
Todo esto a Estela le ha hecho replantearse muchas cosas. Sin embargo, a su marido, que se lo tomó como algo serio y se propuso iniciar hábitos saludables y diferentes a los que estaba llevando desde el principio, ya se le está olvidando. “Yo siempre me he cuidado y he procurado que Jose también, pero, ni practica deporte, ni come lo sano que debiera, más ahora. Tanto los médicos como yo le hemos dado un ultimátum. Puede morir y debe cambiar”, dice.
Estela apunta que un día llorando le dijo que no iba a ver cómo se destruía y cómo la hacía pasar por ese dolor de ver el proceso y de ver cómo la dejaba para siempre. “Ya han sido años de decirle que debía mejorar sus hábitos de vida, de pedirle que fuese al gimnasio conmigo o a caminar, que eliminase en gran medida los azúcares, los carbohidratos, la bollería..., el tabaco... y, tras este susto, más que más. Entonces, yo he llegado a mi límite y si no pone de su parte me marcho”, concluye.
Una mejor forma de manifestarlo
Teresa Pascual Adsuar, psicóloga sanitaria experta en relaciones y comunicación, directora en Mente Innova, señala que con los años muchas parejas acaban asumiendo un rol que no les corresponde, como, gestionando el día a día, recordando cosas continuamente a la pareja..., hasta el punto de sentirse más una madre o un padre que un compañero de vida. “Todo esto, no solo desgasta, sino también aleja”, recalca.
El primer paso debería ser parar y revisar cómo lo estás haciendo para empezar a generar el cambio. Para ella, en lugar de reclamar algo con enfado y decir “siempre tengo que estar detrás de ti”, se puede utilizar “me gustaría que pudiéramos repartirnos mejor esto, porque yo sola me estoy cansando”. “Cambiar el foco del reproche a la necesidad suele abrir la puerta a una respuesta diferente. No se trata de hablar más fuerte, sino de hablar más claro”, refiere.
Recuerda que un estudio con más de 2.000 adultos mostró que casi el 70% de las personas en relaciones largas sentían que en algún momento habían asumido un rol parental con su pareja (‘Parentification in romantic relationships: The invisible burden’, Brimhall, A. S., & Wampler, R. S. 2020). “Es importante salir de ahí cuanto antes o actuar antes de que se genere esta dinámica en la relación”, afirma.
Para Pascual, los ultimátum, en general, no funcionan. “Pueden hacer que el otro reaccione por miedo o por presión, pero eso no genera un cambio real o sostenible en el tiempo. La otra persona puede hacer algo “para que no te vayas”, pero no porque entienda el fondo del problema o porque quiera cuidar el vínculo”, expone.
Aconseja expresar desde qué lugar se habla y cómo afecta a nivel personal. “Esta forma de hablar no es una amenaza, es una invitación a mirar juntos lo que está pasando, y, a partir de ahí, decidir si merece la pena seguir construyendo, pero con las cartas sobre la mesa”, sostiene.
Además, añade que investigaciones recientes muestran que el 61% de las personas que han utilizado amenazas en sus relaciones se arrepienten después, porque no ayudó a resolver el conflicto y aumentó la distancia emocional (‘Regret, conflict, and communication: The impact of threats and ultimatums in romantic conflict resolution’, Rodriguez, L. M., DiBello, A. M., & Neighbors, C. (2022).
“Para tener relaciones sanas y de calidad hay que poder hablar de lo incómodo sin convertirlo en un batería de reproches, resignaciones o victimismo. Ambas personas tienen que estar abiertas a escuchar y querer comunicarse desde la asertividad, el respeto y la empatía, ya que, sin estos elementos, el vínculo no tiene margen para crecer y fortalecerse”, subraya.
Descubrir eso que no gusta tanto
Para Claudia Pradas, psicóloga sanitaria especialista en apego y divulgadora sobre salud mental en redes sociales, ese tipo de actuación, el arrinconar a la pareja, suele suceder por una emoción de frustración y desesperación.
