La dieta de la longevidad: un grupo de mujeres reduce cinco años su edad biológica en dos meses, según un estudio
Participaban en un estudio científico liderado por Kara N. Fitzgerald, del Instituto de Medicina Funcional de Virginia (EE.UU.)
Tener una edad biológica más alta que la cronológica aumenta el riesgo de tener cáncer tras un ictus
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha soñado con detener el paso del tiempo y plantarle cara a la muerte. Este anhelo ha inspirado multitud de mitos y leyendas que todavía perduran en el imaginario colectivo, como el de la fuente de la eterna juventud o el de la piedra filosofal, ambas con capacidad mística para otorgar la inmortalidad, absolutamente inalcanzable en ambas leyendas, por cierto. Actualmente, esa búsqueda de la longevidad, que cada vez tiene más adeptos, ya no se ve tan utópica sino que se explora desde un enfoque más realista: confiando en la ciencia y en la medicina (en lugar de fuentes mágicas y elixires), para lograr una vida más larga y saludable.
La clave para conseguirlo no es secreta ni mucho menos inalcanzable como en los mitos de los que hablamos, y radica principalmente en mantener una vida activa, realizar ejercicio físico diario, cuidar la alimentación, dormir bien, evitar la soledad y tener una mentalidad positiva, según explica el especialista en medicina de estilo de vida, Rafael Guzmán, autor de Cómo llegar joven a viejo.
En su libro, Guzmán firma una frase que todos deberíamos tener como lema de vida si lo que queremos es alargar lo máximo posible nuestro tiempo en la tierra: “Que el carnet de identidad no revele tu verdadera edad”. Y eso es, precisamente, lo que ha conseguido un grupo de mujeres en Estados Unidos: reducir casi 5 años de media su edad biológica (la que se corresponde con su estado funcional interno), y lo más sorprendente de todo es que lo han conseguido en tan sólo dos meses. Te contamos cómo.
Más salud, menos gasto médico
La investigación ha sido publicada en las revistas Aging y Aging-US, y en ella, un grupo de científicos al mando de Kara N. Fitzgerald del Instituto de Medicina Funcional de la Virginia Commonwealth University (EE.UU.) en colaboración con la Asociación Americana de Nutrición, analizó un grupo de mujeres con una media de edad de 57,9 años que siguieron una dieta específica y un programa de estilo de vida enfocado en influir en la metilación del ADN, un proceso clave relacionado con el envejecimiento biológico.
Tras dos meses de estudio, cinco de las seis participantes lograron reducir su edad biológica entre 1,22 y 11,01 años en comparación con su edad biológica inicial. Según el informe, "hubo una diferencia estadísticamente significativa en la edad biológica promedio antes (55,83 años) y después (51,23 años) de la intervención basada en dieta y estilo de vida durante 8 semanas, con una disminución promedio de 4,60 años".
El estudio aporta nuevas pruebas a favor de una idea cada vez más respaldada por la ciencia: que adoptar hábitos saludables, como una alimentación adecuada y cambios sostenibles en el estilo de vida, puede influir directamente en los mecanismos del envejecimiento biológico. Lo más destacable es que estas intervenciones son seguras, accesibles y económicamente viables, con el potencial de mejorar no solo la salud y la esperanza de vida, sino también de reducir los costes asociados al envejecimiento en la sociedad.
Dieta de la longevidad
Como parte del estudio, Kara N. Fitzgerald y su equipo desarrollaron un programa de ocho semanas, que combinaba varios pilares del bienestar. El plan incluía pautas personalizadas sobre alimentación, sueño, ejercicio físico y técnicas de relajación, además de suplementos de probióticos y fitonutrientes, todo ello acompañado de asesoramiento nutricional especializado. La intervención dietética consistía en ingerir semanalmente:
- Una cantidad diaria equivalente a unas dos tazas de verduras de hoja verde, como espinacas, acelgas, col rizada o berzas.
- Dos tazas de vegetales del grupo de las crucíferas, entre los que se incluyen el brócoli, la coliflor, la col, las coles de Bruselas, la rúcula, el rábano, el nabo o los berros.
- Tres tazas de hortalizas de colores vivos, ricas en antioxidantes.
- Un cuarto de taza de semillas de calabaza y otro tanto de semillas de girasol.
- Una o dos remolachas al día y dos dosis de adaptógenos relacionados con la metilación.
- Una ración moderada de huevo (entre cinco y diez unidades semanales)
- Dos cápsulas de probióticos como apoyo digestivo.
- Aceites saludables, especialmente el aceite de oliva, como fuente de grasas beneficiosas.
A esta dieta especial se sumó la práctica de una serie de hábitos específicos que consistieron en:
- Hacer ejercicio durante al menos 30 minutos al día cinco días a la semana.
- Practicar ejercicios de respiración al menos dos veces al día.
- Dormir al menos 7 horas diarias.
- Ayunar de 7 de la tarde a 7 de la mañana.
- Beber 8 vasos de agua al día.
