Relación de pareja

A favor o en contra de los amantes de verano: “Existen muchas motivaciones que no son físicas”

Fotograma de la película 'Infiel':. con Olivier Martínez y Diane Lane
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Los veranos son un tiempo diferente. Y, en ocasiones, en momentos concretos fuera de la rutina puede surgir la chispa con alguien. Aunque por norma general, los amores que nacen con el verano pueden encontrar su final cuando se vuelve a la rutina, en algunos casos, pueden convertirse en historias duraderas. Sin embargo, todo esto se complica si se está en pareja. Hablamos con Irene Luceño, sexóloga, sobre este asunto y sobre la diferencia entre la infidelidad y la deslealtad.

Como se suele decir, se busca fuera lo que no se tiene dentro. Según un estudio del Journal of Sex & Marital Therapy, la falta de cuidados dentro de una pareja suele conducir a la sucesiva distancia entre los miembros de una pareja. La cosa se complica además si atendiendo al físico, tampoco se cuida el hacer que la otra persona se sienta atractiva, lo que puede llevar a que baje su autoestima y no se sienta deseada.

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¿Arriesgarse o frenar a tiempo?

Básicamente, esa es la cuestión. El amor puede llegar a cualquier edad y en cualquier momento. Es el caso de Javier, de 55 años, casado (quien pide expresamente que se den los menos datos posibles para que no se le reconozca), quien conoció a una mujer en una terraza en el verano de hace unos años y enseguida lo tuvo claro. ¿Por qué lo tenía tan claro? Porque les separaba un océano de por medio y no había implicaciones más allá de ese tiempo compartido.

“Existían muchos condicionantes de por medio, aparte de que no tenía ninguna intención de dejar a mi mujer. Ciertamente, desde que nos vimos hubo atracción física y sexual por parte de los dos, pero, ambos sabíamos que lo que pasaría duraría los días que compartíamos destino”, comenta Javier.

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Cuenta que él estaba hospedado en un hotel y ella también con unas amigas y coincidían en los locales de la zona: terrazas y discotecas. Ella no era española, pero empezaron a hablar y conectaron. “Sin pensarlo demasiado apostamos por iniciar una historia bonita, aunque con límite de tiempo. Creo que está bien que lo tuviésemos claro. Tampoco quiero decir que lo que hice fuese lo correcto, sí fue algo totalmente real e irrefrenable. Los romances o amantes de verano están bien si no buscas nada más allá, pones tus límites y eres fiel a lo que quieres y haces por no hacer daño a ninguna parte”, explica.

¿Y si fuese el otro miembro de la pareja?

“¿Si me parecería bien que lo hiciese mi mujer? Si es una cosa esporádica, ¿para qué compartirlo? Se quedó en unos días donde por mi parte estuve muy a gusto sin olvidar lo que tenía en casa y mi mujer no debía cargar con ese peso. Lo repetiré si me nace de verdad”, admite Javier.

Sofía, 53 años, divorciada, lo ve desde otro punto de vista y piensa que una aventura de verano, aparte de no ser lo más acertado cuando estás comprometido, puede convertirse en algo estable. Recalca cuando se le pregunta, que las dos partes tienen que estar en el mismo punto para avanzar. “Yo estaba casada, pero no estaba bien. Todo estaba bastante muerto”, confiesa.

Los dos en el mismo punto

“Respecto a la persona que conozcas, si no hay contacto tras las vacaciones todo termina, entonces, para mí fue importante iniciar esa conversación pese a que me diese miedo por si lo asustaba”, expresa Sofía.

Aclara que vio indicativos que le hicieron pensar que el hombre que conoció una noche tenía interés en seguir teniendo contacto. “Tras conocernos en una discoteca unos días que estábamos de vacaciones fuera de nuestro lugar de residencia y pasar tiempo juntos, nos seguimos escribiendo y como vivíamos bastante cerca, decidimos dar el paso de vernos con frecuencia”, expone.

¿Contarlo o no?

Como apunta, haberlo hablado durante los días que pasaron juntos, les ayudó a continuar sin agobios. “Hoy en día estás más conectado y eso que se inició no tiene porqué acabar si pones algo de tu parte”, comparte.

Primero quiso hablar con su marido sobre lo que sentía hacia la otra persona y le pidió el divorcio. “Ninguno de los dos se enganchó más de la cuenta, pero si no lo hubiésemos hablado, uno podría haber sufrido más que el otro porque puede ocurrir que uno se enganche más y se pegue el batacazo”, responde.

Buscar ayuda profesional o separarse

Irene Luceño, psicóloga y sexóloga, dice que la infidelidad tiene que ver con saltarse los acuerdos de la pareja: “Puede suponer una traición a la confianza. Entonces, puede entenderse como una deslealtad”.

Para la experta resulta fundamental que cada persona sea honesta consigo misma y descubra si quiere proceder de ese modo. “Es diferente tener un amante a escondidas a una pareja que, desde la confianza y el respeto mutuos, consideren que pueden establecer otros vínculos”, reflexiona.

Explica que la insatisfacción en la pareja no legitima una infidelidad, sino que se trata de una señal de que hay cuestiones que trabajar en la relación, como la comunicación y el trato mutuo, en la intimidad y en lo cotidiano.

“Hay parejas que llevan toda la vida juntas y sienten rechazo y hostilidad. En el caso de que la pareja no esté bien y ambas partes no se planteen buscar ayuda para solucionarlo, lo más acertado puede resultar plantearse la separación”, señala Luceño.

Tras la infidelidad

Sostiene que, tras la infidelidad, suele darse un malestar en la relación y no significa que sea insatisfacción sexual. “Probablemente la persona note fría o alejada a la otra, que lleve años sin haber una buena comunicación o que nunca la haya habido... Existen muchas motivaciones que no son físicas”, revela.

Para esta sexóloga es importante recordar que lo que representa la infidelidad para uno puede no hacerlo para otro: “Hay quienes entienden que un beso es una infidelidad, otros no cuando se está de fiesta. Otros considerarán que enviar mensajes a terceros lo es, mientras que algunos se sienten cómodos con su pareja coqueteando de fiesta siempre y cuando no implique algo físico”. Además de valorar el momento personal de cada uno, la profesional recomienda no idealizar la vida de otros, ni la soltería, la pareja o los amantes, puesto que nadie sabe con certeza qué hay detrás.