Alimentación antiinflamatoria para mayores de 50 años: qué incluir y qué evitar para sentirte mejor
La inflamación es una reacción normal del cuerpo, pero cuando es crónica puede causar daños
Cuando la inflamación abdominal deja de ser algo puntual: "Nos está dando pequeños avisos"
MadridA lo largo de nuestra vida, cuidar nuestra salud debería ser una prioridad, pero hay puntos de inflexión que nos invitan a ponernos las pilas y dejar de atrasar aquello que sabemos que nos beneficia, cumplir los 50 es uno de ellos. Hacer más ejercicio físico, pasar menos tiempo pendientes de dispositivos electrónicos y redes sociales y comenzar a cuidar nuestra alimentación, buscando aquellos alimentos que nos ayudan a sentir bien y potenciándolos.
Detalles que hasta el momento no habían llamado nuestra atención pasan a convertirse en esenciales, tal vez porque durante mucho tiempo no somos conscientes de que podemos sentirnos mejor tan solo haciendo algunos pequeños cambios. Vivimos tan deprisa que nos resignamos a sentir ciertas molestias o tener determinados malestares, no somos conscientes que con una alimentación antiinflamatoria podríamos sentirnos mejor.
Este tipo de alimentación está pensado para evitar la inflamación crónica, que podría favorecer el desarrollo de algunas enfermedades, incluidas las cardiovasculares o afecciones autoinmunes. Si bien la inflamación es un proceso normal del cuerpo, una respuesta normal ante una lesión o una infección, al convertirse en algo crónico, podría llegar a ser dañino.
Alimentación antiinflamatoria para mayores de 50 años
La alimentación siempre debe considerarse como una parte de nuestro estilo de vida, hay muchos más elementos que conviene tener en cuenta para sentirse mejor y conseguir nuestra mejor versión. Además, aunque no sea una dieta pensada para perder peso, si cambia radicalmente nuestra forma de alimentarnos, siempre es buena idea consultar con un especialista, sobre todo en caso de tener algún problema de salud previo.
Una alimentación antiinflamatoria prioriza el consumo de frutas y verduras, porque son ricas en antioxidantes, vitaminas y minerales, así como los cereales integrales, como el arroz o la quinoa, que proporcionan buenas cantidades de fibra, que ayuda a reducir la respuesta inflamatoria. Las proteínas de calidad que aportan las legumbres, como las lentejas o los garbanzos, son indispensables, porque contienen fibra, antioxidantes y favorecen a una microbiota intestinal saludable.
Los pescados grasos ricos en omega-3, como el salmón, la caballa y las sardinas, son también otro de los alimentos que no puede faltar, igual que sucede con los frutos secos, ricos en grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, como nueces y almendras, tampoco grasas saludables como las que aporta el aceite de oliva, que tiene efectos antiinflamatorios. Se pueden incluir también probióticos como el kefir o el yogur.
Tan importante como los alimentos que debemos priorizar es conocer aquellos que conviene evitar. En esta lista encontramos las carnes rojas y las procesadas, como los embutidos o las salchichas, también la bollería industrial, los snacks salados que vienen ya envasados (como las patatas fritas), la comida precocinada, los aceites vegetales refinados, las bebidas azucaradas y las harinas blancas, como las que se emplean para preparar el pan o la pasta, siempre que se pueda es mejor optar por sus versiones integrales.
Una dieta variada, donde se prioricen los alimentos naturales y se eviten aquellos que son menos saludables, puede ser la mejor elección para ayudarnos a cuidar nuestra salud y sentirnos mejor.
