¿Por qué me cuesta tanto recordar las series que he visto?
El llamado binge-watching genera “fatiga cognitiva y reducción de la comprensión de las historias”
¿Por qué los maratones de series son perjudiciales para la salud?
Es una escena de lo más común: alguien comenta entusiasmado una serie que acaba de ver, y tú, tras unos segundos de silencio incómodo, sueltas un “creo que la he visto… pero no me acuerdo de nada”. En plena era del streaming, recordar todo lo que se ha visto se ha convertido en un auténtico reto. ¿Por qué cuesta tanto fijar en la memoria las historias que consumimos? La respuesta, según investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), no está en nuestra capacidad cognitiva, sino en la forma en que las plataformas diseñan el consumo. Y no estamos hablando solo de lo que vemos, sino de cómo lo vemos… y de cómo elegimos (o dejamos que nos elijan).
Cuando devorar series impide digerirlas
La profesora Elena Neira y el neuropsicólogo Juan Luis García Fernández, ambos expertos de la UOC, han puesto nombre a dos fenómenos cada vez más extendidos entre los espectadores digitales: la “memoria de pez” y el “efecto túnel”. El primero alude a esa incapacidad para recordar detalles básicos de una serie vista recientemente. El segundo, al modo en que los algoritmos condicionan nuestra selección de contenidos, limitando la diversidad y empobreciendo la experiencia.
Neira señala que el consumo en maratón, impulsado por el estreno simultáneo de temporadas completas, afecta directamente a los procesos de codificación de la memoria. “Las conexiones son más débiles y, por tanto, es mucho más fácil olvidarlas”, explica. Se pierde lo que los psicólogos llaman “memoria espaciada”, esencial para consolidar recuerdos duraderos.
La evidencia científica respalda esta afirmación. Un estudio de la Universidad de Melbourne publicado en la revista Memory comparó tres grupos de espectadores: los que veían un episodio al día, uno por semana y los que lo hacían en modo maratón. El resultado fue claro: “El grupo que hizo maratones de series recordó menos detalles que los grupos que vieron series semanales o diarias, tanto inmediatamente como después de un retraso”.
Y no solo es cuestión de olvidar tramas. Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio concluyeron que el llamado binge-watching genera “fatiga cognitiva y reducción de la comprensión de las historias”.
Desde la neuropsicología, García Fernández lo traduce con una metáfora elocuente: “Es como comer muy rápido sin saborear: al final, no recuerdas ni lo que has comido”. Ver una serie mientras se hace scroll en el móvil o se contesta un correo reduce la atención, la implicación emocional y la capacidad de asociación con experiencias previas. Sin estos elementos, la memoria a largo plazo no tiene cimientos.
Un estudio reciente en Scientific Reports confirma esta línea al advertir que “la exposición continua a estímulos narrativos sin pausas interfiere con los procesos de consolidación en el hipocampo”.
El algoritmo no olvida por ti: decide por ti
El segundo fenómeno descrito por los investigadores de la UOC es aún más insidioso. A pesar de tener acceso a miles de títulos, muchos usuarios acaban viendo siempre “lo mismo”. No por pereza, sino porque el algoritmo les empuja hacia ciertas elecciones predecibles. Es el “efecto túnel”, en el que la plataforma te sugiere lo que ya ha funcionado contigo… y tú aceptas verlo.
“El streaming ha originado un nuevo modelo de espectador: activo en el consumo, pero pasivo en la elección”, resume Neira. García Fernández lo analiza desde la neurociencia: “El sistema de recompensa del cerebro, mediado por la dopamina, se activa con estímulos familiares y placenteros. Por eso repetimos patrones: ver series parecidas nos da una satisfacción inmediata”.
Un estudio de la Universidad de Aarhus publicado en New Media & Society sostiene que la personalización algorítmica genera “un bucle de retroalimentación donde los usuarios consumen contenidos cada vez más similares, reduciendo la diversidad cultural del visionado”.
García Fernández distingue entre dos tipos de atención: la dirigida por estímulos externos (bottom-up), como un cartel llamativo, y la atención voluntaria (top-down), que requiere esfuerzo y reflexión. Si siempre optamos por lo primero, “el cerebro se acostumbra a no tener que decidir, sino a elegir entre lo que ya ha sido filtrado”. Y cuanto más repetimos este proceso, más difícil resulta salir de él.
¿Ver menos y recordar más?
¿Tiene todo esto consecuencias duraderas? Según García Fernández, sí: ver siempre lo mismo limita la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse, aprender y establecer nuevas conexiones. En cambio, explorar fuera de la zona de confort activa regiones frontales implicadas en el pensamiento crítico y puede reforzar la reserva cognitiva, un factor protector frente al envejecimiento y enfermedades neurodegenerativas.
Por eso, la recomendación de ambos expertos no es dejar de ver series, sino cambiar el cómo. Espaciar los episodios, elegir de forma consciente, comentar con otras personas, buscar títulos menos promocionados. “Porque ver menos, y mejor, también es una forma de resistir”, concluye Neira. Y quizá así, cuando vuelva la siguiente temporada, no tengamos que volver a preguntar: “¿Pero esta serie la vimos?”.
