Las tres reglas de la amistad más allá de los 50: “Se necesitan unas 200 horas para llegar al nivel de íntimo”
Uno de cada cuatro mayores vive solo a partir de los 65 años (25,2%)
Hacer nuevos amigos a los 50: cuántas horas tienes que invertir, según la ciencia
A partir de los 50, la amistad deja de ser un lujo social para convertirse en un factor clave de salud y bienestar. Los datos son elocuentes. La OMS ha alertado recientemente de que “1 de cada 6 personas en el mundo se ven afectadas por la soledad” y que “se estima que la soledad está ligada a 100 muertes cada hora, lo que supone más de 871 000 muertes anuales”.
Se trata además de un fenómeno que se acentúa con la edad, y que es una realidad también en nuestro país. Según el Instituto Nacional de Estadística, uno de cada cuatro mayores se encuentra en esta situación (25,2%), es decir, vive solo a partir de los 65 años.
¿Qué hay que hacer para que las amistades no se diluyan en esta etapa vital? Los estudios coinciden en señalar la importancia de aplicar tres reglas prácticas: tratar la amistad como un asunto de salud, dedicarle muchas más horas de las que creemos necesarias y no cerrarse a los conocidos o lazos débiles.
Trata la amistad como parte de tu salud
La amistad no es solo compañía, siino que también es prevención. Un informe ya en 2023 afirmaba que “la falta de conexión social puede aumentar el riesgo de muerte prematura tanto como fumar hasta 15 cigarrillos al día”.
El Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard, la investigación más larga del mundo sobre felicidad y salud, lo confirma. Su director, Robert Waldinger, señalaba en la Harvard Gazette: “Fue la satisfacción en sus relaciones lo que resultó ser el mejor predictor de una vida feliz y saludable”. Y añadía: “Por eso creemos que la soledad es tan peligrosa para la salud como fumar medio paquete de cigarrillos al día o ser obeso”.
A partir de los 50, conviene ver la amistad como vemos la dieta o el ejercicio, es decir, como algo que se planifica, se revisa y se cuida. Tener, al menos, “una relación sólida” en la que apoyarse incluso en mitad de la noche puede marcar la diferencia entre una sufrir una vejez vulnerable o una resiliente.
Dedica tiempo a tus amistades
Las buenas intenciones no generan intimidad: hacen falta horas compartidas. El investigador Jeffrey A. Hall, de la Universidad de Kansas, lo midió en un estudio de 2018: “Se necesitan aproximadamente 50 horas en compañía de alguien para pasar de simples conocidos a amigos casuales, 90 horas para llegar al nivel de ‘amigo’ y más de 200 horas antes de poder considerar a alguien un amigo íntimo” .
En la segunda mitad de la vida, el tiempo suele repartirse entre las largas jornadas de trabajo, la atención a la familia y el cuidado de la propia salud. Esto obliga a tener que reservar de forma premeditada bloques de tiempo que dedicar a nuestras amistades: quedadas, actividades compartidas, viajes o rutinas semanales compartidas. Waldinger lo resume de forma gráfica: “Nuestra vida social es un sistema vivo y necesita mantenimiento también”.
La lección es simple pero exigente: si quieres mantener una amistad sólida después de los 50, tendrás que invertir horas en esa relación de la misma forma que inviertes tiempo en tu cuerpo o en tu familia.
No seas exquisito con las relaciones sociales
No solo cuentan los contactos más íntimos y cercanos. La psicología social ha demostrado que también los contactos más superficiales, los llamados lazos débiles, también alimentan el bienestar. Un estudio de Gillian Sandstrom y Elizabeth Dunn concluyó: “Los resultados actuales destacan el poder de los lazos débiles, lo que sugiere que incluso las interacciones sociales con los miembros más periféricos de nuestra red contribuyen a nuestro bienestar”.
De esta manera, el simple hecho de saludar al panadero e intercambiar cuatro frases de cortesía, conversar con la vecina al portal, coincidir en un club de lectura con la misma gente o tener ‘amigos de gimnasio’ son microinteracciones que, sumadas, elevan el sentido de pertenencia. La OMS recuerda que la conexión social está directamente vinculada con “una vida más larga y con mejor salud”, e incluso ha creado una Comisión Mundial para fomentar estas políticas de integración .
Al fin y al cabo se trata de un problema que nos atañe a todos, y en nuestro país el reconocimiento institucional de este problema comienza a abrirse paso. El Imserso incluyó en 2024 entre sus objetivos el “apoyo para la aprobación de la Estrategia y Plan Operativo de actuaciones frente a la soledad no deseada”. Una línea coherente con la alerta demográfica del INE y con la evidencia médica de la OMS.
