La actividad que puede mantener tu cerebro joven a partir de los 50, según la neurociencia
Experiencias creativas como la música, la danza, las artes visuales y ciertos videojuegos puede ralentizar el envejecimiento cerebral
Cómo se mantiene joven el cerebro de los 'superancianos', según la ciencia
Cuando vemos a Mick Jagger recorrer el escenario a sus 82 años con una energía inagotable inevitablemente nos preguntamos cómo lo consigue. Aunque su disciplina física es parte esencial del secreto, en realidad el hecho de haber llevado una vida muy creativa puede haber contribuido tanto como el ejercicio. Al menos eso es lo que sostiene la neurociencia. Un cerebro creativo es un cerebro que no se apaga, que mantiene su curiosidad, su capacidad de adaptación y su vitalidad neuronal.
En ese sentido, un equipo internacional de neurocientíficos propone un tipo de ejercicio muy específico para entrenar el cerebro a partir de los 50 y mantenerlo joven: las actividades artísticas. Participar en experiencias creativas como la música, la danza, las artes visuales e incluso ciertos videojuegos que estimulan la imaginación y la coordinación puede ralentizar el envejecimiento cerebral y promover un funcionamiento más saludable del cerebro, según un innovador estudio internacional realizado por el BrainLat Institute de la UAI y GBHI-Trinity College Dublin, publicado en Nature Communications.
Relojes cerebrales
Aunque la creatividad ha sido ponderada durante mucho tiempo por su valor cultural y personal, esta es la primera evidencia científica a gran escala que vincula directamente la participación creativa con una protección medible de la salud cerebral. La investigación, dirigida por Agustín Ibáñez, de la Universidad Adolfo Ibáñez de Santiago de Chile, y realizada en colaboración con centros de diez países, utilizó 'relojes cerebrales' basados en neuroimagen para medir la diferencia entre la edad real y la edad biológica del cerebro. El resultado no dejaba dudas: las personas creativas muestran un cierto 'retraso' en su envejecimiento cerebral.
Para ello, se analizaron los datos de casi 1.400 personas de 13 nacionalidades diferentes, divididos en un selecto grupo de expertos en tango, músicos, artistas visuales y jugadores de videojuegos, y en otro más amplio de no expertos emparejados por edad, educación y género. En el estudio se emplearon modelos de aprendizaje automático, los conocidos como 'relojes cerebrales', que estiman la edad aparente del cerebro a partir de patrones de neuroimagen y actividad neural.
Estos modelos, entrenados en menos de una hora, permitieron comparar la edad cerebral estimada con la edad real de los participantes. Los resultados mostraron que, en todo los campos creativos analizados, la creatividad se vinculó de manera consistente con un cerebro más joven. Así, los de los bailarines de tango aparentaban ser más de siete años más jóvenes que su edad cronológica, mientras que en los de músicos y artistas visuales la diferencia fue de entre cinco y seis años. Incluso en el caso de los jugadores de videojuegos la edad cerebral resultó ser aproximadamente cuatro años menor.
Cuanto más se practica, mayor es el efecto
“Desarrollar la creatividad mantiene activo el cerebro de forma integral: memoria, coordinación y emociones se sincronizan en una especie de entrenamiento completo”, explica Ibáñez. Actividades como bailar, pintar, tocar un instrumento o crear música estimulan simultáneamente las regiones motoras, emocionales y de memoria del cerebro. Esa activación múltiple promueve la neuroplasticidad, la capacidad del sistema nervioso de generar nuevas conexiones y adaptarse al cambio. Con el tiempo, esta flexibilidad protege frente a la degeneración neuronal y mejora la resiliencia cognitiva.
“Cuanto más se practica el arte, más fuerte es el efecto, y no importa el tipo de arte: baile, pintura, música o videojuegos, todos ayudan a que las áreas clave del cerebro trabajen mejor en conjunto”, asegura el experto. Lo más alentador es que la creatividad no requiere talento profesional. Lo importante es la participación activa. “No es necesario ser artista; basta con comprometerse con actividades que mezclen cuerpo, mente y emoción. La creatividad es una forma de neuroprotección natural”, concluye Ibáñez.
