Cuándo llevar un pañuelo en la chaqueta y cómo debe ser: tipos, referentes y estilo
La guía de estilo de Mark Darcy da las claves para no fallar con este complemento
El delicado asunto de elegir qué abrigo ponerte con un traje
Un pañuelo asomando levemente desde el bolsillo de la chaqueta, el clásico pañuelo de bolsillo, es uno de esos detalles que revela a quien lo lleva como alguien que entiende de sastrería y estilo. Pero, ¿cuándo corresponde ponérselo y cuándo es mejor abstenerse? ¿Cómo debe ser ese pañuelo, y qué variantes hay?
Desde el punto de vista de la etiqueta masculina, el pañuelo nunca está estrictamente prohibido, pero sí se usa mejor en ciertos contextos. Como recuerda la guía de Marc Darcy, “no existe una regla fija sobre cuándo llevar un pañuelo, aunque normalmente en un traje de tres piezas es un elemento clave” y en una combinación más informal (chaqueta y chinos, por ejemplo) se puede prescindir. Además, “si llevas camiseta y zapatillas, quizá es mejor no llevar pañuelo”, dado que se trata de un look demasiado casual.
Lo primero que hay que decidir, por tanto, es si la ocasión lo requiere. En eventos formales, como bodas, cócteles o cenas de etiqueta, el pañuelo es casi de obligado acento: “un pañuelo blanco es obligatorio con un esmoquin en ocasión formal”. En entornos más informales, como una chaqueta para el trabajo o un after‑work, el pañuelo puede desaparecer si se busca una imagen más relajada.
De la misma manera, se recomienda evitarlo cuando la indumentaria “top y zapatos” son informales: “si tu look es demasiado relajado, quizá no lo introduzcas”. También, si resulta difícil mantener armonía de color, a veces un pañuelo blanco liso es la mejor opción: “si dudas, opta por blanco; nunca falla”.
Cómo debe ser el pañuelo
Material, tamaño, pliegue: todo cuenta. Sastrería Sans enumera varios principios: el pañuelo no debe «ir a juego exacto» con la corbata o el tejido principal, y en los de seda se recomienda “que midan al menos 40 × 40 cm, ya que de menos podrían deslizarse dentro del bolsillo”. Además, está la norma “+2” que sugiere elegir un pliegue o color dos grados arriba de la propia zona de confort para elevar el look sin caer en ostentación.
En cuanto a la coordinación del pañuelo con la corbata (o sin ella), “tu pañuelo y corbata deberían complementarse, pero nunca ser exactamente iguales. Elegir tonos, patrones o texturas diferentes añade profundidad al conjunto”. En otras palabras: evita llevar kits de corbata y pañuelo idénticos. La diferencia sutil es la clave.
Los tejidos también importan. De esta manera, para un entorno formal, seda lisa o lino blanco son apuestas seguras; para chaquetas más relajadas en tweed o deporte, opciones en lana, lino o mezcla pueden funcionar mejor. Desde Sastrería Sans nos indican que “el pañuelo como tal nunca es inapropiado”, el tipo de tejido, pliegue y color deben adaptarse a la ropa y a la ocasión.
En cuanto a los tipos de pliegue y estilo, varían mucho, y cada pliegue proyecta un nivel distinto de formalidad. El pliegue “flat” o “presidential” (bordes visibles alineados) es el más conservador, ideal para traje y corbata. El “puff” o “onda” es más relajado, adecuado para blazer o eventos informales. Según la guía Marc Darcy, “en un traje de dos piezas o blazer, si formalidad baja, puedes elegir un pliegue más suelto”.
Referentes del estilo con el pañuelo
Son muchos los actores y figuras del cine clásico que consolidaron el pañuelo como símbolo de elegancia masculina. El arquetipo de James Bond (Sean Connery) suele ser el ejemplo más icónico: un pañuelo blanco “presidential” en el esmoquin. En tiempos más recientes, actores como Ryan Gosling o George Clooney lo han utilizado para acentuar chaquetas azul marino o grises, mostrando que el pañuelo no es solo clásico sino también contemporáneo. La lista de actores que se han apuntado a este complemento continua con personas tan elegantes como David Beckham o Cillian Murphy, por citar solo algunos de los ejemplos más prominentes.
En definitiva, el pañuelo en la chaqueta es un pequeño detalle que marca mucha diferencia cuando se usa con criterio. Si la ocasión lo merece, la chaqueta está algo estructurada y tu intención es vestir con elegancia, sí hay que llevarlo. Debe ser un tejido adecuado (seda, lino, lana), tamaño correcto, pliegue acorde al evento, y nunca suponer un juego exacto con la corbata. Si tu atuendo es informal o tu intención es ser discreto, quizá convenga omitirlo. Pero cuando decides ponértelo, haces una declaración silenciosa de que los detalles importan.
