Cómo ser un hombre elegante (con test), según una experta en protocolo: “Es mejor no llegar que pasarse de fino”

María José Gómez y Verdú, experta en protocolo, analiza cómo ha evolucionado la sociedad respecto a la educación, la elegancia y el saber estar
Hay un código para cada situación a todos los niveles, incluso para enviar un correo o poner un whasapp
El protocolo no está de moda. Los tiempos cambian y las generaciones avanzan, quién sabe si con rumbo correcto, pero lo cierto es que hay determinadas normas no escritas que han pasado a ser de otra época. Esa coreografía silenciosa de gestos casi siempre de la mano del sentido común tuvo su auge en los 80 y ahora, cuatro décadas después, se busca recuperarlo desde la naturalidad.

María José Gómez y Verdú, experta en etiqueta y autora de Protocolo Pop, trata de enseñar a profanos a moverse con soltura en cualquier escenario. No es fácil porque hay normas para todo, desde la vestimenta hasta la mesa o los eventos, pero también hay que saber mirar, colocar las manos, sentarse, hablar, reír o disculparse. Pero tampoco es imposible porque la mayoría hablan de lógica y educación.
“Los 80 quizás fue una de las mejores épocas para el protocolo, ya que en los 70 la educación era muy buena pero entraba por la fuerza y era muy rígida”, asegura María José con cierto tono nostálgico. Y lo dice alguien que ha diseccionado cada movimiento de nuestras relaciones sociales, desde cómo nos saludamos en el ascensor hasta qué hacer cuando llegas a una reunión sin corbata y todos los demás van de punta en blanco.
Los 80 quizás fue una de las mejores épocas para el protocolo, ya que en los 70 la educación era muy buena pero entraba por la fuerza y era muy rígida
Hace 40 años, el protocolo no era solo cuestión de saber colocar los cubiertos. Era algo que se respiraba, que se transmitía de padres a hijos con una mezcla de cariño y firmeza. “No era tan rígido ni tan estricto por parte de los padres, sino una educación volcada en una serie de valores que ellos comunicaban a sus hijos con un poquito más de amor”, explica María José.
Neuronas espejo
“El protocolo no era una obligación, era un modo de estar”, sentencia María José, que nos explica cómo se educaba entonces. "Los niños tienen neuronas espejo, aprenden viendo a su alrededor. Y antes veían a padres que daban los buenos días a todo el mundo, que te corregían si decías un taco, en la mesa o que te enseñaban a ceder el paso en una puerta o a llevar siempre un pañuelo limpio. Un 75% de los buenos modales que hoy en día una persona adulta puede tener ha venido o proviene de su infancia”.
Pero algo se rompió. María José lo ve claro: "Hoy los padres están menos presentes en casa. Los niños pasan más de una jornada laboral en el colegio y luego apenas tienen dos horas con ellos antes de irse a dormir". Resultado: “Los jóvenes de hoy no consideran tanto los buenos modales, pero porque tampoco los han visto”.
El protocolo va mucho más allá de saber en qué lado se coloca el tenedor. De hecho, si nos detenemos en la mesa, el protocolo es casi infinito, ya que comienza incluso antes de que te hayas sentado, pero siempre accesible. “La forma en que te sientas, cómo te comportas con el resto de comensales, de qué temas hablas, cómo comes, qué gestos haces… Todo eso forma parte del protocolo”, explica María José, que en la actualidad entiende que el error más habitual a nivel protocolario está relacionado con el saludo: “El saludo es una de las cosas más importantes y lo estamos perdiendo. Hay un dicho que dice que un vaso de agua y un saludo no se le niega a nadie, pero eso hoy en día no es así”, asegura.
El saludo es una de las cosas más importantes y lo estamos perdiendo
En el fondo, el protocolo no es más que un ancla para moverse con confianza en cualquier entorno. Una serie de códigos que nos llevan a ser más respetuosos con los demás pero también más seguros de nosotros mismos.
En Protocolo Pop, María José no solo recopila normas, sino que las aterriza a lo cotidiano. Y lo hace, además, con una mirada a esa década dorada donde la educación era una mezcla de tradición y sentido práctico.
“El protocolo no es algo de la alta sociedad ni que tenga que ver con lo económico, es algo que empieza desde que te levantas de la cama”, asegura. Y remata: “Cuando apagas el despertador y tienes a alguien al lado que aún duerme, ahí empieza el protocolo: no molestar, hacer las cosas con calma. El respeto hacia los demás es la base”.

Y de la cama nos trasladamos a cualquier otro momento del día, sin necesidad de buscar la solemnidad. Saludar en el ascensor aunque no conozcas a nadie, vestir de forma adecuada para cada ocasión (y saber arreglártelas si te equivocas), incluso saber cuándo puedes saltarte el protocolo sin que nadie lo note son algunos básicos.
“Uno puede saltarse el protocolo siempre y cuando respete a todos los que tiene alrededor”, dice María José. Y añade: “El protocolo va mucho de personas y de no excederse en las libertades de uno y atacar a las del otro. Por lo tanto, si uno se lo salta pero nadie sale herido de esa situación, va bien”.
“Es mucho mejor recurrir a la naturalidad y el respeto que una rigidez forzada. Lo que te da el protocolo es confianza en uno mismo. Cuando uno lo aplica sin dominarlo se nota. Esa rigidez no es natural. Es mejor no llegar que pasarse de fino”, apunta.
Pecar por exceso
Sin embargo, cuando se trata de vestir acertadamente, es mejor pecar por exceso. “Hoy en día hay muchísimos códigos de etiqueta. Antes había cuatro códigos y las personas sabían seguirlos. Hoy, con la diferente vida social que tenemos, más amplia, y con diferentes fiestas, pues hay muchísimos códigos de etiqueta, así que siempre será mejor pasarse de cauto que no ir de forma un poco más creativa en el vestir. Uno cuando siempre va bien vestido, es decir, con ropa limpia, planchada, que coordine, prácticamente va bien en todos los códigos de etiqueta”.
¿Y si te equivocas de ropa, por ejemplo, en una reunión? "Como no hay vuelta atrás, hay que apelar al positivismo. Entrar en esa reunión con una sonrisa, con confianza en uno mismo, siempre con una postura recta, espaldas para atrás, barbilla hacia arriba, paso firme y hacia delante. Esa es la mejor forma, porque se van a fijar más en el aspecto, en el modo de entrar, que en la ropa. Todos se darán cuenta, pero si la actitud es buena, va a difuminar la ropa”, nos explica María José, que añade un detalle clave.
“No debemos pedir disculpas por cómo vamos vestidos. Ya somos conscientes en ese momento y tomaremos nota para otro momento, pero en ningún caso vamos a pedir perdón", comenta en lo que se antoja una norma sorprendente. En caso de que sea otra persona la que haya cometido el error, por cierto, se lo diremos pero siempre “en privado, discretamente y con educación”.
El protocolo, y esto tal vez puede sorprender también, va más allá incluso del día a día en casa, en la oficina o en la calle. También existe el protocolo en la red, se conoce como Net Etiqueta, y abarca todo relativo a la tecnología. Desde escribir un correo a mandar un WhatsApp o el uso de los emojis. “Muchas veces hacemos uso exagerado de los emoticonos, y la otra persona, si no nos conoce, no los va a interpretar bien. Si no conoces a la otra persona, usa un emoticono a lo mejor a la entrada del mensaje o a la salida, pero no te excedas”, recomienda.
Muchas veces hacemos uso exagerado de los emoticonos, y la otra persona, si no nos conoce, no los va a interpretar bien
También hay que cumplir unas normas para momentos ‘invisibles’ relacionados con la tecnología. “En las videollamadas siempre hay que vestirse entero. No vale con ir perfecto de cintura para arriba y de cintura para abajo ir con pijama. Puede surgir cualquier error técnico que te obligue a levantarte y eso es un desastre. Tampoco es que uno tenga que ir con traje y chaqueta en ese caso, pero sí bien vestido para, en caso de necesidad, mostrar la vestimenta completa”.
Si buscamos un referente en España en materia de protocolo, lo encontramos en la figura del Rey Don Felipe VI. María José está convencida de que él sabe más de protocolo que los expertos que le aconsejan: “Sabe más incluso que el mismo coche de protocolo que le sigue allá donde va. Es una persona impecable en este sentido, que conoce muy bien su rol y que lo sabe aplicar perfectamente".
Pero, ¿qué sería de todo lo que habéis leído hasta ahora si no encontramos ejemplos claros en los que aplicarlo? Para encontrar la fórmula correcta en momentos puntuales os proponemos un breve test. Suerte…
En un almuerzo formal, ¿cuándo debes colocar la servilleta sobre tus piernas?
a) Apenas te sientas
b) Cuando el anfitrión lo hace
c) Cuando empiece a servirse el primer plato
¿Cómo se debe vestir para una entrevista de trabajo ejecutiva?
a) Con estilo personal, aunque informal
b) Con traje oscuro, camisa clara y corbata sobria
c) Polo y pantalón chino
¿Cuándo usar tirantes en lugar de cinturón?
a) Solo en fiestas
b) Siempre que el pantalón lo permita
c) Solo si estás disfrazado de época
Si te agregan a un grupo de WhatsApp empresarial, lo apropiado es:
a) Permanecer callado hasta que te hablen
b) Saludar brevemente y mantener un tono profesional
c) Enviar memes y stickers para romper el hielo
¿Cuál es la forma correcta de abotonar una chaqueta de traje con tres botones?
a) Se abrochan siempre los tres botones
b) Solo el botón del medio, o el del medio y el superior; nunca el inferior
c) Solo el botón inferior para mayor comodidad
Para una boda de día en primavera, lo ideal es vestir:
a) Traje oscuro con corbata negra
b) Traje claro con corbata de tonos suaves
c) Jeans con americana
¿Cuál es la mejor manera de iniciar un correo electrónico formal?
a) “Hola, ¿qué tal?”
b) “Estimado [nombre]” o “Muy señor mío”
c) “Buenas, mira…”
La respuesta correcta, en todos los casos, es la B.