Eduard Estivill, experto en sueño: "Dormir con apnea te está matando"

La Sociedad Española de Neumología advierte que la apnea obstructiva afecta a más del 20% de la población adulta
El sufrimiento del roncador pasivo: así está minando tu salud que tu pareja 'respire fuerte'
Cada noche, miles de personas en España duermen con apnea sin saberlo y se levantan pensando que “solo roncan” y que no pasa nada por ello. El neurofisiólogo y especialista en sueño Eduard Estivill ha hablado recientemente de lo qué pasa realmente en esas pausas respiratorias: “Se llama apnea. Empezamos así. Pero esto se va cerrando cada vez más. Con lo cual el ruido cambia” para terminar diciendo más adelante, en el podcast al que asistió, remata: “Es un infarto. El final es un infarto. Cada vez que haces una apnea”.
La frase es brutal, pero el fondo está alineado con lo que dice la evidencia científica: dormir noche tras noche con apneas sin tratar multiplica el riesgo de cardiopatía, ictus, muerte súbita y accidentes.
Qué es exactamente la apnea del sueño
La Clínica Mayo define la apnea del sueño como un trastorno “potencialmente grave” en el que la respiración se detiene y vuelve a comenzar repetidas veces mientras duermes. En su forma más frecuente, la apnea obstructiva, los músculos de la parte posterior de la garganta se relajan demasiado, estrechan la vía aérea y el flujo de aire se bloquea de forma intermitente. Ese bloqueo provoca ronquidos intensos, silencios súbitos, jadeos y un sueño fragmentado que el paciente muchas veces no recuerda.
La Sociedad Española de Neumología (SEPAR) advierte que la apnea obstructiva afecta a más del 20% de la población adulta, especialmente en personas con obesidad, hipertensión o síndrome metabólico. Es decir, no hablamos de un problema raro, sino de un trastorno bastante más habitual de lo que podríamos pensar, y a menudo infradiagnosticado.
Por eso, cuando Estivill habla en el podcast de que “el final es un infarto”, está poniendo en palabras coloquiales algo que la literatura médica lleva años documentando: cada apnea es una microagresión cardiovascular.
Sufrir apneas del sueño supone un riesgo porque incrementa el riesgo de inducir insuficiencia cardiaca y de empeorar una ya existente, y que los sujetos con apnea grave tienen “un incremento de la mortalidad cardiovascular que se cifra entre 2 y 3 veces mayor a la población general”, además de presentar con más frecuencia muerte súbita de origen cardiovascular durante la noche.
La clínica AdSalutem, especializada en medicina del sueño, es aún más explícita: “aunque es poco común, es posible morir debido a la apnea obstructiva del sueño no tratada”, y la investigación observacional ha encontrado que la apnea aumenta el riesgo de muerte súbita, sobre todo en personas de edad avanzada, con enfermedad grave y apnea severa.
El problema no se limita al corazón. Ya que quienes padecen apnea del sueño tienen “mayor riesgo de sufrir accidentes de tránsito, accidentes de trabajo y otros problemas médicos” porque la somnolencia diurna, los microdespertares y el sueño de mala calidad afectan a la atención y los reflejos.
Y a esto se añade un nuevo enemigo: el calor. Un estudio reciente afirma que las noches con temperaturas más altas se asociaron con un 45% más de probabilidad de sufrir apnea obstructiva del sueño, y que en 2023 el aumento de la prevalencia de las apneas por calor se relacionó con la pérdida de casi 800.000 años de vida saludable y 30.000 millones de dólares en productividad. Tanto es así que Carlos Egea, presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño, advierte que la apnea no tratada se relaciona con patología cardiovascular y que los problemas de sueño podrían convertirse en uno de los grandes desafíos de salud pública de las próximas décadas.

Señales de alarma y por qué no basta con “aguantar”
La Clínica Mayo enumera como signos típicos de apnea del sueño: ronquidos sonoros, episodios en los que se deja de respirar observados por otra persona, jadeos durante el sueño, despertares con la boca seca, dolor de cabeza matutino, insomnio y somnolencia diurna excesiva. Es decir, que los ronquidos de la apnea se caracterizan por periodos de ruido intenso seguidos de silencios y un fuerte resoplido o jadeo posterior.
Como decíamos más arriba, la apnea obstructiva del sueño se produce cuando las vías se bloquean por la lengua, las amígdalas, la úvula o tejido graso en la garganta, o porque los músculos se relajan demasiado, y subraya que no es solo una molestia nocturna, sino un factor de riesgo sistémico.
La buena noticia es que tiene tratamiento. Las opciones van desde cambios de estilo de vida (pérdida de peso, dejar de fumar, evitar alcohol y sedantes) hasta dispositivos de presión positiva continua (CPAP), férulas mandibulares o cirugía en casos seleccionados.
El mensaje de fondo encaja con el tono contundente del podcast de Estivill: si roncas fuerte, te ahogas por la noche, te levantas destrozado o te quedas dormido al volante, no es solo que “duermes mal”. Es que cada noche estás sometiendo a tu corazón, a tu cerebro y a tus arterias a una prueba de esfuerzo silenciosa. Y, como recuerdan los especialistas, la apnea del sueño no tratada no es solo incómoda: puede acortar tu vida.

